En el Congreso el presidente Pedro Sánchez hizo un elogio del régimen republicano, hablando de los logros que consiguió. Un vínculo luminoso con nuestro pasado, añadió. Necesitaríamos cientos de artículos para debatir los beneficios, las dificultades y también los errores de la II República. Sin embargo y como antes les decía, merece un trato de honor si somos capaces de entender a la Historia y hacer un mínimo esfuerzo para comprender el pasado.
De todos es sabido y al que le falte información que vaya a Salamanca, y me refiero al archivo, que una banda de “fascinerosos” y no es un error, sino una composición adjetival de fascistas y facinerosos, se creyó con derecho a traicionar la voluntad de los españoles y al gobierno legalmente constituido.
Tanto ellos, en su momento, como sus seguidores actuales, algunos iletrados y unos cuantos ignaros, utilizan el eufemismo de salvadores de la patria para con aquellos que –según ellos– se alzaron, otro eufemismo porque no hay nada más bajo que la traición.
Salir a justificar en el Congreso aquel golpe de estado y repetir los eslóganes fascistas del año 36 de que la República estaba secuestrada por socialistas y comunistas y que fue régimen criminal que llevó a España a la Guerra Civil, ya no es solo cosa de indoctos, sino de miserables, pero también de provocadores y añadiría que de desestabilizadores.
Lo malo es que cuentan con el apoyo de los demócratas tibios que afirman con descaro que no celebran fechas que han dividido a los españoles. Pero, ¿dónde se ha visto?, ¿qué macabra broma es esta? El aniversario de la constitución de un régimen legal y elegido es, al parecer, una fecha de división.
No señores, no. Ustedes no proponen la disyuntiva de monarquía o república, ni siquiera mantener en el trono a Felipe VI, la prueba es que su ídolo golpista y bajito, de voz atiplada, se levantó solo en su propio beneficio. Ustedes añoran un pasado caciquil y dictatorial. Luego dirán que España está crispada. Mírense al espejo y si resisten ver su propia imagen, comprendan lo difícil que se nos hace a los demócratas soportarles.
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