Seré honesta. Hace poco busque en Google “cómo convertirse en ciudadano suizo”. Lo hice. No os mentiré, soy superficial. Puedo hablar un francés básico, y quiero ser una lechera en alguna minúscula granja de los Alpes y aprender canto tirolés. Tengo la sensación de que los suizos son tan neutrales para todo, que hasta el racismo debe ser demasiado esfuerzo.

¿Por qué hice eso, os preguntaréis? ¿Por qué Suiza? ¿Por qué huir de la “Kenia Mágica” (¿quién más odia esa campaña publicitaria y piensa que estaríamos mejor representados por un remix de “Niko na Safaricom” y “Tusker Milele”?)?[2]

¿Por qué? Odio las noticias. En los periódicos, en televisión. Quiero darle una patada a la televisión, o sintonizarla permanentemente en Afro-Sinema [3] para poderme reír de algo que tenga gracia de verdad. Odio esta esperanza inocente y ciega de que las cosas irán a mejor. Odio este deseo de que todo arda, de que todos los miembros de una cierta generación mueran, para poder volver a empezar desde cero.

Odio estos momentos, porque me recuerdan que incluso si ganase concursos de canto tirolés en los Alpes y pudiera, de alguna manera, convencer a las vacas para que produjeran 20 litros diarios, probablemente no haya ningún otro lugar en que mi alma se sienta completamente en casa. De hecho estaría inquieta por este montón de mierda que tiene las narices de considerarse a sí mismo como país; algo parecido – perdonad la analogía políticamente incorrecta – a esas mujeres maltratadas que regresan junto al marido borracho, con el ojo aún morado y dolorido, y limpian sus pantalones vomitados y sucios, y le cocinan su plato favorito a continuación.

¡Puaj! Odio que mis sentimientos sobre este país provoquen que se me pueda diagnosticar como esquizofrénica. Y entonces te conocí.

Conocí a un chico que había acabado la escuela tres años antes que yo, y es ahora un médico interino en un lugar minúsculo llamado Endebes. Yo ni siquiera sabía dónde caía (está cerca de Kitale, parece ser). Estaba hablando con él sobre esto, cuando dijo algo profundo: “La gente nos necesita. De verdad.” Este chico podría tener un futuro brillante, repleto de dinero, un futuro maravilloso si siguiera con sus estudios – y a pesar de eso, allí está, en un pueblo diminuto y olvidado.

Hace poco tuve una clase con un nutricionista – un tipo brillante, al que le iría muy bien en una consulta privada porque tiene un gran don de gentes y se expresa MUY bien, y SABE de qué habla (los médicos suelen ser gente a la que difícilmente les impresiona las demostraciones de conocimiento, y aún así este tío se las apañó para tener a una sala de casi cuarenta pendiente de cada una de sus palabras, durante más de una hora). Ha elegido trabajar para el gobierno, aconsejando a la gente con VIH/SIDA sobre cómo llevar una dieta adecuada. En Molo.

Tengo una amiga a quien le tocó un destino difícil de aceptar para todos nosotros. Pero allí se fue de todas formas, y aguantará con la cabeza bien alta viviendo sola en un pueblo que apesta a sulfuro, a ocho horas de todo lo que ella podría considerar como su casa. Será aún más jodidamente brillante de lo que ya es, y la gente necesitará gafas de sol para mirarla.

Conozco a otra mujer que lucha con uñas y dientes, mientras hablamos, para mantener abierto el único teatro con una compañía residente de Kenia abierto, a pesar de tener que entablar puñeteras batallas con los que siempre están ocupados, pero que no saben ni limpiarse el culo por ellos mismos. A diario se entrega a ello, aunque fácilmente ganaría mucho más ejerciendo como la abogada brillante que es. Le cansa, pero aun así sigue levantándose y afilando la espada.

Podría continuar. Pero todos vosotros me habéis enseñado algo profundo y duradero. Puedo ver –incluso si es a la luz de una frágil llama – que Kenia no son sólo pésimas carreteras, malas compañías telefónicas que no nos dejan enviar SMS gratis, predicadores del evangelio-de-la-prosperidad, pseudo-universidades “cerificadas internacionalmente” que dan una educación de baja calidad, POLÍTICOS ODIOSOS QUE SE PELEAN FRENTE A LAS CÁMARAS Y JUEGAN JUNTOS AL GOLF LOS FINES DE SEMANA, suegras intolerantes que no ven bien el casarse con alguien de otra tribu, hospitales donde se roban los suministros del gobierno para luego vendérselos a los pacientes, KPLC [4] publicando un horario para los racionamientos de energía que luego no se cumplen, y la epidemia de hombres y mujeres casados y con ‘mpango wa kando’ [5].

Kenia es la gente. Individuos con una voz que se puede convertir en un grito colectivo pidiendo un cambio. Kenia eres tú. Kenia soy yo. Kenia es odiarla, pero levantarse y decir que lo intentarás, coger tu pala para empezar la limpieza del Montón de Mierda, como todas las personas que te inspiran han hecho y siguen haciendo.

Ser keniano es – incluso si pareces un criminal en la foto de tu DNI, y tienes todas las razones para querer ser uno (¡y probablemente tengas éxito en ello!) – decidir cada día no ser un criminal.

Kenia no son los absolutos. No podemos acabar con todos los políticos. Con todas las ONGs. Con todas las instituciones públicas. Pero si podemos ver un camino en este denso bosque de ¡puajs!, y aunque la única forma de abrirnos paso sea con una guadaña, y sepamos que nos saldrán ampollas en las manos y nos dolerán, y que será un trabajo que durará toda una vida, aún así decimos que lo intentaremos. Al menos.

En vez de reclinarnos en el asiento y quejarnos. La alternativa es convertirse en la primera lechera suiza negra con una Diplomatura que le hace ser completamente inútil para cuidar vacas

Tíos, todos vosotros, maravillosos patriotas-que-entablillan-huesos-rotos…vuestra Kenia NO se está yendo al garete. Y, por la Providencia…la mía tampoco. Pelearéis para liberarla de sus garras de hierro, incluso si sangráis haciéndolo. Gracias por vuestra visión panorámica.

Notas:

  • [1] Harambee, en suajili literalmente “trabajando juntos por un propósito común”. Tras la independencia en 1963, Jomo Kenyatta, adoptó “Harambee” como un concepto integrador que ayudara a construir la nueva nación. Harambee también es el lema oficial de Kenia y aparece en su escudo de armas.
  • [2] “Safaricom y yo” y “Tusker para siempre”.Se refiere a dos campañas publicitarias muy populares de Safaricom (la principal compañía de telefonía móvil en Kenia) y Tusker (la marca de cerveza más popular en el país).
  • [3] Espacio de cine nigeriano en la cadena de pago keniana Citizen TV.
  • [4] Kenya Power and Lighting Co. Ltd – Compañía eléctrica estatal de Kenia.
  • [5] En suajili literalmente, “plan paralelo”. Se refiere a las infidelidades en la pareja.

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