La investigación llevada a cabo en cuatro comunidades –cada una con diferentes características pero representativas de situaciones prevalecientes en la región– revela que todo aspecto es fundamental, desde su proximidad a los mercados y poder de negociación hasta el nivel de dependencia de la madera para sus medios de vida.
“Las comunidades que no pueden costear el pago de los planes de manejo terminan abandonando el proceso, pero continúan cortando madera”
Esto significa que los responsables del diseño de políticas deben tener en cuenta no solo a las comunidades sino a todos los actores –incluso los operadores de motosierras, los aserraderos y los intermediarios– a la hora de desarrollar sistemas orientados a fortalecer la gestión forestal a nivel local.
Diferentes comunidades tienen características distintas y usan los recursos de diversas formas. Mientras que algunos tienen empresas constituidas para vender madera, otros usan los bosques como una especie de cuenta de ahorros, donde las familias cortan algunos árboles para poder sufragar los gastos de educación o hacerle frente a una emergencia médica.
Los mercados también son variados y van desde lo formal y relativamente transparente, con contratos claros de compradores en las ciudades, hasta los mercados informales, a veces ilegales, en áreas remotas, que dependen más de intermediarios que tienen acceso a los compradores.
Para entender el grado en que las comunidades y los pequeños propietarios se benefician de los bosques, se deben tener en cuenta dos grupos de factores.
Uno está relacionado con el acceso de las comunidades a los mercados, así como su nivel de organización, poder de negociación y conocimiento de las dinámicas del mercado. El otro se relaciona con las condiciones del mercado en sí, incluyendo distorsiones en los precios, falta de información debido a las relaciones asimétricas entre compradores y vendedores y las regulaciones que gobiernan los mercados.
Estos componentes, combinados de diferentes formas en cuatro comunidades en Nicaragua, Bolivia y Brasil afectan la manera en que ellas manejan sus bosques y la cantidad de ingresos que reciben.
Es posible que las comunidades que usan sus bosques como reservas de “efectivo” no necesiten –ni deseen- invertir en planes de manejo de gran escala. El requisito que exige la elaboración de un plan comercial los podría empujar hacia mercados informales o ilegales. Y la mayor parte de comunidades rurales venden en cierta medida a los mercados informales, dependiendo de las condiciones y la demanda, sostuvo.
En lugar de tratar de eliminar a los mercados informales con regulaciones demasiado costosas o complicadas, se sugiere que las autoridades diseñen políticas que faciliten que todos los actores del mercado –incluyendo los pequeños propietarios, operadores de motosierras, aserraderos y los compradores– operen legalmente y de manera más eficiente.
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