Al amigo Fidel también le ha llegado su hora y su recuerdo tendrá muchas lecturas según quién sea el lector. Sin embargo, y en mi opinión, Fidel Castro, siempre tendrá el mérito de habernos hecho creer en la Revolución; en la posibilidad de que el Pueblo cambie sus destinos y consiga sus libertades. Aquel primero de año del 59, quedará siempre en la memoria de los que lo vivimos y en las páginas de la historia para los que eran demasiado jóvenes o todavía no habían nacido.
Luego, el tiempo, ese inexorable juez, escribirá sobre esas mismas páginas las luces y las sombras del régimen castrista. Sus detractores, y tuvo muchos, le acusarán de abrazar al comunismo y con él un estado dictatorial. Pero el análisis de su elección habrá que hacerlo con conocimiento de causa. Después de echar a Fulgencio Batista, que alcanzó el poder mediante un golpe de estado en el 52, la Cuba revolucionaria se quedó aislada y a sólo unos pocos kilómetros de su mayor enemigo político, los Estados Unidos. Sólo la Unión Soviética les ofrecía la ayuda necesaria y con esta alianza se vio de lleno inmersa en la Guerra Fría y al borde de un conflicto internacional de magnitudes insospechadas con la Crisis de los Misiles de 1962, que tuvo en vilo a todo el mundo.
De todos estos atolladeros sacó Fidel adelante al pueblo cubano pero, por otro lado, le condenó a una dictadura comunista para evitar el fracaso revolucionario y la vuelta de los intereses capitalistas. Los horizontes aperturistas se vieron frustrados en 1991 por el colapso de la economía de la Unión Soviética, el recorte de las ayudas a la Isla y la persistencia del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos. Ante esta situación Fidel tuvo que apañárselas de nuevo como pudo y el impuesto aislacionismo económico le volvió desconfiado y acentuó su carácter mesiánico.
Como en todos los dramas humanos la falta no es sólo de uno de los actores, la actitud de los demás personajes es también culpable, tanto los que le animaron, como aquellos que insistieron en prolongar la tragedia sin tender una mano para paliar las necesidades del Pueblo cubano. Ante el pasotismo general ¿Podía haber hecho otra cosa Fidel sin sacrificar su revolución y a sí mismo?
Desgraciadamente la que ha llevado la peor parte en todo este asunto es la propia democracia cubana, recortada en todas sus magnitudes por el régimen castrista pero, al propio tiempo, seamos justos, preservada para el futuro. Con el anuncio de la salida del poder dentro de dos años de Raúl Castro, los cubanos pueden encontrar el camino de la reconciliación nacional y también la posibilidad de hacer una Cuba grande y próspera sin servilismos económicos ni obediencias supranacionales. Ahora se puede iniciar el camino de la democracia, sin deber nada a nadie ni sin tener que someterse a nadie, ese es legado de luces de Fidel Castro. Seguir viviendo en el de las sombras sería un error.
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