En general, yo diría que aquí en España estamos más habituados a ver adaptaciones personales y transgresoras de Shakespeare, pero no tanto de clásicos españoles y menos aún de uno tan, tan arraigado a nuestra cultura como este clásico de Calderón, cuyos versos son tan sublimes y tan conocidos.

Y no lo digo por mi, que desde que tengo uso de razón y una vez vistas las versiones más ortodoxas siempre me he subido al carro y casi siempre disfrutado de lecturas y montajes más atrevidos, originales y frikis de los clásicos que los hacen eternos. Así que iba predispuesta e ilusionada a pasar una noche asombrosa de magia teatrera con el primer montaje de mi adorado Declan, con una compañía española y en nuestro idioma. Y no fue así, del todo.

Si bien me pareció extraño al principio ese Segismundo bebé balbuceante en su soliloquio más conocido, tengo que reconocer que me fue ganando poco a poco la evolución a lo largo de la obra de un Segismundo tipo Tarzan de la Selva o niño salvaje que rescatan, para gustarme mucho más al final cuando ya flipa que da gusto, precisamente por no saber si lo que le pasa es sueño o realidad.

Me gustó también su padre, Basilio, con momentos muy emocionantes, y no me gustó tanto el personaje de Clarín, que siendo tan divertido en el texto, aquí se me quedó corto y sin fuerza en sus intervenciones.

No me gustó nada Rosaura, a veces ni se la escuchaba ni se la entendía, y el resto correctos, algo forzado quizás Astolfo.

Pero más allá de los actores, es que el montaje en su conjunto me ha dejado un poco fría. No llego a entender que aporta tanto abrir y cerrar puertas con la musiquita de Carmen Miranda, nada atractiva por otro lado ni emblemática de nada aquí en España, y sobre todo en la parte final intercalada con ruidos de bombas que se hacen ya también pesados e interminables.

En resumen, que me ha defraudado un poco. Esperaba tanto de esta versión, que realmente me ha desilusionado.

No creo que sea una digna representante de lo buen director que es Declan Donellan, hasta los genios se equivocan alguna vez, y de la calidad de los montajes que siempre ha traído con la compañía Cheek by Jowl, creando momentos de magia total que no quieres que acaben nunca.

No obstante, la recomiendo por rara avis. Y eso si, que esta menos afortunada incursión de Declan con un clásico español no os impida ir corriendo al teatro a ver un montaje de Cheek By Jowl cuando vuelvan por aquí porque son estupendos!!!.

No les juzguéis por esta obra.