Esto es lo que ha ocurrido con el uso y el abuso de términos sin sentido como el de “chemtrails” en relación con las fumigaciones clandestinas aéreas vinculadas con los programas de modificación climática. Y los denominados activistas del citado palabro, que lo repiten sin el menor espíritu crítico, no le están haciendo ningún favor a la sociedad. Al no utilizar las palabras apropiadas están colaborando a que la gente siga desinformada y sin capacidad para organizar su defensa. Por ello llamar a las cosas por su nombre, en temas graves es una cuestión de responsabilidad social.
Chem qué?
Si los geoingenieros al frente de los programas de modificación climática han empleado durante décadas la palabra fumigar, que no necesita explicación y que transmite claramente la intencionalidad del verbo, ¿en qué momento de esta pesadilla se ha sustituido una palabra cuyo significado entiende todo el mundo por otra que no entiende nadie, y por qué?. La elección de una palabra sin historia no es casual. La perversión del lenguaje, no llamando a las cosas por su nombre, es una de las estrategias usada por los promotores de proyectos devastadores a modo de supresión preventiva de toda acción-reacción social. Tenemos ejemplos denominando “parques medioambientales” a lo que son macro vertederos de residuos tóxicos, llamando (ATC) Almacén Temporal Centralizado, a lo que supone un cementerio nuclear, definiendo los asesinatos de civiles indefensos como daños colaterales en las guerras, o calificando como “bioprecipitación” las lluvias artificiales.
No importa quién empleó primero el término chemtrail (rastro químico), obviamente su uso globalizado ha sido incentivado por quienes promueven las fumigaciones tóxicas. Porque el término químico no equivale a tóxico. Era la única palabra con la que podrían haber logrado la división y confusión de expertos y público, en contraposición con el término contrail (rastro de condensación). Algo que no hubiera sido posible si se hubiera utilizado la palabra fumigación en primera instancia. – Es simple, si “ellos” tienen la tecnología para modificar el clima ¿no iban a tener los medios para hacer aparecer como rastros de condensación lo que son acciones de fumigación tóxica en toda regla? Por supuesto que sí. ¿No se disfrazan a menudo los criminales de policía para perpetrar delitos? ¿Qué harán ahora los activistas del mundo chemtrail frente a la evidencia de aviones fumigando bajo la apariencia de contrails, o sin rastro aparente? ¿Decidirán finalmente utilizar las palabras adecuadas o dejarán el activismo? Desgraciadamente el balance de una década de falso debate sobre “chemtrail versus contrail” es altamente negativo. Diez años después, la gente no solo desconoce los hechos que atentan contra sus vidas sino que la fumigación se ha hecho global y más intensiva.
Por alguna razón en Europa somos seguidores ciegos de términos que nos llegan de Estados Unidos, (chemtrails, fracking, etc). Pero si no somos capaces de revisar nuestra falta de espíritu crítico y de optar por utilizar las palabras que mejor lleguen a la ciudadanía, especialmente en los casos que tienen consecuencias letales para la humanidad, no solo estamos impidiendo que la gente pueda tomar su defensa, si no que con ello nos estamos convirtiendo en cómplices de aquéllos contra los que pretendemos luchar. – Por eso, desde estas líneas, invitamos a los activistas chemtrails de buena fe, a cambiar su etiqueta y enfoque, adoptando las palabras en el propio idioma que puedan ser entendidas por todos. Es el primer paso para ganar y organizar el apoyo social que nos permita exponer las evidencias y enjuiciar a estos criminales.
Josefina Fraile
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