Los que de ella viven y aquellos que la sufren, todos ellos juntos, se muestran firmes en mantenerla en ese espacio general, prepotente y falso.
Economía que llena papeles y okupa nuestro tiempo, sin permiso para ello. De ella todos hablamos, inundando nuestras cabezas de datos y palabras que tantas veces no dicen nada.
Se nos muestra fuerte y distante, compleja, difícil de entender y aun más de controlar,… salvo para unos pocos. Aquellos que regalan miedo para seguir siendo pocos.
Pero en esta historia hay, al menos, dos grandes mentiras pues en realidad:
- La economía es de cada uno de nosotros.
- Es una herramienta que a todos nos pertenece y la debemos utilizar para nuestro bien–estar, para el bien–común.
NO es la que marca los caminos de nuestras vidas. No es omnipotente, ni la clave de lo que nos ocurre. Sin embargo permite ser controlada por una minoría frente al resto de la humanidad. Es manejable si estás entre los elegidos, nadie sabe por quién.
Nuestras vidas, al contrario, SÍ se marcan con música, poesía, cuentos, bebida y comida, humor, paisajes, lugares, tradiciones, costumbres, …. y saber popular. Tantas y tantas cosas que forman nuestra cultura.
La economía nada es, ni nada vale sin la CULTURA. Ella es la que autoriza o no sus quehaceres. La CULTURA impregna nuestras vidas desde siempre, apoyada en el consenso y la aceptación general.
CULTURA, de largo recorrido y respetuosa con los tiempos del hombre y del planeta.
Nada ha de cambiar en la economía si antes no la cambiamos de lugar, dando paso a la construcción colectiva de la cultura: libre, diversa, bella y dispuesta a ser vivida. Que difícil es la manipulación de una cultura que como un árbol monumental necesita tiempo para ser.
La cultura es nuestra.
DE TODOS
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