Registro de la sede del Partido Popular por orden judicial.
Lo admito, llegué a estar tentado de desear una abstención del PSOE que facilitara un ejecutivo para España, y no critico la voluntad de acuerdo de C’s para evitar unas terribles terceras elecciones. Sin embargo, a día de hoy el hedor de la corrupción hace imposible mantener en el poder a quien, en una actitud intolerable de burla altanera, nombra a José Manuel Soria para el Banco Mundial para recordar a todo el mundo que no cree en la regeneración ni en la limpieza de la política, sólo en favorecer a sus amigos.
Mariano Rajoy se burla de sus votantes, a los que sabe que no perderá por muchas tropelías que haga; del resto de españoles que no lo han votado, a los que considera totalmente ignorables para seguir en el poder; a los partidos que lo apoyan, a los que ningunea y desprecia como si de vasallos se tratase, y a los que no lo apoyan, a los que exige sumisión a cambio de nada por un etéreo sentido de responsabilidad hacia el bien de España.
La actitud chulesca y bravucona del presidente en funciones, especialmente para con los que sí le dieron su confianza en el pasado debate de investidura, va camino de conseguir que, en lugar de sumar nuevas adhesiones para un hipotético segundo debate, pierda las que logró. Ante esto, cabe preguntarse, por qué se comporta así. ¿Acaso no quiere lograr una investidura? ¿Será él quien en realidad busca unas terceras elecciones? Tal vez.
Todos dan por hecho que unos nuevos comicios lo acercarían aún más a la mayoría absoluta, si es que no llegara incluso a obtenerla. Puede que esos cantos de sirena sean los que lo animen a navegar por las costas de la irresponsabilidad, la provocación y la indecencia, ansiando recuperar el poder de rodillo parlamentario que disfrutó entre 2011 y 2015, en lugar de bregar cuatro años con un gabinete en minoría dependiente de las exigencias de aquellos partidos que lo sostendrían en la Cámara, léase C’s o PSOE.
Unas terceras elecciones resultarían impredecibles, pero vista la confianza que Rajoy tiene en ellas, todos los partidos que apuesten mínimamente por el cambio y la regeneración han de entenderse para apartar al PP del poder y obligarlo a reciclarse dentro de la higiene y la honradez. La izquierda, diga lo que diga Pablo Iglesias, no suma. Pero el cambio, sí. Urge que Ciudadanos, PSOE y Podemos lleguen a un acuerdo de mínimos (pues esperar más de fuerzas tan heterogéneas resulta una quimera) que permita que España tenga un ejecutivo sin Rajoy dentro.
Hay que echar a Alí Babá de su cueva.
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