Ver en retrospectiva los meses que han pasado a nivel social, político, económico, de naturaleza y especialmente de salud y, lo que hemos sentido en lo personal y familiar, lo llaman vivencias.

Vivencias que, más allá de ese ayer, se sienten hoy en presente.

Un presente en el que aún no se superan los miedos, las incertidumbres, tristezas y lágrimas que en este ahora, además, nos deja el virus en cada mutación.

Mutación que nosotros mismos estamos experimentando, en nuestra forma de vivir y de allí el salir a recorrer el camino de la transformación.

Un recorrer en el presente, en el hoy.

Un hoy que nos hace sincerarnos con nuestros procederes y actitudes de esos ayeres, para buscar lo simple.

Una simplicidad que nos interroga, como por ejemplo el qué voy hacer hoy, cómo lo voy hacer o simplemente con quien lo hago.

Innumerables preguntas, dónde a muchos les cuesta encontrar esa respuesta simple a lo que sería encontrar, a ciencia cierta, su nuevo modelo de vida.

Respuestas que buscamos los humanos y especialmente los latinos. Esos que luchan ante las adversidades en cada uno de los países que conforman Latinoamérica y el mundo.

Hispanos que buscan salir adelante, que, a pesar de esos miedos, lagrimas y vivencias, se proponen siempre recorrer el camino…

Un recorrer que muchos continúan haciéndolo solos, dónde el viento, el frío o el sol son los compañeros de ese viaje en búsqueda de una oportunidad. Otros luchan en resistencia, no aceptando los patrones que la vida tiene, sino buscando salidas propias en sus países, por sobrevivir, estudiar y vencer las circunstancias de un mundo enfermo y cambiante.

La mayoría de los hispanos son ejemplo de ese coraje y un ejemplo de ellos mi gente de Venezuela.

Nuestra gente hace de la lucha un modo de vida, dentro y fuera del país. Nuestra gente que a la cual la edad o situación profesional, se reinventa para recorrer nuevos caminos y que, antes de hacerse moda, nos hemos caracterizado por ser “emprendedores» y ser responsables del milagro de la vida diaria y dar alegría y salud a los nuestros.

Lo amigable, junto a la arepa se internacionaliza, pero igualmente se valoriza a los amigos de esos recorridos, sin importar el país, para mezclarnos en un presente con amabilidad, sensibilidad y forjadores de puentes a lo positivo de otras nacionalidades.

No ha sido fácil, no es fácil, ni será fácil.

Lo que si es seguro y verificable es nuestra buena actitud. Esa de secarse las lágrimas, de reinventarse, de reintentar y especialmente, desde lo siempre hacer lo mejor, lo que sabemos hacer bien.

Un bien que va desde honorar a los que no están, sacudirse de las caídas, y buscar la magia, única y verdadera que tenemos los humanos: La solidaridad.

Humanos únicos, con talento, con impulso, arrojo y para con gratitud recibir el 2022.

Un 2022 con el deseo colectivo de ser mejores en la práctica, no en las redes, estar en presente, porque todo va estar bien si estamos juntos, en las distancias, si también, pero presentes.

Somos capaces de desear y hacer que las cosas pasen, y somos capaces de identificar que para que eso suceda, debemos hacerlo nosotros mismos y salir adelante, ya no contando con politiqueros de modas.

Mi deseo que en tu camino solo te detengas a beber agua, para hidratar tu ser, a respirar el aire de ese camino, para sentir el amor de familia y poner fe en ti.

¡No te detengas!

Que ese recorrido sea infinito y se proyecte, no importa el recorrido, el camino, lo que haces, solo importa tu existencia, tu capacidad de vencer obstáculos y no mentirte, saber renunciar a tiempo para recomenzar. Recuerda que en ese recorrido el destino eres tú, la dicha está en ti.

Emprende ese recorrer del camino 2022 dónde lo único que sabemos es que debemos ser auténtico sin pretensiones, ser respetuoso contigo y preparar o transformar tus habilidades que hagan de ti un ser productivo.

Una persona que se cuide, que cuida y que deja huellas en el pequeño lugar donde se encuentra con acciones que impactan a la familia.

Feliz Navidad!