Pues bien, un día escuchando La Escóbula sus miembros hicieron alusión a una anécdota de un general norteamericano con una escolta de legionarios españoles. Enseguida se despertó mi curiosidad y me quedé con la copla, poniéndome a buscar dicha anécdota sin encontrar nada ante mi inutilidad con la computadora, perdón el ordenador. Pasó el tiempo y me olvidé de aquello hasta que escuché la misma anécdota en otro gran podcast llamado “Bellumartis”, donde hablaban de la Agrupación Táctica Canarias en la guerra de Bosnia.
Comencé de nuevo a tirar de ese hilo hasta encontrarla, me pareció original, curiosa y hasta graciosa, donde el ingenio y la habilidad superan por goleada al exceso en medios materiales.
Una agrupación táctica es una unidad formada exprofeso para un destino concreto, el caso de la Canarias (abril-93 a septiembre 93), al mando del Coronel Ángel Morales, Jefe del 3er Tercio, fue la encargada de sustituir a la Málaga, dentro de las primeras misiones de paz que realizaban nuestras tropas en la antigua Yugoslavia, en concreto en Croacia y Bosnia-Herzegovina bajo el mandato de la ONU, dentro de la misión UNPROFOR (United Nations Protection Force).
Para realizar esta misión la legión fue el cuerpo elegido por dos razones: la primera el ser fuerzas profesionales y la segunda que se tenía el convencimiento de que iba a haber bajas (cómo así ocurrió) y que sería muy difícil justificarlas en tropas de remplazo. Una vez desplegada la unidad, esta comenzó a hacer su trabajo como tropas de pacificación, negociación, escolta de alimentos, medicinas y de altos oficiales.
Dentro de una de estas misiones, los legionarios se prepararon para dar escolta a un alto dignatario norteamericano (algún político, general o alto miembro de la ONU…) El susodicho jefazo había solicitado que además de la escolta española, que era la que le correspondía por ser la zona de nuestra responsabilidad, se le sumaran dos “Humvee”, vehículo ligero blindado del que nacería el famoso Hummer. Al señor no le debió parecer que los frágiles Nissan Patrol, con capota de lona, que llevaban a nuestros hombres fueran seguros. Aunque el rechazo fue mutuo pues nuestros legionarios no pusieron buena cara ante la afrenta de ver aparecer los flamantes Humvee con su dotación completa, pero nada, ordenes son órdenes y el convoy se puso en marcha.
Partieron desde Jablanica dirección norte hacia un pueblo llamado Gorni Vakuf. El “tour” se desarrollaba como de costumbre, una carretera difícil, algún tiroteo por aquí y por allá, algún bombazo que se oye cerca, los legionarios aguantándose del traqueteo en las barras del Nissan, mientras que seguramente se chanceaban de lo cómodos que iban los yanquis en sus cacharros nuevecitos, cuando de pronto saltan las alarmas, el convoy se para y los hombres rápidamente se despliegan tomando posiciones.
¿Qué ha pasado? Se preguntan los españoles.
Nada que a uno de esos cacharros yanquis se le ha reventado una rueda.
¿Pero cómo? ¿no son semiblindadas?
Pues se ve que no, eso o estaba mal hecha.
Dentro del Humvee el pez gordo, comienza a dar órdenes por radio y el teniente español que habla inglés escucha que están dando las coordenadas pidiendo un nuevo vehículo lo que supone que en la base tendrán que preparar un helicóptero “Chinook” para transportarlo, lo que llevara su tiempo.
Sí queridos lectores, el Chinook es ese monstruo de dos rotores capaz de transportar hasta cincuenta hombres, dos vehículos ligeros todoterreno o con su gancho otros vehículos hasta unos 13.000 kg.
El teniente se acerca a sus hombres y les transmite lo que está ocurriendo, cuando uno de los legionarios le pregunta:
¿Cuánto tardaran en traer el nuevo cochecito?
Pues con la preparación del helicóptero por lo menos un par de horas, sino más.
La respuesta hace torcer el gesto a la tropa… Da la casualidad que es el cumpleaños de un compañero y todos estaban deseando terminar la misión para llegar a la base y pasar un buen rato tirándole de las orejas al muchacho mientras echan un trago.
Entonces otro legionario se acerca al oficial:
¿Mi teniente y por qué no cambian la rueda?
Una sonrisa que se dibuja en la cara del teniente, la pregunta es tan obvia que no necesita respuesta, el teniente se dirige al oficial americano y tras hablarle de lo expuestos que están en ese lugar le propone cambiar la rueda y continuar el camino lo más rápidamente posible, pero entonces ¡oh problema!, llevan rueda de repuesto pero no herramienta para cambiarla.
¿Pero cómo es posible? Los legionarios mueven la cabeza, “vaya por dios”.
El teniente propone cambiarla con las herramientas que portan los Nissan, pero aquí surge un nuevo problema, los vehículos americanos tienen la medida en pulgadas y los europeos en sistema métrico decimal, las herramientas no valen.
Entonces un nuevo legionario se acerca al teniente:
¿Mi teniente me da permiso para cambiar la rueda?
¿Cómo? Si las herramientas no valen.
Yo me apaño.
El teniente se acerca al oficial americano, le comenta la jugada y este intrigado y curioso acede, dicho y hecho. Con el gigante Humvee levantado a duras penas sobre uno de los gatos de los Nissan, el soldado español coge una llave fija, mayor que la tuerca americana y en el espacio sobrante inserta un destornillador plano y comienza a hacer fuerza hasta que ¡Clac!, el primer tornillo cede, de inmediato se suman otros legionarios para relevar al compañero y en un visto y no visto la nueva rueda brilla flamante en el vehículo, dejando a los norteamericanos con cara de haber visto un ovni, pero la sorpresa fue mayúscula cuando su gran jefe, ni corto ni perezoso, se monta en uno de los Nissan españoles, decidiendo que terminara el viaje en compañía de esos soldados tan aguerridos que le han sacado del aprieto, seguro de que si surge otra sorpresa le llevaran sano y salvo a casa.
Por su puesto la misión termino sin más incidentes, el Chinook no llegó a despegar y al llegar a la base los legionarios españoles una vez liberados del servicio se fueron a celebrar el cumpleaños de su compañero.
La misión española en la antigua Yugoslavia fue reconocida internacionalmente. Un país que hasta entonces no tenía ninguna experiencia en misiones internacionales, demostró no solo su valía, sino que terminó siendo muy querida entre la población local tal y como lo demuestra la actual plaza de España en Mostar.
Esta anécdota muy simple y tonta demuestra que aunque se sea muy “poderoso” y se vaya de “sobrao”, alguien con un poco de ingenio te puede dar un baño de humildad.
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