Tan osada afirmación tardó años en ser oída y aunque los paleontólogos uruguayos cuentan con la evidencia desde hace tiempo, apenas ahora la teoría pasó a ser válida para la ciencia. Cuando el doctor en paleontología Richard Fariña llegó al yacimiento de fósiles del arroyo del Vizcaíno (en la localidad del Sauce, departamento de Canelones, República Oriental del Uruguay) para estudiar las muestras, éste ya era uno de los más grandes del país. No obstante, el ojo experto de Fariña y otros paleontólogos vio de otra manera el montón de fémures, pelvis, garras y clavículas.

Ya en 1997 el aficionado Reinaldo Castilla y algunos amigos con los que jugaba al fútbol llegaron al campo de la familia Valetto. Una gruesa pelvis de gliptodonte llamó su atención; entre el centenar de fósiles que asomaban de la tierra, el fémur de un perezoso lestodon que en vida pesaría unas cinco toneladas también despertó el interés del aficionado, de los primeros en ver las entrañas del yacimiento del arroyo del Vizcaíno. El yacimiento abrió las compuertas al pasado cuando los descubridores tenían 15 años. En ese entonces, los dueños de una parte de la estancia que alguna vez perteneció a la familia Artigas (el “padre de la patria” uruguayo), habían bombeado el agua del arroyo para regar durante una gran sequía. Ahí los fósiles se dejaron ver.

Junto a una profesora comenzaron a desenterrar lo que hoy conforma una colección de más de mil piezas de fósiles de la megafauna. Dedicaron todo ese verano a extraer las piezas “con todo el cuidado metodológico” que les fue posible, limpiando los fósiles con cepillos de dientes y uniendo las piezas con cola vinílica; muchas de esas piezas se llevaron a una exposición permanente en el liceo de la ciudad y nació el sueño de un museo propio. En ese entonces no imaginaban su significado: la evidencia de vida humana más antigua de América;  ellos muestran que el hombre vivió en el continente hace al menos 30.000 años, mientras el paradigma actual acepta que los primeros pobladores llegaron a Norteamérica hace unos 15.000 años.

Luego de 16 años de estudio metódico, de excavar cada vez que el nivel del agua lo permitía y desafiar la resistencia de parte de la comunidad científica, el yacimiento del Vizcaíno abrazó todo su significado.

Primero el estudio fue rechazado por la revista “Nature”, pero luego fue aceptado y publicado por otra revista británica de prestigio, la “Proceedings of the Royal Society”. El equipo es cien por ciento uruguayo, con seis paleontólogos, dos arqueólogos y un geólogo, todos de Ciencias. Según Fariña, quien lideró el estudio, la publicación en sí no hace que el hallazgo sea verdadero, sino válido. Es decir que, “es aceptado por la comunidad científica hasta que alguien demuestre lo contrario”, dijo.

Cuando en 2011 Fariña y su equipo dieron a conocer su hipótesis, colegas uruguayos se mostraron cautelosos respecto al hallazgo, sobre todo porque no tenían acceso a la evidencia en la que se basaban, ahora los colegas compatriotas y de todo el mundo podrán mirar a Sauce con las pruebas en mano y juzgar esta nueva teoría, que llegó para sacudir viejos conceptos.

Los científicos concluyeron que el hombre pudo haber llegado a América mucho antes de lo que se cree porque algunos de esos fósiles de mamíferos tienen marcas hechas por humanos al cazarlos y comerlos, y como las pruebas de Carbono 14 arrojaron que esos huesos tienen 30.000 años, se entiende que el ser humano coexistió con la megafauna. Además, un software que permite hacer modelos 3D de la muestra bajo un estereomicroscopio ayudó a los paleontólogos a identificar esas marcas como producto de la acción humana y a descartar las hechas por carnívoros, raíces y “pisoteo”.

Existen otras razones que apoyan la idea de que el yacimiento era la “cocina” de los primeros pobladores de América, como la gran cantidad y diversidad de fósiles en el predio, incluso de animales que por su tamaño no podrían haber sido arrastrados por el agua, que indicarían que alguien los acumuló adrede en ese lugar; también que la mayoría de los fósiles pertenecen a ejemplares “en la flor de la edad”, es decir, ni viejos ni juveniles, explicando Fariña que los cortes se ven en las inserciones musculares y hay más miembros anteriores que posteriores, más señales de que el hombre estuvo allí.

Se descarta encontrar restos humanos en ese yacimiento porque, al decir del paleontólogo, “uno no entierra a sus muertos en el supermercado”.

“Si bien han habido otros estudios de esta naturaleza, pensamos que el nuestro es particularmente digno de atención debido a la estrecha asociación entre la evidencia de la edad y la evidencia de presencia humana”, sostuvo el paleontólogo.

El estudio uruguayo tiene todo para ser revolucionario, no sólo porque obliga a replantearse la antigüedad de la vida humana en América, sino también a repensar las teorías de cómo se fue poblando el continente.

El hallazgo implicaría que el hombre coexistió con las megabestias durante varios miles de años más de lo que se pensaba. Según el estudio, los humanos convivieron al menos con gliptodontes, perezosos lestodon, toxodontes, mastodontes, tigres dientes de sable y ciervos 15.000 años más de lo pensado, lo que aportaría al estudio de cómo impactó la acción humana en estos animales y por qué se extinguieron, ayudando a entender las claves para la conservación de los animales que todavía no son historia.

“El escepticismo es la actitud correcta de la ciencia, pero no puede ser hueco de contenido: tiene que basarse en el análisis de la evidencia”, dijo Fariña; sólo así funciona el andamiaje de la ciencia, que es, “una creación colectiva de inspiración individual”, agregó.

 

Fuente: diario “El Observador”