Estamos hablando de la sociedad de la información, en la que la globalización económica y cultural, el libre movimiento de personas y capital, el continuo avance en la ciencia, los cambios sociales y de formas de relacionarnos, el valor cada vez mayor del acceso al conocimiento, la omnipresencia de las redes de comunicación, la necesidad de formación para adaptarse a los cambios, etc. representan características que determinan el contexto en el que nos vamos a mover en los próximos años.
Cuando hablamos de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) nos referimos a la informática, las telecomunicaciones, las tecnologías del sonido y la imagen, así como a lo que se entiende como telemática y multimedia, y la radio y televisión. Todo esto configuro lo que se denomina ámbito digital, en el que se unifican los códigos con los que se almacena la información, de tal modo que todo se almacena a partir de dígitos binarios.
Desde ahora debemos hablar de un nuevo analfabetismo, en el que no solamente entran aquellas personas que no saben leer sino también todas aquellas que son incapaces de seleccionar, entender y comprender la información que nos llega a través de las diferentes Tecnologías de la Información y la Comunicación
Todo esto nos lleva a nuevas maneras de entender la formación y el analfabetismo, así como en nuevos modos de entender el mundo y el acceso a la información y, por lo tanto, al poder. Nadie duda ya de que el poder está en el acceso a la información, en el acceso al conocimiento. Para ello, no solamente se hace necesario disponer de los recursos necesarios para acceder a ella, sino también de la suficiente formación para entender y utilizar esa información.
Hasta ahora la lengua escrita gozaba de tal preponderancia en la sociedad que el hombre culto ha sido siempre aquel que la conoce y la comprende sin problemas accediendo al conocimiento de forma natural a través del lenguaje escrito. Hasta ahora el analfabeto era el que no sabía leer. La educación formal tenía como uno de sus principales objetivos enseñar a leer y escribir. Por analfabetos entendíamos aquellos que no sabían leer y escribir.
Desde ahora debemos hablar de un nuevo analfabetismo, en el que no solamente entran aquellas personas que no saben leer sino también todas aquellas que son incapaces de seleccionar, entender y comprender la información que nos llega a través de las diferentes Tecnologías de la Información y la Comunicación. Podemos hablar de un analfabetismo crítico, ya que nos referimos a personas que saben leer y escribir sin problemas, pero son incapaces de comprender, seleccionar y utilizar adecuadamente toda la información que les llega desde los medios de comunicación. Cuando una persona tiene la posibilidad de acceder a un cúmulo ingente de información, puede verse desbordada si no dispone de capacidad de organizarla y entenderla. Esa información no produce formación sino todo lo contrario desorientación y perplejidad.
Valores como la autonomía personal, creatividad, innovación serán universales en la nueva sociedad de la información
Nos encontramos con una nueva generación de personas que podríamos englobar en lo que llamaríamos la generación “i” (información e internet). No tiene nada que ver con generaciones anteriores. Sus demandas, valores y tendencias son diferentes y cambian rápidamente. Como afirma Manuel Castell, esta generación se dividirá en tres clases: “desinformada”, que sólo saben captar imágenes; “sobreinformada”, que viven en el torbellino con un exceso de información sin selección ni comprensión; y la “informada”, que son capaces de seleccionar, ordenar, comprender y pagar la información. Todos aquellos desinformados y sobreinformados entrarían en la categoría de analfabetos funcionales y críticos, ya que serían incapaces de seleccionar, comprender y utilizar aquella información multimedia que se recibe a través de las diferentes Tecnologías de la Información y Comunicación.
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Hay que decir que las diferentes tecnologías de la información y la comunicación tienen sus propias lógicas de acceso, almacenamiento, gestión y representación de la información y la comunicación. Es necesario trabajar e incluir esas competencias en los diferentes procesos de formación. De ahí que se haya comenzado a hablar de la necesidad de un alfabetismo informático, digital, ciberespacial, etc.
Por lo tanto, habrá que rediseñar la educación en todos los procesos de formación. Habrá que formar personas con un alto nivel de educación y una gran adaptabilidad, personas con altas habilidades y con ideas. Valores como la autonomía personal, creatividad, innovación serán universales en la nueva sociedad de la información. Educar no es transmitir datos, informaciones ni siquiera conocimientos, se trata sobre todo de formar personas que sean capaces de aprender a aprender. Como nos dice Manuel Castell “¿Qué tipo de individuo necesitamos? Quien quiera vivir bien tendrá que reunir dos condiciones: un alto nivel de educación y una gran adaptabilidad personal. Una educación no tanto técnica como general, que es la que se puede reprogramar, y que se basa en la capacidad de combinación simbólica: filosofía, matemáticas, historia y geografía, lengua y literatura, es decir, lo tradicional. Deberán aprender que los ordenadores cambian; de hecho, el ordenador personal está dejando de existir a favor de un mundo con decenas de pequeños instrumentos de comunicación conectados en red y esparcidos por todos los ámbitos de la vida. Por tanto, lo esencial será la capacidad de adaptarse a un mundo de cambio constante, tanto en lo tecnológico como en lo personal… Hace falta inteligencia y capacidad de aprendizaje porque siempre estaremos aprendiendo, siempre, pero sólo si nos han enseñado cómo aprender”.
Brecha digital y analfabetismo crítico/funcional
Por otra parte, se está produciendo actualmente en nuestra sociedad una exclusión en cuanto al acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación por diferentes causas. Razones de tipo social, económico y, en algunas ocasiones, cultural hacen que muchos grupos de población no tengan acceso a estas Tecnologías. Esto hace que se esté abriendo lo que ya se denomina brecha digital, o una nueva forma de desigualdad social. Existe y seguirán existiendo grupos sociales que no tendrán acceso a todo lo que conlleva una sociedad del conocimiento, grupos que serán carne de cañón para todos aquellos grupos de poder que quieran adoctrinarlos en su ideología. Y no solamente me refiero a países del tercer mundo ya conocidos, sino también a determinados grupos sociales en los países desarrollados.
La información solamente provoca autonomía, poder y control cuando se convierte en conocimiento, cuando se integra en una lógica interpretable y comprensible
“La capacidad para usar las tecnologías de la información puede ser crucial en el futuro, puesto que muchos de los servicios serán accesibles solamente a través de la red. Por todo ello aparece con mayor claridad y urgencia la necesidad de formación de los nuevos ciudadanos para vivir en un nuevo entorno de posibilidades y riesgos desconocidos. Es evidente, por ejemplo, que el rápido desarrollo de las TIC y de los nuevos medios de comunicación, como los móviles, los libros electrónicos, la radio y televisión digitales crea nuevas herramientas y nuevas necesidades necesidades educativas de la población, cada vez más diversificadas” (Pérez, Sola, Murillo, 2006: 31)
Por lo tanto, no solamente en los países desarrollados sino también en los que se entiende como del tercer mundo, hay dos retos que deben ir de la mano. Por un lado favorecer el acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación en condiciones lo más óptimas posibles y, por otro, diseñar programas de formación que faciliten a la población la posibilidad de seleccionar, comprender y utilizar esa información. La información solamente provoca autonomía, poder y control cuando se convierte en conocimiento, cuando se integra en una lógica interpretable y comprensible.
La información de que disponemos a través de las innumerables Tecnologías de la Información y Comunicación se puede convertir en un instrumento más de dominación, en poder de unos pocos que se han apropiado de las mismas y favorecen el acceso, pero no su comprensión crítica. Esperemos que los diferentes sistemas de formación básica en todos los países se den cuenta de la importancia de este tipo de competencias para que la inmensa información de que disponemos deje de ser instrumento de poder de solamente unos pocos.
Referencias bibliográficas
CASTELLS, MANUEL (1999): La era de la información: economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza Editorial.
PÉREZ A.; SOLA M; F.: MURILLO F. (2006): Un cambio de mirada sobre la escuela academicista. Cuadernos de Pedagogía, 363, 30-35.