La sala resonaba con el eco de los elogios y la promesa de una nueva oportunidad. Había pasado por todas las etapas, cada paso fortalecía mi convicción de ser la próxima profesora de español en una institución prestigiosa. Mi potencial jefe había mostrado admiración por mi trayectoria y habilidades, presentándome al equipo con orgullo como “la nueva profesora de español”.

Sin embargo, la realidad golpeó mi puerta con una crudeza que nunca imaginé. El contrato esperado se desvaneció en un silencio ensordecedor. Los días pasaron y la llamada prometida nunca llegó. Correos electrónicos quedaron flotando en un vacío sin respuestas.

La desconcertante revelación vino a través de una colega que me reveló que había sido víctima de una acusación sin fundamento: alguien, a quien ni siquiera conocía, había emitido un juicio precipitado, declarándome “irresponsable e impuntual”. Una sentencia infundada se convirtió en mi condena sin derecho a defensa.

Francesa con raíces venezolanas, me encontré preguntándome si mi origen era el detonante de tal desdén. ¿Era posible que una institución no tuviera el respeto mínimo para enviarme un correo con una explicación? ¿Podemos los humanos juzgar y dañar la reputación de otros sin siquiera conocerlos?

Amigos, les confieso el golpe fue duro; a nivel emocional y moral, al punto de hacerme dudar si de verdad yo era impuntual e irresponsable profesionalmente hablando y también, en lo económico, porque había planes con ese sueldo, ya que todos sabemos que los inmigrantes, de cualquier nacionalidad o lengua, siempre tenemos como misión, en especial los latinos, de enviar remesas a nuestros familiares.

Sin embargo, en medio de esa situación incompresible para mí y en medio de la desilusión, decidí recurrir a una herramienta poderosa: mi inteligencia emocional.

A pesar del dolor, me negué a permitir que esa experiencia definiera mi valía. Investigué, busqué opiniones de otros empleadores, quienes me confirmaron quién soy. Continué adelante y a los días encontré una nueva oportunidad laboral, si con menos ventajas que la anterior, menos horas de trabajo, pero llena de respeto, con mucha tecnología y además, desde la comodidad de mi casa.

Para esta nueva entrevista, ahora como profesora independiente, sentí una sensación de pánico, en la medida que escuchaba a la que hoy es mi jefa. Cada vez que ella hacía elogios de mi carrera profesional y cuando fue a presentarme al resto del equipo, yo sentí escalofrío por temor a que se repitiera la historia.

¿Qué hice?
Puse en modo automático mi IE y activé mi postura con la IM. Es decir, me dije “no todas las personas son iguales y no todos en el mundo tienen el poder de criticarte”. Es desde esta perspectiva que puedo asegurarles que la inteligencia emocional multiplicado por la inteligencia moral, no solo es una herramienta, es un escudo contra el juicio sin fundamentos, una guía para la perseverancia y la reafirmación de nuestra propia identidad.

Mis deseos para ustedes:
Esta historia personal es para reflejarles que no todo es negro y gris, que no estamos exentos de recibir maltratos o prejuicios. En este 2023, lo vemos desde la acogida de un niño en su primer día de clase, donde la profesora lo intimida con su actitud. Lo sentimos en la atención al cliente, como consumidores, donde cada vez más hay hasta parodias para reírnos de los funcionarios o empleados que maltratan a los clientes. ¿Qué decir de los políticos? Un disco rayado de absurda forma de gobernar humillando al pueblo y haciendo de sus países una fabrica de pobres. Los “CEO” que despiden miles de personas en sus empresas y nadie dice nada porque son los “gigantes” tecnológicos.

Lo sentimos en las plataformas donde ahora no tienes contacto humano, sino con una IA, que no siente como humano y que los humanos intentan vendernos como el descubrimiento del siglo, pero seguimos teniendo pandemias, virus, inmigración, países que no quieren a tal o cual nacionalidad, que no abren si quiera una cuenta bancaria al propietario de un emprendimiento porque esa “persona no es ciudadano, es un extranjero”… que decir de quienes hacen guerras visibles e invisibles mientras los traficantes tiene todo el poder en el mundo.

En el horizonte del 2024 se vislumbran desafíos que nos van a poner aún más a pruebas. Pruebas de fuego, que, desde ahora, nos hacen cuestionarnos, que nos retan y que seguro nos harán enfrentar tormentas de prejuicios, humillaciones e irrespetos.

Pero recordemos: nuestra respuesta no debe ser reflejo del que nos ataca, tu y yo; nosotros tenemos una gran capacidad para poner ese color dulce, intenso, suave a nuestra forma de vida siempre con respeto y empatía hacia los otros.

Recuerden que somos arquitectos o arquitectas de nuestro destino, no meros espectadores en el escenario de la vida, propia o ajena, por lo que es en cada palabra de aliento, en cada gesto de solidaridad, que encontremos la energía para resistir y avanzar.

Es importante internalizar que debemos transformar teorías en puras en acciones de palabras y actitudes compartidas, sino convertirlas en la piedra angular de nuestro comportamiento. El elogio de un empleador, la sonrisa de un ser querido, el deseo de bienestar de nuestra familia: esas son las la medicina emocional tangible que nutren nuestro ser y que nos permiten ser guardianes de nuestra paz interior en un mundo lleno de caos.

No somos jueces ni tribunales, sino seres humanos con la libertad de trabajar, opinar y vivir en cualquier rincón del planeta. Nuestra verdadera fortaleza radica en el corazón limpio y la actitud positiva a la hora de caernos, de encontrar prejuicios, inmoralidades, desprecio humano. Tenemos que activar esa emoción que nos hace llegar a un resultado, ese estado moral que permita dejar en alto quién eres y para quien vales.

Enfrentemos el 2024 con la fórmula IE*IM +IA, una fórmula gratuita, que te pertenece y que solo requiere el multiplicar al infinito tu inteligencia emocional con tu inteligencia moral y para estar en tendencia, hacer de la IA un aliado y no un transformador de nuestro comportamiento y vida cotidiana.

Seamos capaces de transformar los retos en oportunidades, aprendiendo a adaptarnos sin perder nuestra esencia, manteniendo la pureza en nuestros corazones y actitudes, respetando para exigir el respeto que merecemos, el convencernos que tenemos una identidad clara y que nuestro brillo, es único, para cuando nos toque trabajar en la oscuridad, sea ese brillo el que nos ilumine el día recordando la sonrisa de un hijo, una madre, un nieto, un familiar o un buen amigo…

El camino está ante nosotros. Asumamos el desafío con la certeza de que cada paso que damos es una afirmación de quiénes somos, una celebración de la diversidad que nos enriquece. Juntos, con determinación y humanidad, moldeemos el 2024 en un horizonte de progreso y entendimiento.

Una recomendación o resolución final para ti que me lees es avanza, corrige, evalúa, transforma esos “inconvenientes” en lecciones para tu vida, dónde una lágrima, un abrazo una palabra positiva, sean parte de la energía para continuar y si necesitas ayuda recuerda, que siempre habrá alguien que te quiere, te admira o te agradece tu sonrisa o tu actitud positiva.