¿Cuál es el problema?

Yuly, María, Jani, Joel y las personas que integran la organización CREDHOS son personas valientes. Junto a sus comunidades en el Catatumbo, Magdalena Medio, Meta y Putumayo contribuyen a garantizar la vida y acabar con la violencia en Colombia y a proteger los recursos naturales. Lo hacen en un país en el que los ataques que sufren suelen quedar impunes y en el que ninguna autoridad puede garantizar su seguridad.

Colombia es uno de los países más peligrosos para defender derechos humanos. Aproximadamente, cada dos días, una persona defensora es asesinada en el país.

El gobierno de Colombia tiene una oportunidad histórica para asumir su responsabilidad y asegurar que las defensoras y los defensores de derechos humanos puedan continuar su labor sin miedo a represalias, sin que sus vidas corran peligro.

Proteger a quienes protegen los derechos humanos es la única opción que tenemos para que Colombia viva sin violencia.