México es la cuna del maíz, el centro de origen de este cereal y una suculenta pieza para las grandes multinacionales agroquímicas como Monsanto. En el país, que produce mas de 17.000 toneladas anuales de maíz, no esta permitida la siembra de transgénicos a nivel comercial, solo algunos cultivos experimentales fueron permitidos pero eso, combinado con la importación de semillas transgénicas, ha causado un gran daño al campo mexicano.

“Somos el segundo país con más casos de contaminación del continente americano, a pesar de no tener siembras comerciales, octavos del mundo, lo que nos da una idea de cuál sería la afectación en caso de que se permitiera el cultivo comercial en Mexico”, dijo a RT Silvia Díaz, coordinadora de Greenpeace en México.

También para un gran numero de científicos los transgénicos son un paso hacia atrás en la política agraria mundial. Alejandro Espinosa es un reconocido ingeniero y genetista miembro de la Academia Nacional de Ciencia y con 35 años de experiencia en el campo del maíz transgénico. Sus predicciones no son nada alentadoras. “Hay un punto en el cual la acumulación de contaminantes de transgénicos será tal que llegaremos a un umbral de intolerancia en el cual será imposible para el maíz sobrevivir”, opina Espinosa.

En un mundo sin maíz las consecuencias podrían ser devastadoras para la población mundial. La importancia de este cereal es tal que acabar con él podría ser considerado como un crimen. “Si se permite esto, se estará cometiendo un crimen de lesa humanidad, se estará afectando al cultivo más importante para la humanidad entera. Del maíz se cosechan cada año 790 millones de toneladas. Si se afecta al maíz en su estructura genética con la contaminación de trangénicos, estaremos dañando de manera irreversible el futuro de los habitantes de esta tierra”, continúa el genetista.

En México los primeros casos se conocieron hace mas de una década y afectaron al epicentro económico y cultural del maíz, Oaxaca. En el año 2001 en los campos del estado de Oaxaca se contabilizaron los primeros casos de contaminación transgénica. Esto hizo saltar todas las alarmas en la comunidad agraria, cultural y científica.

Los que más notaron esta contaminación fueron los campesinos. Ahora luchan por preservar su modo de vida, aunque en ocasiones los transgénicos se imponen debido a su bajo coste. “Estamos buscando alternativas a esta situación que vivimos aquí. Pero es una lucha desigual porque ellos tienen el poder del dinero y muchas veces es triste porque uno se pregunta hasta dónde van a llegar para comprar a la gente, comprar su pobreza”, lamenta Oswaldo Martínez, campesino de Yaviche, un pueblo del estado de Oaxaca.

Cientos de activistas, científicos y campesinos luchan para que la moratoria provisional que prohíbe la plantación de transgénicos en México sea permanente y el país se pueda librar, por fin, de la pesadilla que comenzó en 2001.

El analista político Jorge Capelán opina que a espaldas de los latinoamericanos los países de la Alianza Transpacífico pretenden ampliar los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías multinacionales.

“En el trasfondo de esta discusión también se está llevando la negociación entre EE.UU. y una serie de países del Tratado de la Alianza Transpacífica que, por cierto, se está llevando a cabo de una manera totalmente secreta a espaldas de los ciudadanos en ciertos países de América Latina, donde uno de los puntos centrales de esta discusión es una ampliación enorme de los derechos de la propiedad intelectual de las multinacionales. Esto en el caso del maíz tiene una importancia extraordinaria en esta región del mundo por la gran variedad genética que existe”, dijo a RT Capelán.

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