A la postre, es la justicia quién debe decidir la culpabilidad o inocencia de los presuntos delincuentes y apoyar y promover cualquier tipo de investigación que ayude a esclarecer los hechos y castigar a los responsables.

El caso del Football Leaks es un ejemplo de investigación periodística llevado a cabo por un consorcio europeo que merece todo el respeto de aquellos que amamos la justicia y la transparencia. Es habitual que los presuntos autores o cómplices  busquen excusas, utilicen sus recursos y clamen a sus amistades para frenar o desviar las investigaciones. Lo hacen, seamos sinceros, porque temen las consecuencias de unas rigurosas pesquisas. Estos días oirán hablar de persecuciones, de los efectos que puede tener el tema en la racha goleadora sus ídolos millonarios, o en la concesión del Balón de Oro. Memeces.

Existe el apoyo incondicional y apasionado de muchos, pero es más grave cuando una entidad deportiva da la cara por los presuntos malandrines,  exigiendo el respeto que ellos, presuntamente, no  han tenido con los ciudadanos. Porque, amigas y amigos, no hay nada más indecente que incumplir con las obligaciones fiscales nadando en la abundancia, mientras los europeos de a pie les hacemos carreteras, palacetes y les proporcionamos los servicios médicos para que curen sus heridas de las batallas futboleras. Y no me digan que las clínicas son privadas y los arquitectos e ingenieros también, porque estos profesionales se han formado en universidades europeas sufragadas con el esfuerzo de todos y las autopistas por donde circulan, los estadios en los que juegan, incluso la calidad del aire que respiran, también lo hemos pagado entre todos.

La información obtenida, y que algunos tratan de paralizar, lo es en base de 18,6 millones de documentos y en la recogida de estos datos han intervenido 60 periodistas y doce medios de toda Europa; además de El Mundo, han colaborado The Sunday Times, Der Spieegel, Le Soir, Mediapart, L’Espresso, Nesweek y media docena de periódicos más. ¿No merecen también todos estos profesionales un respeto?

Mientras la justicia llega sus conclusiones y se decide a sacar el adjetivo de presuntos y  castigar las infracciones y delitos que hubiesen podido cometer, se preguntarán ustedes qué pueden hacer. Les daré una idea. A partir de ahora, no consumir ni uno de los productos que anuncien esta gente. Que el incremento de ventas se convierta en detrimento y en rechazo para los compradores. Ya sé que pido casi un imposible, que hay mucho imbécil que se muere por gastar su paga extra en los productos que promocionan los presuntos malandrines; pero que  piensen en ello cuando tengan que cumplir con Hacienda, mientras la ingeniería financiera traslada millones de Irlanda a las Islas Vírgenes. Que agudicen el oído y escucharan ¡Sí!, cuando le comuniquen al malandrín de turno que ya hay un nuevo ingreso, libre de impuestos, en su cuenta de la cochina Suiza.