Meriam Yehya Ibrahim está embarazada de ocho meses y actualmente se encuentra recluida junto con su hijo de 20 meses. La condena a muerte se dictó esta mañana tras negarse a abjurar de su religión.

“El hecho de que una mujer haya sido condenada a muerte por su elección religiosa, y a flagelación por estar casada con un hombre de una religión presuntamente diferente es atroz y abominable. El adulterio y la apostasía son actos que no deben considerarse delitos en modo alguno. Es una vulneración flagrante del derecho internacional de los derechos humanos”, ha afirmado Manar Idriss, investigador de Amnistía Internacional sobre Sudán.

“Amnistía Internacional considera que Meriam es una presa de conciencia, condenada únicamente por sus creencias religiosas y su identidad, y debe ser puesta en libertad de inmediato y sin condiciones. El derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, que incluye la libertad de tener creencias, es profundo y de largo alcance; abarca la libertad de pensamiento sobre todas las cuestiones, las convicciones personales y el compromiso con la religión o las creencias.”

Amnistía Internacional ha lanzado una ciberacción dirigida al Ministro de Justicia de Sudán, Mohamed Bushara Dousa, para pedir que sea liberada de inmediato. La criminalización del adulterio viola los derechos a la libertad de expresión y de asociación, y su aplicación discrimina invariablemente a las mujeres. La pena de flagelación y el uso de la pena de muerte violan la prohibición absoluta de infligir tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes contenida en el derecho internacional de los derechos humanos. Amnistía Internacional se opone al uso de ambos en todos los casos sin excepción. También se opone a que la “apostasía” sea considerada un crimen porque es incompatible con el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.

amnistia.org