Los nombres de Rafael Correa en Ecuador y de Evo Morales en Bolivia encabezaron gobiernos que se planteaban como alternativos a la “larga noche neoliberal”. Los movimientos indígenas de esos países lograron incorporar el suma kasay y el suma qamaña en los debates políticos. Otros grupos sociales populares no indígenas aportaron a ellos con elementos del socialismo, el ambientalismo, el feminismo y grupos de la izquierda cristiana. Su resultado fue un significado hibrido, incluyendo significados occidentales e indígenas.
El Plan nacional para el buen vivir dice que este “Supone tener tiempo libre para la contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades reales de los individuos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno […] valora como objetivo de vida deseable”.
Este buen vivir se propuso y debatió en un ambiente de contestación política, y fue el resultado de amplios procesos de participación ciudadana en el proceso de las asambleas constituyentes. El buen vivir que llamamos hibrido resultò un caso de articulación discursiva en el doble nivel local y global, y llegó a conformarse en la línea de unas utopías posdesarrollistas.
El artículo 275 de la constitución ecuatoriana señala: “El buen vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades y de la convivencia armónica con la naturaleza”.
Por su lado el artículo 8 de la constitución boliviana dice: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: […] el suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”, extendiendo el vivir bien a todas las etnias del país.
Este buen vivir hìbrido sintetiza propuestas que funden políticas al modo del desarrollo económico occidental con concepciones alternativas al desarrollo hegemónico. Combina una alternativa radical ante el capitalismo global, con políticas reformistas de este régimen.
Después que las nuevas Constituciones fueran aprobadas por plebiscito popular, se iniciò en estos países un proceso de disputa por el poder político entre actores de la elite de izquierda gobernante y grupos de los mismos sectores subalternos. El buen vivir y el vivir bien fueron usados como estandartes políticos tanto por uno como por el otro adversario.
En esas luchas se produjo, por un lado, un proceso de resignificaciòn de los proyectos sociales, y, por otro, ellos trascendieron los lìmites nacionales de esos países. Ocurriò entonces un planteamiento con tres variantes. Un buen vivir/vivir bien indigenista que priorizò la continuación de las identidades indígenas, un buen vivir/vivir bien de orden socialista que antepuso el objetivo de la equidad socioeconómica, y un buen vivir/vivir bien orientado a la transición posdesarrollista, donde primò la propuesta de una transición socioecològica.
La versión indigenista se encontró representada por el liderazgo de intelectuales y escritores. Para ellos se trata de un rechazo del desarrollo moderno por considerarlo otra forma de colonización. La relevancia de las voces indígenas no ha estado solamente orientada a la reacción contra el modelo neoliberal de principios del siglo XXI. También comprende el eco que este pensamiento ha tenido en ámbitos de movimientos globales con propuestas del estilo “otro mundo es posible”.
Los intelectuales indigenistas se proponen cierta recreación social de los modos de vida originarios, de antes de la conquista europea. Ello abriría el camino para lo que se ha denominado un “cambio civilizatorio”, un cambio de paradigma general de las formas de vida humana; y han señalado además hacia la autodeterminación de los pueblos indígenas y la conversión de los Estados nacionales en Estados plurinacionales. Se trata de una recuperación de las cosmovisiones ancestrales, en especial el lugar que corresponde a la nociòn de Pachamama, madre Tierra. Por eso han recibido también el mote de pachamamistas con ideales arcaicos.
Atahuallpa Oviedo escribe al respecto:
“El suma kawsay no es una vía alternativa para el desarrollo, ni una nueva forma de desarrollo, ni un movimiento al socialismo […] El suma kawsay es un camino alter-nativo y altermundial para la armonía y el equilibrio entre todos los seres que hacen y reproducen la vida en su conjunto”.
Por su lado Raul Prada dice:
“Los conceptos que se barajaron…fueron suma qamaña en aymara, sumak kawsay en quechua y ñandereco en guaraní […]. Lo llamativo fue constatar la similitud de sentidos que denotaban un ideal de vida que no escinde al hombre y a la naturaleza, por un lado, y, por otro, que entre la vida material de la reproducción y la producción y la vida social y espiritual, había una interconexión inseparable: hombre/mujer y naturaleza son parte de la Madre Tierra y entre ambos se establece una comunión y un diálogo mediado por una ritualidad que entiende a la Naturaleza como un ser sagrado”.
Asì es como se recupera una cosmovisión tradicional indígena, mientras se propone también un cambio en la hegemonía sobre los pueblos latinoamericanos de la modernidad occidental.
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