En la ciudad de La Paz, en la tercera semana del nuevo año 2019, recibimos la noticia de que el relleno sanitario de Alpacoma, donde se concentran los residuos sólidos se había deslizado ocasionando un desastre ambiental. Este tipo de eventos tienen origen en la visión de los gobiernos municipales urbanos de destinar millones a la basura para implementar costosa maquinaria pesada y servicios de limpieza que le hacen sentir a las ciudades que son modernas, pero que en realidad solo limpian la cara visible de nuestra negligencia estructural.

Así como la crisis del agua de hace dos años en la ciudad de La Paz, asustó y volvió a todos ambientalistas protectores del agua que condenaban el derroche, ahorraban cada gota, reutilizaban y se ayudaban entre vecinos (lo cual fue olvidado cuando volvió la lluvia), este mes el deslizamiento del relleno sanitario de Alpacoma está provocando otra vez esa “ambientalitis” que seguramente se olvidará en cuanto la Alcaldía solucione el problema y limpie la ciudad. Por lo tanto, lo que necesitamos es un cambio de mentalidad completa antes de que llegue el siguiente desastre ambiental ya sea natural o provocado por la humanidad.

Entre los efectos más tristes y negativos de este desastre, a quienes trabajamos vinculadas a la agricultura nos llaman la atención los siguientes:

  • La gente está preguntando de donde vienen tales y cuales verduras que si son del lado oeste de la ciudad, evitan comprar. Sin verificar si el desastre les afectó o no.
  • Los agropaseos que se promocionan hacia las zonas agrícolas circundantes a la ciudad, reciben preguntas como: ¿está por Alpacoma? ¿Se pasa por ahí? Porque todos tienen miedo acercarse.
  • Si bien hay zonas turísticas como la laguna de Achocalla que está lejos del relleno sanitario, igual la gente difunde el miedo y deja de ir a pasear en domingo.

Si seguimos suponiendo así, perjudicamos a las familias agricultoras en general y también a nuestra propia economía local porque generamos motivos de especulación de precios en los mercados urbanos.

PROPUESTA

Si el municipio de La Paz tiene 798.968 habitantes, la generación por día de residuos sólidos es de 1.198.452 kilos, es decir 1.198,45 toneladas, cuyo 70% sería 838,92 toneladas de residuos orgánicos recuperables y el 30% serían 359,54 toneladas de residuos duros.

Según los cálculos del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, cada persona genera un kilo y medio de residuos sólidos por día, donde el 70% es orgánico: cáscaras, restos de comida, papel, cartón, pelos polvo) y el 30% se compone de plástico, vidrio o metal.

Sobre la base de estas proporciones, una familia en La Paz ha ejercitado durante más de una década la separación doméstica de sus residuos sólidos y están demostrado que es posible enterrar ese 70% orgánico en la casa en cualquier espacio de tierra o macetas, de manera que la microfauna que habita debajo de la tierra utiliza ese material como alimento y lo transforman en tierra otra vez. De esta microfauna diversa se destacan las lombrices que ayudan a devorar más rápido todo lo depositado y producen abono fino con las mejores condiciones para plantas ornamentales o un pequeño huerto familiar.

Cabe especificar que una porción de residuos orgánicos enterrados tarda entre 3 y 5 meses en volverse tierra. Por lo tanto, los espacios para depositar los residuos orgánicos deben ser rotativos. A partir de esta práctica se pueden sacar cálculos matemáticos alentadores que, si se ponen en práctica ahorraríamos dinero municipal (aunque lo más importante es el beneficio ambiental, pero eso a nadie le interesa).

Es cuestión de actuar: si cada persona entierra su respectivo 70% se tendrían las siguientes ventajas:

  1. Se devuelve a la tierra elementos valiosos que contienen los residuos orgánicos (minerales, agua, nutrientes, vitaminas) y que la optimizan para producir alimentos y vegetación en general, lo cual también produce más oxígeno (que activaría nuestras neuronas cerebrales).
  2. Se evita la putrefacción que ocasiona malos olores, focos de infección y atrae roedores.
  3. Se reduce la basura y se la convierte en tierra, el material vivo que nos otorga la vida.
  4. El 30% de los residuos no orgánicos (plástico, vidrio, metal) que queda es más liviano y es más barata su disposición final: clasificar y reutilizar.

De esta manera el concepto de basura desaparece, el de basurero también y aún mejor, el de relleno sanitario, porque se podría convertir en la soñada recicladora.

Pensar en devolverle a la tierra la materia orgánica, nos demandaría más espacios de tierra privados y públicos, libres de cemento y de asfalto.

Hasta ahora se ha pensado en reciclar la basura convirtiéndola en objetos como muebles, muros, esculturas, artesanía, etc., que son buenas ideas, pero lo que no se pensó antes es en que los residuos sólidos orgánicos nos pueden aportar con elementos vitales como tierra, oxígeno y agua a los cuales debemos el equilibrio climático y nuestra propia existencia.