Me siento como piel tensada,
mil veces golpeada por manos
que jamás practicaran las caricias.
Me siento como profundas pisadas,
marcadas en el barro del barranco,
cubiertas por secos pétalos de rosas.
Me veo reflejado en el espejo
en el que nunca se han querido
mostrar las miradas indolentes.
Me veo nadar en lagrimales
en los que escuché, de nuevo,
los principios nihilistas
que nunca he compartido.
Me siento acompañado,
cuando los abrazos se ausentan,
del danzar de golondrinas,
del vuelo de las pardelas
y del canto de los mirlos.
¡Cada vez son más extraños!
¡Cuántos recuerdos…!
al pisar unas huellas en calles
que hace tiempo no transito
y me dijeron, al oído, ser las mías.
Me veo, con frecuencia,
empujado por aquellos
que deciden matar al Arco Iris.
Me veo en la barca del que emigra
y en los ojos del niño de la guerra,
en los moratones de las mujeres golpeadas
y en la piel de aquellos
que sufren el frío de la noche.
Me veo en el que sufre el grito y el rechazo
del homófobo de turno
y del racista que con el dedo señala.
También me veo en la piel
del que se siente marginado por su credo
aunque yo me declare no creyente.
Me veo en nubarrones y en soles y en lunas
que miran a los Otros con cariño.
Me veo en las charcas del fondo del barranco,
en secos dragonales, en puños alzados
y en lágrimas silentes.
Me veo en las aguas reflejado,
en los ojos que miran al océano,
en los vientos que azotan mi mirada
o en reflujos que pretenden acallarme.
De manos de la aurora yo me veo
cuando ella desea llevarme hasta el ocaso.
Sufro la presión de círculos de metal
que se enredan en mis brazos
al ser mil veces abollados.
Me gusta perderme en piedras triangulares,
en pétreas olas marcadas en paredes…
en playas que siempre me llevan al comienzo.
Me veo reflejado en el puño levantado
y en el alma del que alza su mensaje solidario…
en un rayo que se apaga en una nube
y también en los ojos de un payaso.
Me veo apoyado en el seco tronco
de un solitario drago milenario,
… entre cañas tocando las chácaras
cuando desnudo me veo frente a ti
sin saber, en ese momento, que decirte.
Me veo volar tras las quimeras
que otrora me besaran.
Me veo reflejado
en el gélido miedo de los niños
que temen a las olas
que sacuden fuertemente las barcazas.
Me veo subido en unas vallas,
en los muros que impiden el paso,
en las barcas que pierden el norte,
en las aguas que a los sueños ahogan.
Me veo junto a ti que te emocionas,
me veo junto a ti que te preocupas,
me veo junto a ti que al cielo gritas,
pidiendo que, por fin,
un milagro se produzca.
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