No sé si la Barberá servirá de motivo para aumentar el refranero español, pero el jueves dio motivos para ello. En la rueda de prensa dejó bien claro que no dimitiría porque se sentía inocente de todo, aún sin saber si hay cargos contra ella: Excusatio non petita, accusatio manifesta. Durante 41 días ha permanecido encerrada en su casa observando, como la vieja del visillo, los movimientos de los periodistas. En ese tiempo no ha aparecido por el senado ni un solo día y pese a esa deserción laboral cobrará por esas 41 jornadas  9.547 €.

En eso, en los gastos de sus viajes, o en el descontrol para  su equipo de tunantes del ayuntamiento valenciano, se resume su filosofía de vida y la de muchos dirigentes de su partido. La política es sólo un medio de vida, el territorio es su cortijo y los administrados una pandilla de desagradecidos, piensan.

Rita se quejó lastimosamente de la persecución mediática y acusaba a los periodistas de escudriñar sólo los asuntos del Partido Popular – luego, los hay – y les invitaba a buscar en otras formaciones políticas, incluso lanzaba una inquietante acusación sobre Ciudadanos, preguntándose de dónde habían sacado el dinero para tres campañas electorales sin recursos económicos, sin poder y sin reservas. Hubo para todos: socialistas por los Ere, convergentes por el caso Pujol y las susodichas ayudas venezolanas para Podemos, todo eso lo iba soltando mientras pedía cínicamente para ella y su equipo el respeto a la presunción de inocencia, confundiendo delito – por probar – con la falta de responsabilidad política, ya claramente demostrada.

Y luego cantó, cantó por peteneras los peligros del comunismo más rancio,  los males del periodismo inquisitorio o la persecución de jueces y fiscales. Interiormente se preguntaba cómo era posible que, todos esos antisistema, hubieran podido profanar su cortijo y su caloret. Porque Rita Barberá está confundida, no sabe de qué pecó, ella se acoge al sistema, al actual. Está por encima del blanqueo del dinero público, de las mordidas, de las cajas B, de los lingotes de oro, de las pesetes de Alfonso Rus, de la opinión ciudadana, de los periodistas, incluso de la Justicia. Así se lo habían contado sus amigos, a quienes no menciono porque ya lo hizo ella. Lo púe ser to decía Rita Giménez, la Barberá lo ha sido; incluso, la justicia tiene la palabra, culpable.