El desarrollo económico y político actual se caracteriza por el consumismo, según el último informe del Worldwatch Institute La situación del mundo 2004.

El exceso de consumo se traduce en vertederos sobresaturados, en el declive de los bancos de pesca o en el aumento de los niveles de obesidad. Los 1700 millones de seres humanos que conforman la sociedad de consumo representan el 28% de la población mundial. La mayor parte de estos consumidores reside en los países industrializados, pero sólo representan el 5% de la población del Africa subsahariana o el 12% de la India. Mientras los 1.700 millones de consumidores gastan diariamente más de 20 euros, hay 2.800 millones de personas que deben vivir con menos de 2 euros al día.

Si la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas deteriora la calidad de vida en los países pobres, muchos de los que viven en países ricos sienten que su calidad de vida se está deteriorando por la falta de tiempo, por unas relaciones sociales cada vez más insatisfactorias y por la degradación de nuestro entorno natural. La prioridad política interna de una mayoría de gobiernos sigue siendo el aumento del producto interior bruto, dando por hecho que a mayor riqueza mayor bienestar.

Es cada vez más habitual la idea de que el bienestar debe ser la meta de todos en beneficio de las sociedades. En los últimos años han visto la luz publicaciones oficiales como El bienestar de las Naciones de la OCDE que algunos países, como Canadá, lo han recogido a través de normas como la Ley de Valoración del Bienestar aprobada el pasado año. En los indicadores utilizados incluyen conceptos como la satisfacción de necesidades básicas, la salud tanto humana como del entorno, las relaciones sociales, la seguridad y la libertad.

En los países pobres se equipara la riqueza con una vida gratificante, ya que una gran parte de sus ingresos se destinan a satisfacer las necesidades básicas. La Encuesta Mundial de Valores indica que ingresos y felicidad suelen aumentar en paralelo hasta unos 13.000 dólares americanos de ingresos anuales. A partir de esta cifra, el aumento de ingresos proporciona un aumento muy limitado de lo que se percibe como felicidad. Por ejemplo, en los Estados Unidos, los ingresos medios de una persona aumentaron más del doble entre 1957 y 2002, mientras que el porcentaje de las personas que declaraba considerarse feliz permaneció invariable en el mismo período.

Algunas instituciones internacionales como Naciones Unidas tienen programas de estudio y trabajo sobre pautas de consumo y producción sostenible. La movilización ciudadana es todavía reciente y no significativa en términos globales, aunque hay experiencias interesantes que pueden contribuir a abrir camino. El verano pasado unos 50 millones de norteamericanos firmaron un registro nacional de No Deseo Llamadas cuyo objetivo era evitar la publicidad telefónica. El número de consumidores que se preocupa por la salud y el medio ambiente a la hora de la compra, conocidos como LOHAS (del inglés Lifestyle of health and Sustainability) ha aumentado en Estados Unidos hasta haber sido reconocido por los investigadores de mercados como un grupo de población con entidad propia. Aunque este grupo supone sólo el 3% del gasto total, todo tipo de productos, desde café hasta ordenadores, una de las causas es las pocas opciones disponibles actualmente.

Los cálculos sobre personas que se han desacelerado son imprecisos, pero la tendencia hacia una vida más sencilla (más tiempo para uno mismo, su familia y amigos, más ocasiones para sonreír) va en aumento. Relacionado con el trabajo, en siete países europeos el número de personas que ha reducido voluntariamente su jornada laboral (con la consiguiente rebaja en la remuneración) ha aumentado a un ritmo del 5’3% durante los últimos cinco años.

El consumo debería ser importante en la medida que potenciase la calidad de vida. La sociedad del bienestar debería aspirar a minimizar el consumo necesario para una vida digna y gratificante. Es necesario un nuevo modelo basado en la sostenibilidad que satisfaga las necesidades básicas de todas las personas mientras protege y hace uso responsable de la riqueza natural de nuestro planeta.