No llegamos a la realidad que viven países como Estados Unidos, Francia o Inglaterra por indicar algunos de los más representativos. Pero la situación a la que tendemos es imparable y, por lo tanto, debemos adaptarnos a ella. Hay cifras que hablan por sí solas, de los 198.042 inmigrantes censados en 1981 en España hemos pasado a 938.783 en el año 2000, a 1.300.000 en el año 2001 y, nada menos, a 2.597.014 en el 2005. Hablamos de inmigrantes censados, por lo que si añadiéramos todos aquellos que «no tienen papeles» las cifras se irían a unas cantidades mucho más relevantes. Se puede afirmar que el S. XXI va a ser el siglo del mestizaje, de la mezcla de culturas, de la tan debatida frase «Aldea Global». Por otra parte, nuestro país, como miembro de la Unión Europea, se va a encontrar en un futuro no muy lejano con trabajadores provenientes de otros países cuyos hijos se han de integrar en el sistema educativo español. La enseñanza de su cultura, historia y costumbres deberán pasar a formar parte del currículo obligatorio. Esta realidad se plasma en España también de forma diferente, ya que Comunidades como Cataluña u otras del sur ya están viviendo situaciones de mestizaje y multiculturalismo bastante definidas, y en otras, como Aragón, se está empezando a producir, aunque en menor escala y con unos condicionantes determinados.

La pregunta que nos deberíamos hacer ante esta realidad es si la escuela la está teniendo en cuenta o sigue aislada de la sociedad en la que está inmersa, quiera o no quiera. Si estamos ante una sociedad cada vez más multicultural la escuela debería dar respuesta a esa realidad. Pero ¿sucede eso?, ¿lo tenemos en cuenta?, ¿estamos suficientemente concienciados de esa realidad?, ¿llevamos a cabo en el aula procesos acordes con esa situación? Estas y otras preguntas deberían constituir preocupaciones esenciales de los que nos dedicamos a la educación. Tenemos una gran oportunidad de adelantarnos a realidades que se van a producir en un futuro próximo, tomando como referencia soluciones o procesos que ya otros países han llevado a cabo y proponiendo actuaciones que se puedan concretar cuando esta realidad tome cuerpo.

Una situación difícil y problemática

Nos encontramos con una realidad muy lejos de caracterizarse como algo tópico o de moda, ya que consideramos que va a ser uno de los problemas más importantes que tiene que resolver en un futuro próximo nuestro sistema educativo. Debemos aprender de la historia, y apreciamos cómo países como EEUU, con más de 30 años de experiencia ya en programas y actuaciones de educación multicultural, sigue debatiendo cuál debería ser el camino más adecuado para avanzar en este campo. Si nos atenemos a la historia de la educación multicultural en los Estados Unidos, esta nace en los años 60 y quizás tiene un momento culminante cuando se lleva ante los tribunales el caso Laud versus Nichollson, con la demanda de Laud de que los inmigrantes chinos en San Francisco reciban la educación en su lengua natal. Al mismo tiempo, hay luchas contra la opresión racial. Hacia mediados de los 60 el movimiento sobre los derechos humanos pasa de tener una actitud ideológica y estratégicamente pasiva a ser más agresivo, consciente de su papel tanto social como cultural y de su poder. Los movimientos feministas luchan contra la opresión sexual. En las universidades, el activismo toma forma en la demanda de cursos acerca de estudios étnicos y se forman Departamentos especializados. Parte de esta energía se dirige hacia la escuela intentando romper estereotipos y prejuicios étnicos. Al mismo tiempo, los estudios sociológicos demuestran que las teorías sobre la carencia cultural, que habían culpado a las minorías como causantes de sus propios males además de asumir la existencia de un componente genético determinado, son falsas y que el fracaso escolar de los jóvenes pertenecientes a dichas minorías se debe al sistema escolar, a las expectativas de este para con ellos, y al trato despectivo que sus culturas reciben en la escuela.

Así pues, aunque la situación a principios de S. XX es muy diferente a la de los 60, los problemas, después de millones de dólares invertidos en programas, currículos, cursos… siguen sin resolverse adecuadamente, con el agravante de que los movimientos sociales distan mucho de ser lo que han sido. Esto nos debe llevar a la reflexión de que es necesario planificar adecuadamente la actuación en un futuro de nuestro sistema educativo en relación a las minorías étnicas y las posibles diversas culturas que nos vamos a encontrar en la escuela. Tenemos la gran oportunidad de aprender de lo que ha pasado en otros países, de sus programas, de sus éxitos y fracasos… pero percibo que se sigue actuando en nuestro país sobre los problemas cuando estos ya se han producido. Así como se suele poner un semáforo en una calle cuando ya ha habido varios muertos e innumerables protestas, en educación se suelen plantear actuaciones cuando el problema ya se ha producido y solamente donde esa situación es relevante.

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Educación Intercultural

Como nos dicen F. Javier García, Rafael A. Pulido y Ángel Montes , cuando existe una presencia de grupos étnicos claramente diferenciados por razones del color de piel, lengua materna, valores y comportamientos religiosos, y, junto a todo ello y otros elementos más, diferencias socioeconómicas, entonces se reconoce la necesidad de una educación «especial» para atender tales diferencias. Aparece una nueva forma de conceptualizar la discriminación que se practica a través de la escuela: la discriminación por la diferencia cultural. La vieja (?) escuela discriminatoria y reproductora de las diferencias de sexo y clase también discrimina ahora (siempre lo hizo) a quienes pertenecen a grupos culturales diferentes al dominante y hegemónico en ella, y ambas discriminaciones, lógicamente, caminan juntas. Tal vez esta afirmación puede parecer algo radical, pero refleja la actuación real de la escuela. Si hasta ahora ha habido discriminaciones clásicas por razón del sexo y de la clase social, ahora se va a añadir otra: por el color de la piel o su origen cultural y étnico. Pero aclaremos brevemente qué quiere decir multiculturalidad e interculturalidad.

El concepto de educación multicultural sigue en estado de debate, ya que la actuación a seguir y su propia conceptualización encuentra diversos planteamientos. Existen dos referencias que pienso son importantes para encuadrar adecuadamente este concepto de educación multicultural, como son los modelos propuestos por M. Bartolomé (1997) y los que nos concretan Sleeter y Grant (1988). Por un lado, Sleeter y Grant diferencian cinco tendencias: el modelo de relaciones humanas, la enseñanza de las diferencias culturales, estudios de grupo étnico, educación multicultural (también llamada democracia cultural) y el modelo que es a la vez de educación multicultural y de reconstrucción social. Por otro M. Bartolomé concreta también cinco enfoques, hacia la afirmación hegemónica de la cultura del país de acogida, hacia el reconocimiento de la pluralidad de culturas en aspectos parciales o globales dentro del marco escolar, hacia una opción intercultural basada en la simetría cultural, hacia una sociedad más justa luchando contra la asimetría cultural, social y política, y, finalmente, el enfoque global, que incluye la opción intercultural y la lucha contra toda discriminación.

Partiendo de los modelos propuestos por M. Bartolomé, nos situamos en el enfoque global, en cuanto entendemos que una educación multicultural debe al mismo tiempo que valorar la diversidad promover la igualdad, sin dejar de lado nunca el proceso y la estructura en la que el contenido multicultural se conduce, y considerando asimismo el aprendizaje colaborativo como la vía fundamental para el desarrollo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Como comentaba antes, la presencia de alumnos con procedencias culturales distintas a la mayoritaria ha crecido en los últimos años en España, tanto en número como en diversidad, sorprendiendo a un profesorado acostumbrado tradicionalmente a un alumnado procedente de la cultura mayoritaria y a un pequeño grupo de alumnos gitanos. En la década pasada, el tratamiento educativo de estas minorías étnicas se reducía a compensar las «carencias» de los alumnos con mayores dificultades. Ahora se trataría de incorporar en las escuelas, al menos teóricamente, un enfoque intercultural que reconozca la riqueza de esas culturas minoritarias y que va más allá del enfoque compensador. No nos debemos quedar en un reconocimiento de la Multiculturalidad, ya que es una situación de hecho y, por otra parte, no podemos modificarla de ningún modo, sino que tendríamos que asumir una actuación Intercultural, o sea buscando la integración y el tratamiento diferenciado de las minorías étnicas. La diversificación de la población con diferentes etnias, la ruptura de las fronteras culturales y lingüísticas con el consiguiente aumento de los alumnos procedentes de distintas culturas provoca la multiculturalidad de nuestras aulas que hace necesario replantear los objetivos de la educación. Hay que pasar de la concepción de una sociedad multicultural a una intervención multicultural: una cosa es comprender y aceptar el hecho de ser una sociedad multirracial y otra llevar a cabo una educación intercultural.

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Propuestas de actuación: planes de acogida

Hablar de una intervención intercultural pasa por un principio fundamental: entender que otras culturas y otras etnias están a la misma altura que la nuestra, tienen el mismo valor que la predominante y disponen de una riqueza, al menos, tan relevante como la nuestra. Entonces, no se trata de integrar su cultura en la nuestra, sino de estudiar, integrar, valorar… las diferentes culturas desde la misma perspectiva, desde la misma posición de poder. Por ejemplo, cuando llega un alumno de Senegal a nuestra clase no se trata de que olvide su cultura, sus costumbres… y se integre en nuestra cultura, el objetivo intercultural sería integrarlo en nuestra sociedad sin olvidar sus raíces y, sobre todo, valorando en todos sus términos su cultura.

Para ello podemos hablar de diferentes actuaciones que se pueden llevar a cabo fácilmente y que solamente dependen del interés y predisposición de las Administraciones educativas y de los profesores. En muchas ocasiones no tenemos en cuenta que podemos plantear actuaciones favorecedoras de la interculturalidad sin grandes esfuerzos. En este caso, hablamos de una medida imprescindible y básica como es atender adecuadamente a los alumnos inmigrantes que llegan al centro con diferentes déficit. Es algo fundamental y previo para que se integren, participen de la vida del centro y no lleguen a producirse conflictos difícilmente manejables. Nos referimos a los Planes de Acogida.

El Plan de acogida para el alumno inmigrante tendría como objetivo que su incorporación no sea una rutina administrativa alejada de la peculiaridad del propio alumno, procurando establecer cauces para integrarlo no sólo en su aula, sino en toda la dinámica escolar. Se les puede asignar un tutor que le acompaña y está al tanto de su proceso en las primeras semanas en el centro, ayudándole en el proceso de aceptación, adaptación e integración en el centro. Es interesante también que durante los primeros días dos compañeros se encargaran de tutorizar y ayudar al alumno nuevo, sentándose a su lado en clase o en el comedor, acompañándole en el recreo, y procurando que de alguna manera se sienta aceptado. Sería casi imprescindible contar con los entes sociales que trabajan en el entorno con los colectivos de inmigrantes. En http://www.educa.aragob.es/cpamanza/proyectos/saraqusta.pdf se puede encontrar un Plan de acogida al alumno inmigrante muy interesante en un colegio con casi el 80% de alumnado inmigrante.

Puedo hacer referencia también al cuidado especial que deberíamos tener en el contenido de los libros de texto, evitando referencias que atenten contra diferentes etnias, buscando ejemplos que no sean exclusivos de una cultura determinada… Si antes los libros recogían los clásicos estereotipos sociales y asociados al género, ahora se reproducen en relación a las culturas predominantes. También puedo hacer referencia a los símbolos, están presentes en las escuelas, la mayoría de ellos con connotaciones de la religión católica crucifijos, Virgen María… las diferentes fiestas culturales costumbristas que se celebran, alguna de ellas contrarias a ciertas culturas… En suma, se trataría de reconocer una realidad, la multiculturalidad, pero de afrontarla desde la interculturalidad. No se trata de atender carencias o de integrar en una sociedad procurando que olviden sus orígenes culturales y sociales, sino de afrontarlo de una forma positiva integrando varias culturas desde la misma posición de poder.