Está claro que la concentración de la especie humana en grandes conglomerados urbanos es un foco de infección y contagios variados de enfermedades físicas, espirituales y mentales. Aunque claro, todos atendemos la necesidad de vivir entre vecinos uno sobre otro debido a nuestra esencia social a pesar de que ni nos saludemos, ni nos miremos y sintamos mucha soledad viviendo apegados, ya que esas son las marcas de la modernidad.

Hoy más que nunca el asfixiante barbijo y el elevado precio del oxígeno nos hacen pensar en todas las alternativas posibles de vida, dado que no volveremos a la normalidad y debemos crear una nueva, la nueva cotidianidad y la nueva vecindad caracterizada por el distanciamiento personal. Es así que surgen ideas de la parte buena que todo villano tiene que se originan en el encierro prolongado, en el miedo, la incertidumbre y el anquilosamiento muscular que provocan las cuarentenas urbanas.

Una de esas ideas es el agroturismo comunitario que consiste en visitar comunidades donde las familias rurales hacen conocer su producción, su tradición alimentaria, comparten un día de trabajo y muestran sus paraísos escondidos, de esta manera campo y ciudad se aproximan para conocerse y ponen sobre la mesa sus intereses y necesidades, así como su entusiasmo y voluntad, recuperando las relaciones deterioradas y resquebrajadas por la vorágine citadina. Este es el caso de la ciudad de La Paz, donde un grupo de más de 20 comunidades rurales en el transcurso de 4 años han ido conformando circuitos interregionales hasta llegar al 2021 con una evolución significativa y han decidido identificarse con el nombre de Red Polinizar para fortalecer un proyecto que busca generar ingresos económicos adicionales y complementar su sistema de comercialización de alimentos, flores, plantas medicinales y artesanía que, actualmente se desenvuelve en un esquema de desigualdades económicas con mercados que no están dispuestos a pagar un precio que devuelva los costos reales de producción campesina.

Las visitas de la ciudad al campo ocasionan un encuentro multifacético, una interrelación horizontal en un escenario diferente al de la feria o los mercados en la ciudad, donde no hay tiempo de conocer algo sobre la historia de los alimentos y donde prima la negociación entre comprador y vendedor, antes que el intercambio equitativo de valores vitales. En cambio, en el campo los visitantes tienen la posibilidad de conocer a las familias productoras en su situación cotidiana, entrar en sus casas, sentir las faenas en carne propia y recibir atenciones. Así los roles se transforman, las sensibilidades se combinan y cuando vuelven a encontrarse en el mercado urbano, la negociación por los alimentos incluye sentimientos.

Otro de los beneficios que se puede destacar del agroturismo es que, en estos tiempos de crisis sanitaria humana, el campo brinda condiciones particulares como naturaleza, aire despejado, climas diversos, picaduras de mosquitos o yedras que resultan siendo una especie de vacunas y alimentación diferente, de manera que el cuerpo se somete a distintos contextos biológicos y obtiene mejores posibilidades para desarrollar resiliencia.

En el campo, no solamente el visitante tiene la opción de cambiar su perspectiva, sino también la familia campesina anfitriona, ya que recibirá felicitaciones y ánimo, tanto como preguntas, críticas, sugerencias y observaciones inesperadas de sus visitantes, además de que el rubro turístico como tal le obligará a implementar servicios específicos y condiciones apropiadas para esperar a sus caseros y caseras (así se llama en Bolivia a los clientes).

El nombre de Red Polinizar hace referencia a la acción natural que viabiliza la reproducción de los complejos vitales y la figura análoga es que las comunidades son las flores y cada agroturista es como las abejas que las visitan de una en una, reproduciendo las bases ideológicas que son conocer para cuidar la biodiversidad, valorar los sistemas alimentarios patrimoniales, consolidar las relaciones directas entre productor y consumidor, entender la dinámica económica que emerge de esa relación directa y dimensionar los costos de producción más allá de la economía convencional, incluyendo las consecuencias ambientales y los factores armónicos.

El Departamento de La Paz es como un resumen de toda Bolivia en cuanto a pisos ecológicos y biodiversidad, por eso la Red Polinizar tiene la suerte de contar con comunidades del lago Titicaca, del altiplano, de los valles, de las cumbres nevadas, de los yungas subtropicales y del trópico, cuya ubicación varía ampliamente de 5.000 y 400 metros sobre el nivel del mar. Y como es de suponer, la oferta productiva es exuberante entre frutas, verduras, tubérculos, lácteos, medicina, flores, artesanía, cosmética, etc., tanto de la agricultura como de la recolección en zonas de bosque.

A la fecha, hay comunidades nuevas que se aproximan a la Red para iniciar su experiencia agroturística y, por otro lado, las comunidades más antiguas avanzan hasta poder encargarse de toda la cadena promotora de sus ofertas de manera autónoma, convirtiéndose, además en formadoras de aquellas de reciente incorporación.

Todo este fenómeno empezó siendo una de las áreas de la Plataforma Agrobolsas Surtidas, que continúa su trabajo bajo el lema “alianza rural urbana por una alimentación digna” que, por supuesto es el espíritu que iluminará el camino y dará consistencia siempre a la Red Polinizar en muchos caminos y direcciones, aprendiendo entre familias del campo y la ciudad a ser cómplices en la construcción colectiva de una economía real, limpia, sana, accesible, ambientalisada, restauradora y circular que reconozca que la calidad de vida se puede encontrar en el retorno a la tierra y al bosque por muchas rutas racionales, bien pensadas y consecuentes que produzcan esa nueva normalidad.

Sitio oficial Red Polinizar aquí