En enero de 2008, en plena borrachera de poder de Cristina Narbona como Ministra de Medio Ambiente y en plena orgía de abusos contra los débiles en aplicación de la ley de costas, reuní a todos los colectivos que trabajaban conmigo para fundar una plataforma ciudadana que plantase cara a aquel gobierno intratable. Al año siguiente habíamos conseguido una declaración histórica del pleno del Parlamento Europeo dándonos la razón en todo y reclamando de España cambios importantes en la ley y en la gestión de las costas.
En estos días me preguntan si será posible detener la puesta en marcha de una industria de extractiva de petróleo en el Golfo de Valencia. Mi respuesta, a vista de los antecedentes, es afirmativa. Pero no sólo a vista de los antecedentes, sino especialmente de la extraordinaria respuesta ciudadana, la maravillosa energía y la pujante vitalidad que, aunque no en todos sitios por igual, he visto brotar para combatir esta amenaza.
El proyecto fue autorizado por el gobierno de Zapatero en 2010. El PP lo lanzó contra el PSOE como arma arojadiza, pero ahora el ministro Soria, lamentándose de que los permisos ya están otorgados, lo alienta e impulsa. Algo sucede allá arriba, en los despachos de moqueta espesa. Algo secreto y difícil de explicar. No me refiero necesariamente a sobornos de truhán callejero, pero soy lo bastante mayor para saber que los gobiernos nunca han gobernado y siempre han sido marionetas tristes del poder económico. Por esto pienso que este nuevo problema que sufrimos los ciudadanos no nace de un deseo de favorecer el bien común, sino de maniobras diseñadas por lobbies petroleros, y que el Ministro no sé si es que se deja llevar o qué le pasa, pero dice cosas más que discutibles.
Por ejemplo, que el Gobierno nada puede hacer contra el proyecto por culpa de las autorizaciones ya otorgadas. Esto es una ofensa a la inteligencia, porque el Ministro sabe bien que tras aquella autorización genérica de Zapatero, se precisa otra expresa para los actos concretos de prospección, y teniendo en cuenta las agresiones al medio ambiente que éstos comportan, están sujetos a previa declaración de impacto ambiental. Que el Ministro diga que la cosa es imparable es lo mismo que pasarse por el forro la objetividad con la que debe dictarse esa declaración de impacto ambiental y sugerir que todo eso no es más que papeleo para cubrir el expediente, y nunca mejor dicho.
La prospección sísmica que propone la empresa consiste en un cañonazo pulsante de 259 decibelios cada diez segundos, día y noche durante tres o cuatro meses, a fin de obtener un modelado tridimensional del lecho marino y sus estratos. Se trata de un sonido de intensidad atronadora capaz de romper la vejiga natatoria de los peces y matarlos, alterar o lesionar el crecimiento de larvas y maduración de nuevos y causar reacciones imprevistas de huida u otras.
Por otra parte la perforación, en estimación del profesor de la Universidad politécnica de Valencia Don Miguel Rodilla, alcanzará kilómetros bajo la corteza terrestre y traspasara estratos incluso del periodo carbonífero. En su largo camino al interior de la Tierra es muy posible que encuentre embolsamientos de agua formados hace millones de años cuyas propiedades nada tienen que ver con las del agua que conocemos. Se trata de un líquido ácido, rico en metales pesados y posiblemente radiactivos, que será absorbido por la sonda, traído a la superficie y posteriormente vertido al mar.
O sea, que los condicionantes medioambientales de lo que el Ministro Soria dice que es imparable resultan bastante serios, y a todo esto resulta que su Gobierno ha olvidado el pequeño detalle de que con arreglo al artículo tercero del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, la conservación de los recursos biológicos marinos es competencia exclusiva de dicha Unión Europea, por lo que ese sospechoso entusiasmo de Soria podría acabar en patinazo histórico, que no sé si le costará la carrera pero que podría dejarlo para vestir santos.
La queja donde se denuncia este despropósito ya está en el Parlamento Europeo. La presenté hace tres días y está siendo secundada masivamente por los ciudadanos, por lo que confío, aunque sea cordialmente, en que con esto se lleven un disgusto el Ministro y sus amigos petroleros.
Hay quien, sin conocer de qué va la cosa, expresa su simpatía por el proyecto, considerando que es bueno para España tener petróleo propio. Pero no creo que esto se pueda expresar así, porque ese petróleo que oficialmente es nuestro, dejara de serlo cuando la empresa disponga sus plataformas y comience a extraerlo. Su único compromiso es el suministro a nuestro país, algo con lo que por otro lado está encantada, puesto que los gastos de transporte del crudo a refinería son mínimos. Pero compraremos nuestro propio petróleo a precio de mercado, tal como si viniera de Arabia Saudi.
¿Cómo es esto posible? Son las reglas del capitalismo, tan opuesto con todo lo que suene a empresa pública y tan complacido con un desenlace final en el que la empresa explotadora nos venderá nuestro propio crudo. Hará un negocio muy interesante y a nosotros no de dejará el chapapote, la contaminación y demás problemas medioambientales que constituyen un riesgo de cuidado para el turismo, que es la única industria nacional que merece ese nombre.
El proyecto podría quizá haber sido bueno para España si el petróleo fuera extraído por una empresa pública capaz de distribuirlo a bajo precio. Es claro que esto reduciría los costes empresariales y haría las empresas españolas más competitivas. Pero no soñemos, no vivimos en ese mundo. Y, en todo caso, el riesgo de marea negra y de ruina de la actividad turística es indiferente al carácter público o privado de la empresa.
Lo que está sucediendo es muy interesante, aleccionador e instructivo. Se trata de un nuevo enfrentamiento entre David y Goliath, o si se quiere de un nuevo episodio de lucha de la sociedad contra el estado. Ellos nos quieren dóciles. El pueblo nunca figura en los cálculos de los poderosos. Sus equipos sólo planifican mediante números, incluyendo las donaciones a los partidos políticos que, como sabéis, no son accesibles al público (lo que, dicho sea de paso, queda definitivamente subsanado en el manifiesto 2012). Pero en nuestro caso, los ciudadanos, especialmente mis amigos de Ibiza, han demostrado no ser ni dóciles ni pasivos y están dando un ejemplo de civismo al oponerse al proyecto con mucha imaginación, mucha dedicación, mucha paciencia, mucho sacrificio y todos los medios imaginables.
Cuando intervengo en un medio de comunicación y al terminar la entrevista me preguntan sin quiero añadir algo más, siempre aporto la misma reflexión: Los derechos o se ejercen o se atrofian. Cuando dejamos languidecer nuestros derechos ciudadanos, el enemigo se crece y nos arrolla. Justamente lo que están haciendo los ciudadanos de Ibiza es recordar a la maquinaria del poder que están muy confundidos cuando sacan la calculadora y olvidan el factor humano..
Personalmente me siento afortunado al poder trabajar codo con codo con estas personas que se crecen y se ennoblecen en la adversidad. Creo que su esfuerzo tendrá premio y que los ciudadanos volverán a prevalecer frente al turbio consorcio de burócratas y empresarios todopoderosos.
José Ortega es abogado y autor del blog manifiesto 2012
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