Era tan difícil luchar.

Enajenación y locura rodeaban el lugar.

No podían, ni siquiera imaginar el miedo.

Fue, un simple cromosoma lo que las sentenció,

siendo maltratadas de por vida,

por el fino chuchillo de la ira y cobardía.

 

Hombres impotentes, vestidos de hiel, protegidos por capas de hielo.

Y ellas gritaban:

¡Señores del mundo, ustedes que pueden, hagan algo, paren esto!.

 

¿Es que no ven a sus hijas y a sus madres cuándo las golpean?

¿Es que están ciegos?

 

Sus gritos rasgaron la noche surgiendo finos girones de silencio.

El alba se había marchado y la noche se adueñó del miedo.

 

Mañana, María ya no abrirá sus ojos a la tímida luz de un fugaz lucero.

Ya no será acariciada por el suave beso del cálido viento.

 

Mañana, sólo quedará su recuerdo custodiado por un nombre

“el del silencio”

 

María del Carmen Aranda es escritora y autora del blog mariadelcarmenaranda.blogspot.com