Este verano paseaba entre Cibeles y Colon abstrayéndome del tráfico para poder saborear el paisaje de Madrid, mezcla de antigüedad y modernidad que le da ese encanto tan particular. Dejando atrás a mi diosa favorita el paseo de Recoletos se abre como un pequeño remanso de paz en el mismo centro de la ciudad, su pequeña ría artificial dejaba correr suavemente el agua relajando mis sentidos. Entré en el castizo café Gijón faro de tertulias que me trasladó a finales del siglo XIX, en él pude sentir la presencia de Galdós, Valle Inclán, Ramón y Cajal o Lorca.
De vuelta al bulevar sortee la sorprendente estructura del Pabellón del Espejo con ese estilo art-nouveau que recuerda a los cafés de principios de siglo XX y continué caminando hasta alcanzar a D. Ramón María del Valle Inclán paseante petrificado en el tiempo en uno de sus parajes favoritos, crucé para ir a la Biblioteca Nacional,
por cierto, esta se levanta en el solar del antiguo convento de los Agustinos Recoletos que da nombre al paseo, subí por su escalinata apreciando su fachada de estilo corintio en cuyo frontón las Artes, las Ciencias y las Letras triunfan con el apoyo del escultórico de grandes hombres como San Isidoro, Alfonso X “el sabio”, Luis Vives, Cervantes etc, que te van escoltando hacia la entrada. A la derecha de la Biblioteca me fije en el nacimiento de una calle cuyo nombre pertenece a un hombre tan extraordinario como desconocido. Finalizado mi paseo y antes de sumergirme en el metro ya había decidido hablar de él: Jorge Juan, “El sabio español”.
Jorge Juan y Santacilia nació el 5 de enero de 1713, en su casa familiar de la finca “El Fondonet”, en pueblo de Novelda, Alicante, aunque fue bautizado en Monforte del Cid. Hijo de Bernardo Juan y Canicia y de Violante Santacilia y Soler casados ambos en segundas nupcias por lo ya aportaban hijos al matrimonio, teniendo en común además de a Jorge otros dos.
Tenía tres años cuando se quedó huérfano de padre, quien dejo escrito en su testamento que hasta la mayoría de edad su tutor seria su tío paterno Cipriano Juan. En esta época en España se aplicaba el Mayorazgo, lo que quería decir que el hijo mayor heredaba todas las tierras he inmuebles y el resto de los hijos debían ingresar en el ejército o la iglesia. Siendo Jorge el tercer hijo varón debía elegir una ocupación, su tío Cipriano siguiendo el testamento de su hermano decidió educarle como si fuera su propio hijo. Cipriano pertenecía a la orden de Malta siendo una figura destacada dentro de ella, de acuerdo con su otro tío paterno Antonio Juan canónigo de la Colegiata de la ciudad de Alicante, decidieron el ingreso de Jorge en la orden, para prepararle entró en el colegio de los jesuitas de Alicante supervisado por su tío Antonio trasladándose posteriormente a Zaragoza a estudiar gramática latina, ingresando a los doce años como paje personal del gran Maestre de la Orden.
Como miembro de dicha orden tiene que luchar contra los corsarios berberiscos que campaban por el Mediterráneo en campañas llamadas “caravanas” embarcado en las galeras de la Orden, obteniendo el hábito de caballero de Justicia.
En 1717 se había creado en Cádiz la Real Compañía de Guardias Marinas, Jorge regresa a España a los dieciséis años de edad para solicitar su ingreso, tras seis meses de espera ingresa por fin a principios de 1730. En septiembre de ese mismo año, el Gran Maestre de la Orden de Malta le concedió la encomienda de Aliaga en la lengua de Aragón (Teruel), de la que no pudo tomar posesión hasta 1746.
Este periodo es conocido como “la Ilustración”, movimiento que pretendía mediante el conocimiento y la razón desechar la ignorancia y la superstición religiosa. España había quedado rezagada de los avances científicos ya que sus universidades estaban en manos de la Iglesia, la creación de Academias como la de Guardia Marinas iban a suplir ese vacío.
En la Academia, se impartían modernos estudios técnicos y científicos con asignaturas como geometría, trigonometría, observaciones astronómicas, navegación, cálculos de estima, hidrografía, cartografía, etc., completándolos con una formación humanística con clases de dibujo, música y danza. Jorge ya trae una fuerte base náutica y matemática experiencia que ha adquirido en la armada de la Orden de Malta, gracias a lo cual comenzó a destacar, por lo que sus compañeros le pusieron el mote de “Euclides” padre de la geometría. Entre 1730 y 1733 alternó las operaciones navales con los estudios en la Academia de Guardias Marinas, distinguiéndose por su nivel de conocimientos y siendo nombrado sub-brigadier de la Compañía.
Participo en varias expediciones de castigo contra los piratas berberiscos, en la campaña de Orán a bordo del navío “Castilla”, escolto a Nápoles para tomar posesión de su trono al entonces infante don Carlos, futuro Carlos III de España y tuvo como maestros al marqués de Mari, su capitán en la Academia de Cádiz, y como comandantes al Conde de Clavijo, a D. Blas de Lezo y a D. Juan José Navarro, marqués de la Victoria.
Isaac Newton publicó el 5 de julio de 1687 su libro “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” en donde formula la ley de gravitación universal, deduciendo de ella que la Tierra no era una esfera perfecta sino que estaba achatada por los polos como una sandía. Esta teoría fue rebatida por los astrónomos franceses Piccard, La Hire y Cassini quienes consideraron que la Tierra era un geoide alargado en el sentido de los polos, como un melón.
Para salir de dudas la Real Academia de la Ciencia de Paris solicitó permiso a Felipe V para que una expedición geodésica (la Geodesia es la ciencia que estudia la forma y dimensiones de la Tierra) encabezada por Louis Godin, con Pierre Bouguer, Charles Marie de La Condamine, Joseph Jussieu y otros científicos, para medir con exactitud el grado del meridiano terrestre en el virreinato del Perú, cerca del ecuador. A su vez otra expedición se dirigiría a Laponia para medir allí el meridiano y comprobar cómo se curvaba la superficie terrestre.
Felipe accedió pero a cambio de que Francia compartiera los resultados y exigió la incorporación al grupo expedicionario de dos marinos españoles, eligieron a dos jóvenes guardiamarinas Jorge Juan y Antonio de Ulloa, ellos colaborarían con los académicos franceses y realizarían sus propios cálculos entre otras misiones, fueron ascendidos a “tenientes de navío” lo que supuso el menosprecio de los franceses.
Se equivocaban.
Jorge y Antonio habían tenido la mejor formación de la época y su resultado fue brillante tanto en la expedición como en el cumplimiento de sus distintas órdenes siendo la principal terminar la misión cuando los franceses se retiraron antes de tiempo. La compenetración entre ambos fue tal que nació entre ellos una amistad que duró hasta el final de sus días.
La expedición llego a Cartagena de Indias y de ahí fueron a la cordillera de los andes, el geógrafo Pedro Vicente Maldonado se les unió en el camino facilitando toda la ayuda posible para desarrollar su trabajo.
Divididos los científicos en dos equipos Jorge Juan se quedó como matemático en el equipo de Godin mientras Ulloa partió con La Condomine, marcharían en sentido contrario y luego compararían sus datos. La expedición a lo largo del continente Sudamericano fue tan dura y con tantos resultados que bien vale un relato aparte, he aquí una pequeña muestra: Ulloa descubrió un nuevo metal al que llamo llamo “ platina del Pinto” (plata pequeña del río Pinto) el platino, La Condomine identifico la quinina y el caucho, Joseph Jussieu estudio a fondo la quinina y sus distintas variedades lo que le llevo a descubrir el “heliotropo del Perú” planta medicinal que hoy solo tiene carácter ornamental por la belleza de sus flores y su agradable olor, las mediciones geodésicas de Jorge Juan fueron determinantes para medir el grado de achatamiento de la tierra por los polos. Las tareas de medición se prolongaron desde 1735 hasta 1744 interrumpidas por las llamadas del Virrey para organizar las defensas del Pacifico ante los ataques de los ingleses al mando del vicealmirante Vernon. Otra de sus misiones era espiar a los franceses para determinar si su misión era solo científica o implicaba algo más, además debían tomar nota de las carencias de los reinos de la América española ya que los informes que llegaban a la península eran insuficientes y
sesgados por intereses particulares.
Sus informes fueron demoledores: “La tiranía que padecen los indios nace de la insaciable hambre de riqueza que llevan a las Indias los que van a gobernarlos… exigen de ellos más de lo que pudieran sacar de verdaderos esclavos suyos” Jorge Juan.
“Ni el honor, ni la conciencia, ni el temor, ni el reconocimiento de verse mantenido por el soberano con salarios muy crecidos sirven de estímulo en aquellos países para celar de lo que es de la obligación de cada uno y así está manteniendo el Rey muy liberalmente a sus mayores enemigos que no cesan de usurparle sus derechos y menoscabar su Real Hacienda” Antonio de Ulloa.
Ambos los recogieron en un informe titulado “Noticias secretas de América” que fueron muy bien recibidos por la corona, aunque al ser secretos no vieron la luz hasta la independencia de los territorios americanos.
Terminada la misión Juan y Ulloa embarcaron en distintos navíos franceses con toda la documentación escrita y por duplicado, de manera que si a alguno le ocurría cualquier incidente el otro pudiera llegar con ella a España. El navío de Ulloa fue capturado por los ingleses, le apresaron y trasladaron a Londres donde una vez comprobada su condición de científico, le devolvieron sus libros y papeles y le nombraron miembro de la Royal Society, previamente Ulloa antes de ser hecho prisionero se había desecho de los documentos secretos. Juan llegó a Brest en 1745 de allí fue a París, donde la Condomine que antes le había ninguneado le propuso como miembro correspondiente de la Academia Real de Ciencias, regresando a Madrid al año siguiente.
Muerto Felipe V le sucede su hijo Fernando VI, con un talante más moderado que su padre, orientó su política pacifista a reducir los excesivos gastos militares que producían las guerras y recomponer el país económica y financieramente así como la reconstrucción de la Marina para el mantenimiento del comercio y los territorios de
ultramar.
El Tratado de Aquisgrán de 1748, daba por finalizada la guerra de sucesión austriaca, a partir de aquí España no intervino en nuevos conflictos y firma acuerdos con Portugal (Tratado de Límites 1750) y con Inglaterra (Convenio de Compensación 1750 y Tratado de Aranjuez 1752).
Fernando VI se apoyó en dos superministros totalmente opuestos, José de Carvajal y Lancaster secretario de Estado, hombre inteligente y trabajador pero de trato frio y seco y enfrente el marqués de la Ensenada al frente de cuatro secretarías Hacienda, Guerra, Marina e Indias, hombre extrovertido, insinuante, adulador, fastuoso y atento, pero con una de las mentes más claras y astutas de su época. Ambos llegaron a comprenderse de tal manera que aunque hubo diferencias entre ellos los resultados fueron fructíferos.
Reunidos por fin ambos amigos en Madrid consiguieron ser recibidos por el Marques de la Ensenada, este que
también pertenecía a la orden de Malta se iba a convertir en su principal valedor.
Les encargó escribir el resultado de la expedición, lo publicaron en 1748 adelantándose a los franceses, Ensenada incluso patrocino su publicación. Pero la inquisición que todavía cuestionaba que la tierra girase alrededor del sol la censuro. Sin embargo las observaciones astronómicas y sus mediciones matemáticas demostrando científicamente el achatamiento de la tierra sentaron las bases del prestigio de Jorge Juan y extendió su fama de sabio a nivel internacional para escarnio del santo oficio.
Ensenada que había iniciado la modernización de la Armada le encargo una misión que hoy día llamaríamos espionaje industrial. Le envió a Londres con el objetivo de espiar la construcción naval inglesa además de otros treinta encargos de diversas áreas haciendo hincapié en traer todos los libros que pueda “para ilustrar a nuestras clases dirigentes de marina”, “España esta empobrecida porque no tenemos libros que nos enseñen”. También le ordena traer constructores de barcos para aprender las nuevas técnicas de construcción naval, “para que enseñen a los marinos españoles el arte de fabricar”. La fabricación naval española se había quedado atrasada, cada maestro aprendía de memoria y no se hacían planos de los navíos, se utilizaba en su construcción el sistema Gaztañeta o francés que hacían buenos navíos pero pesados, lentos y de pésima maniobrabilidad, consumiendo gran cantidad de madera en su fabricación.
Jorge Juan llego a Londres con José Solano como nuevo compañero y colaborador, como científico fue reconocido y admitido en la Royal Society, mientras su labor como espía no cejaba, contactó con un sacerdote irlandés el padre Lynch, con él estableció toda una red de espionaje dentro de la propia Gran Bretaña y obtuvo la colaboración del capitán mercante Richard Morris. Los resultados no se harían esperar en el transcurso de un año captaron un puñado de profesionales de la industria naval encabezados por los maestros Richard Rooth (que se trasladó al
Ferrol), David Howell (que vino a Guarnizo en Cantabria), Edward Bryant (Cartagena) y Mathew Mullan (destinado primero en Cádiz para posteriormente dirigirse a La Habana), así como los “maestros de jarcia” Sellers, Morgan, Drew y otros que se trasladaron a España junto con sus familias.
Jorge Juan llevaba en Londres una doble vida, por un lado el científico integrado en la sociedad y por otro el espía que necesitaba sacar todo el rendimiento posible a su misión. Los ingleses comenzaron a sospechar que había un espía español y comenzaron a investigar, finalmente con tanta gente implicada hubo una filtración y el duque de Bedford detuvo al padre Lynch. Viéndose descubierto Jorge Juan tuvo que huir disfrazado de marinero en el mercante Santa Ana de Santoña que lo desembarca en Boulogne-sur Mer en Francia.
Tanto la corona como Ensenada estaban muy satisfechos con el resultado de la misión, a su regreso Juan aportó documentación sobre las llamadas máquinas de fuego (máquinas de vapor), sobre las piezas de los barcos y sus planos, sobre una máquina para dragar puertos además de la fórmula del lacre o los intentos de invasión británica en tierras del sur de Chile en el archipiélago Chiloé etc. Ensenada le coloca al frente de la construcción de astilleros y buques emprendiendo definitivamente la reforma de la Armada lo que significó una renovación total de esta, Juan se da cuenta de que aplicando las matemáticas y la física a las obras de ingeniería y a la construcción naval mejora la calidad de los barcos, como hemos dicho antes en España los constructores navales eran muy buenos pero construían sin planos aprendiendo un maestro de otro, Juan organiza a nivel nacional la construcción naval de una manera general para toda España de forma que un buque que se construya en el Ferrol pueda reproducirse gracias a los planos en Cartagena o en La Habana, la consecuencia final serían 44 navíos de línea de entre 70 y 94 cañones construidos entre 1751 a 1767. Los diques que diseño para los astilleros serían los más modernos del momento pasando a estar ubicados dentro de los arsenales así como los almacenes y las fábricas de velas y aparejos. Como hemos dicho anteriormente el sistema de construcción español se basaba en el sistema Gaztañeta de fabricación maciza muy pesados y lentos, Jorge Juan utilizando el sistema ingles aplicó las reformas diseñadas por él que hacían los barcos más ligeros, maniobrables y con una mejor navegación tanto con viento a favor como navegando de bolina, a dicho sistema se le llamo “sistema Jorge Juan”.
Jorge Juan fue nombrado capitán de la Real compañía de Guardiamarinas de Cádiz y su Academia con el objetivo de preparar a los oficiales con una instrucción científica, para ello publicó el “Compendio de navegación para el uso de los caballeros guardiamarinas”.
Con él pretendía mejorar la formación de los marinos a través del conocimiento, también contrató un nuevo
profesorado más competente, mejoró el nivel de las enseñanzas introduciendo el cálculo matemático, el estudio
del cálculo diferencial e integral. Fortaleció la formación teórica de los alumnos más aventajados para convertirlos en buenos oficiales derivando a los demás hacia la practica con el objetivo de formar buenos pilotos.
Pero su obra cumbre fue el “Examen maritimo theórico práctico ó Tratado de mechanica”, publicado en el año 1771 siendo el mejor tratado de mecánica de fluidos publicado en el siglo XVIII, fue rápidamente reconocido por la Real Academia de París que lo tradujo al francés consagrando a Jorge Juan como un gran científico internacional.
Los ingleses viendo el avance marítimo español que podía poner en peligro su supremacía en los mares pusieron en marcha una conspiración a cargo del embajador británico Benjamín Keene, quien intrigó con el duque de Alba y otros nobles descontentos con Ensenada porque había intentado reducir los ingresos abusivos y otros privilegios de la nobleza. Valiéndose de los deseos de paz del rey los nobles acusaron a Ensenada de intentar comenzar una
guerra con Inglaterra por su cuenta, el rey lo destituye y lo destierra a Granada. Desaparecido Ensenada la construcción naval se redujo y se volvió al sistema francés el cual no demostró ser mejor.
Por orden de Ensenada y junto con Godin y José Carbonell, profesor de idiomas y bibliotecario de la Academia de Guardias Marinas, habían elaborado un “Plan de 50 ordenanzas para la Sociedad Real de Ciencias de Madrid”, con el objetivo de crear la Real Academia de Madrid a imagen de la francesa, pero al desaparecer Ensenada quedo frustrado el proyecto, por entender sus sucesores que ya había Academias donde se impartía ciencia como la propia de Guardia Marinas en Cádiz , la de Cirugía en Cádiz y Barcelona o la de Artillería en Segovia, aun así fundó una tertulia en su propia casa que denominó “Asamblea Amistosa Literaria”, que se reunía todos los jueves a profesores de la Academia de Guardias Marinas y del Colegio de Cirugía de Cádiz, finalmente a los tres años la asamblea se disolvió debido a los distintos asuntos que reclamaban a Jorge Juan por España. Sin su principal valedor la influencia de Jorge Juan fue cada vez a menos, aun así permaneció al frente de la academia de Guardiamarinas donde se encontraba el observatorio astronómico de Cádiz que fundo con Louis Godin como director siendo uno de los más avanzados de la época.
A la muerte de Fernando VI, le sucede su hermano Carlos III el cual recoge los frutos de los avances anteriores en los periodos de su padre y su hermano, reclama constantemente la presencia de Juan para consultarle obligándole a desplazarse por toda la geografía hispana. Carlos III, en noviembre de 1766 le nombra embajador extraordinario ante el Sultán de Marruecos. Partió en febrero del año siguiente junto con Sidi Ahmet El Gacel representante del
Sultán, que había venido a España para negociar un Tratado de Paz y Comercio entre ambos países. Las negociaciones fueron por buen camino firmándose el 28 de mayo del mismo año el primer Tratado de Paz y Comercio que la Corona española establecía con un país musulmán, por el que se obtenían importantes concesiones pesqueras, el libre comercio entre ambos países y el libre tránsito de sus súbditos.
Cuando regreso fue nombrado director del Real Seminario de Nobles de Madrid, institución donde las casas de alta alcurnia educaban a sus hijos, dirigida hasta su expulsión por los jesuitas, Juan la encontró en franca decadencia con apenas quince seminaristas, emprendió una reforma docente que modificó el cuadro de profesores por otros más competentes, renovó el plan de estudios potenciando la enseñanza de las matemáticas, la astronomía y la física. Administrativamente redujo el precio de la pensión que cada colegial debía de pagar con lo que dio entrada a seminaristas de familias menos adineradas aumentando el número de alumnos hasta ochenta y dos en los tres años que estuvo al frente.
Pero su salud va empeorando cada vez más perdiendo el uso de ambas manos por causa de la epilepsia, un último y fatal ataque le sobreviene en su casa de Madrid 21 de junio de 1773, sus restos primero depositados en la iglesia de San Martin en Madrid hoy descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando de Cádiz junto a su gran amigo Antonio de Ulloa y su gran valedor el marqués de la Ensenada.
No Comment