Ahora más que nunca apreciamos que el tiempo que tenemos es corto para poder expresar lo mucho que valoramos a las personas, y que nuestras familias son esas personas insustituibles.
Hemos vivido en un mundo donde todo está separado de todo y lo que prevalece es el egoísmo, la discriminación, la competencia, y sobre todo, el desprecio a la naturaleza, y la única ley que siempre hemos respetado es la ley del más fuerte; pero la llegada de la pandemia nos ha sacudido de tal manera que para muchos se asemeja a una intensa pesadilla de la cual todavía no acabamos de despertar.
Son miles de familias que han sufrido la pérdida de un ser querido o varios seres queridos. Y la angustia del desempleo, sumado a la falta de asistencia por la crisis sanitaria sin precedentes, han puesto al descubierto la fragilidad de los sistemas de salud actuales, pero sobre todo el impacto crítico en los países más pobres.
Pero lo más indignante es que con todo lo que el Covid viene desnudando, creo que nadie duda que después de la pandemia muchos países, entre ellos Guatemala, no pueden seguir en la ruta de sus actuales prácticas político-administrativas. Tenemos que esforzarnos en el diseño de un nuevo modelo de desarrollo que vuelva a colocar al hombre y a la naturaleza en que desenvuelve sus actividades, en el primer plano de la acción del Estado. Es intolerable seguir supeditados en las acciones a cumplir, a las posibilidades de la economía al tiempo que el país se endeuda para financiar la corrupción. Es una canallada y es traición a la patria el continuar con la misma espiral perversa donde los funcionarios se enriquecen a costillas del patrimonio nacional y de nuestros impuestos, en un país lleno de necesidades en asuntos básicos.
Por otro lado, muchos nos preguntamos en medio de la pandemia, si era posible que en un futuro cercano veríamos el mundo con otros ojos, como si lo viéramos por primera vez, como si nunca antes lo hubiéramos visto, donde los expertos hasta hace poco coincidían que el mundo estaba al borde del colapso, ya que el consumo de los recursos asfixiaba al planeta, de alguna forma, después de la pandemia quizás tomar más consciencia y darle énfasis a nivel individual de lo prioritario en cuanto a las acciones de respetar más a la naturaleza, de valorar nuestros recursos finitos, así como de frenar el calentamiento global y sus graves consecuencias; porque si estamos esperando un verdadero compromiso y respuesta de nuestros políticos, seguramente lo seguirán polítizando y retrasando. Teniendo en cuenta que los países industrializados son los que generan el más alto porcentaje de contaminación, pues históricamente industrialización y desarrollo han sido sinónimos de contaminación.
Lo que sí es evidente, es que la crisis del Covid está sobrecargando las desigualdades existentes, las ganancias que se dispararon en plena pandemia de unos cuantos multimillonarios y la miseria económica generalizada de millones en todo el mundo dramatiza el sacrificio desigual, aquí puntualiza muy bien la frase: “los ricos cada vez más ricos y los pobres más pobres”, con o sin pandemia.
Ahora bien, vemos que ante nuestra nueva realidad, se puede apreciar una nueva era que pareciera estar surgiendo a la par de la pandemia, según los expertos, un cambio cultural en el contexto digital que se vive, mediante el acceso abierto a la información, sobre todo para el uso de repositorios universitarios y capacitación, y eso se logra, en gran medida, con la enseñanza para el uso de tecnologías, pero, sobre todo, el de la información. Claro está que en cuanto a la información que se transmite sobre todo en la redes sociales, el fenómeno de la desinformación viral ha tomado mucha fuerza, poniendo en peligro vidas por todo el mundo con mensajes falsos.
Lo cierto del caso, estimados lectores, es que nos hemos pasado cási todo el año en un hilo, no sabemos exactamente cuantas personas más estarán ausentes en estas tradicionales celebraciones de fin de año, como tampoco las repercusiones económicas que dejará a su paso la pandemia, pero a pesar de ello, ha llegado la esperanza de la vacuna, antes de lo previsto, pero llegó. Aunque muchos todavía tenemos nuestras reservas, se sabe que la vacuna del Covid está basada en las investigaciones y estudios que desde hace treinta años los científicos han desarrollado para la elaboración de la vacuna para el HIV, así como los estudios para la vacuna del MERS y el SARS, y en consecuencia, las vacunas del Covid se elaboraron en un abrir y cerrar de ojos; asegurando que sí son efectivas y que los efectos secundarios son menores, mejor dicho, que las vacunas son seguras, y en todo caso, algunos países ya comenzaron a vacunar a la población.
Por el momento muchos de nosotros a estas alturas lo único que desearemos para Navidad y el Año Nuevo, será la salud de nuestra familia, de nuestros vecinos y la de nuestra Patria, ya que pide a gritos una cura para la corrupción y la impunidad.
Le pediremos a nuestro creador el poder volver a ver que nuestros hijos asistan a sus clases sin temor al contagio; así como el trabajo para los miles de desempleados, seguridad, más justicia social, inclusión, pero sobre todo, aprender a respetar y aceptar que todo lo que nos rodea determina nuestra existencia, dependemos de la Madre Naturaleza y somos parte de ella.
Tengamos presente que la humanidad se encuentra en el inicio de una nueva era, donde el tiempo es relativo y las tecnologías de la información son primordiales para comunicarse con el otro, así lo señalan algunos expertos en Humanidades. Pero al mismo tiempo nos deja la gran inquietud de que en energía renovable y el cambio climático, no hemos avanzado mucho en estos últimos años, y mucho menos socialmente, a excepción de algunos países contados con los dedos de las manos, han logrado alcanzar un desarrollo social más avanzado, pues se consideran los más apropiados para vivir, puesto que resalta la labor en el bienestar, la salud, educación y seguridad de los ciudadanos. Y por supuesto, sin dejar a un lado la opinión de los genetistas, ellos expresan que el curso de nuestra evolución futura va a ser decidida tanto por la naturaleza como por nosotros mismos.
Así pues mis estimados amigos, estas navidades y el fin de año serán muy diferentes, pero aún así, mantengamos el ánimo y la esperanza de que un nuevo mundo es posible, y sobre todo, que nos contagiemos pero de empatía.
Reciban un gran abrazo fraterno y los mejores deseos acompañados de una frase que leí por ahí en las redes.
“Este año 2020 no es un año…. Es una prueba de resistencia! Quien lo supera conseguirá todo en la vida. Feliz Navidad y Año Nuevo”.
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