La riqueza de México es enorme en muchos aspectos, incluye además del patrimonio cultural e histórico (tangible y no tangible), tan promovido a nivel turístico y a la vez tan poco valorado en el sentido estricto y extenso, el llamado patrimonio natural, que incluye ecosistemas, paisajes, flora y fauna, con el que como pueblo convivimos, permitiendo y sustentado nuestro desarrollo como sociedad a lo largo de siglos y que al igual que otros “tipos” de patrimonio, también hemos perdido o están en riesgo gracias al descuido, la indolencia y el desconocimiento, así como gracias al embate de la globalización en todos los aspectos.
Un ejemplo de ello es el siguiente: Al hablar de pinnípedos, un grupo de mamíferos marinos relacionados con los carnívoros que incluye a las focas, morsas y los llamados lobos, osos y elefantes marinos, pensamos generalmente en el lejano Ártico, o en la mucho más aún lejana Antártida, en un plano mucho más nacional podríamos pensar en las costas e islas de Baja California y el Mar de Cortés, en ningún momento relacionamos en nuestra mente este grupo de animales con las cálidas aguas del Golfo de México y el Caribe, con las arenosas costas del sureste mexicano y con las amplias lagunas costeras bordeadas de manglares y selvas; sin embargo aun cuando mucha gente lo desconoce, en tiempos históricos hubo focas en las aguas tropicales de la vertiente atlántica del Continente Americano, desde la península de Florida en los Estados Unidos, hasta Colombia y Venezuela, pasando por México, Centroamérica y Las Antillas.
La especie de pinnípedo a la que me refiero era la Foca Monje del Caribe (Monachus tropicalis = Neomonachus tropicalis), la única especie de fócido que habitaba aguas netamente tropicales y el único pinnípedo del Mar Caribe y mares adyacentes; sin embargo la destrucción de su hábitat, la sobreexplotación del recurso para consumirlo como alimento, para extraer su piel o para utilizar su grasa como combustible desde la época colonial, fue lentamente diezmando las poblaciones de esta especie hasta que en los siglos XIX y principios del XX hubo una campaña semiorganizada para eliminarlas pues existía la idea errónea y generalizada de que gracias a ellas disminuían los bancos de peces y por ende eran una amenaza para los pescadores.
Gracias a todas estas acciones en contra de sus poblaciones a lo largo de las costas del «Gran Caribe», la Foca Monje del Caribe fue declarada Extinta en el 2008 por la UICN, dado que la comunidad científica no ha tenido avistamientos registrados desde los años 50s del siglo pasado; es probable que la especie aún habite en alguno de los islotes y cayos de la región con poblaciones aisladas y muy pequeñas (ojalá así sea), hay rumores de avistamientos, pero no avalados ni registrados por organismos científicos.
De la especie existen pocos datos, pues aun cuando era conocida por la comunidad científica desde el descubrimiento de América, sus bajas poblaciones y probable extinción desde mediados del siglo XX, solo permitieron la existencia de pocos ejemplares en zoológicos y conservados posteriormente gracias a técnicas de taxidermia, pero aun así es posible saber que era un animal con una longitud de entre 2.20 y 2.40 metros y un peso de aproximadamente 130 kilogramos, que su pelaje era castaño en casi todo el cuerpo, excepto en el vientre donde era blanco amarillento, se sabe que parían generalmente una cría alrededor del mes de diciembre y que las hembras tenían cuatro mamas en lugar de dos como otros miembros de la familia; su alimentación era similar a la de otras focas y consistía en peces, moluscos, crustáceos y otros organismos marinos.
Si bien la UICN la declaró extinta el 2008 como ya se mencionó, La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES por sus siglas en inglés), la considera “Posiblemente Extinta” y en México aún está incluida como una especie sujeta a algún estatus de protección según la NOM-059-SEMARNAT-2010, bajo la categoría de “Extinta”, así como en buen parte de los países que abarcaban su amplio rango de distribución.
Imagínense lo hermoso que debió haber sido ver poblaciones de focas en las playas de la Península de Yucatán, en las albuferas y deltas de los grandes ríos que desembocan en el Golfo de México como el Grijalva, el Usumacinta o el Papaloapan, en las cercanías de Puertos como Tuxpan, Veracruz o Coatzacoalcos, un espectáculo que nuestra generación ya no tuvo la oportunidad de admirar y de la cual solo nos quedan relatos que poco a poco se pierden en el tiempo o nombres de lugares que hacen remembranza a su existencia como la «Isla Lobos» en la Laguna de Tamiahua en la costa norte de Veracruz.
Fuentes:
http://www.nmfs.noaa.gov/pr/species/mammals/pinnipeds/caribbeanmonkseal.htm
http://www.academia.edu/890962/La_foca_monje_Monachus_tropicalis_Mammalia_Pinnipedia_extinta_en_Mexico
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/47388.html
http://www.animalesextincion.es/articulo.php?id_noticia=91
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