Y describe una serie de artículos que definen a los crímenes de  lesa humanidad  como una serie de actos inhumanos, como matanzas, muertes, violaciones, secuestros, exterminios, esclavitud, desapariciones y otras lacras.  Y al final consagra, en su apartado K, lo siguiente:

“Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.

Es decir cualquier mal  que por su gravedad, sufrimiento y alcance, afecte a toda la Humanidad.

Hervé Falciani, es un  ingeniero informático de 40 años, exempleado del banco suizo HSB, que  durante seis años estuvo recopilando documentos  en los que se constataban los movimientos de  cuentas privadas del HSB, con miles de millones de impuestos evadidos por defraudadores residentes en decenas de países. Es decir, aquellos supuestos canallas que explotan a sus compatriotas  y cuyos beneficios jamás inciden sobre el bienestar general de los explotados.

Estos movimientos fraudulentos, además de insolidarios, representan un acto de criminalidad y no sólo por escamotear sus aportaciones al erario público, también por el sufrimiento causado a sus paisanos, puesto que todos, en general, ven mermado su acceso a una enseñanza de calidad o sufren en hospitales  carestías y retrasos, y adolecen  de los servicios  públicos necesarios, al reducirse la parte presupuestaria que  corresponde por no obtener los ingresos suficientes.

Estos tipos, no son héroes, ni grandes empresarios, ni astutos financieros, ni hábiles banqueros que contratan a virtuosos magos de la ingeniería financiera, sólo son unos mezquinos y unos presuntos delincuentes; unos y otros.

Sin embargo, Falciani, no sólo ha sido tratado de empleado desleal, también de bandido por publicitar la lista de todos esos malditos. Es como si  un ciudadano tuviese el listado y el domicilio de un grupo de terroristas, clientes de su bodega, y no lo entregara a las autoridades porque van a dejar de consumirle.

Los “responsables” del banco en el que trabajaba Falciani,  han solicitado de su gobierno la inmediata extradición del informático, que permanece retenido en Barcelona en prisión provisional, si bien no ha tenido que ingresar en la cárcel. Por fortuna, al parecer, la fiscalía española se niega a la petición de las autoridades suizas.

Al margen de la injusticia que supondría su extradición, la misma, representaría admitir que los ficheros que proporcionó se obtuvieron de forma ilícita, lo que evitaría que estos fuesen utilizados para perseguir judicialmente a los defraudadores. La jugada les saldría perfecta a los sinvergüenzas y a sus cómplices y encubridores.

Sin embargo llega el momento de sopesar la petición suiza y las aviesas supuestas intenciones del  BSH. No soy jurista, por lo que ruego a los entendidos que disculpen mi ignorancia. Pero si soy un ciudadano del mundo, harto de soportar la presión y la maldad intencionada del capitalismo cagón, ese que no crea riqueza, que sólo aprovecha la especulación y la trampa. Un ciudadano empachado de las jugadas financieras y los manejos de la banca, sea americana, española o suiza y de la permisividad política. Alguien que mantiene que ciertas actividades podrían considerarse tácitamente un crimen contra la humanidad.

Miles de cuentas depositadas en bancos suizos y otros paraísos fiscales, esconden entre sus clientes a los responsables de esta crisis histórica. Son los manipuladores  del conflicto, los beneficiaros, los defraudadores. Por culpa de ellos y de sus manejos, muchas empresas honestas han cerrado, con las consecuentes pérdidas de puestos de trabajo; millones de jóvenes han tenido que abandonar sus hogares, no se van, los echan y su fraude al erario público a mermado o finiquitado gran parte de las ayudas sociales. En resumen: dolor, migración forzada; perdidas de hogar; desempleo; hambre y desolación. Crímenes de lesa humanidad.

Si amigas y amigos lectores, el  sufrimiento al que están sometidos hoy los seres humanos por la crisis financiera es global, y los grandes culpables tienen nombres y apellidos. Su arresto y entrega a los tribunales de La Haya, en virtud de lo firmado en Roma en el 98 y ratificado por Suiza el 12 de octubre de 2001, y de acuerdo con el apartado K que antes les he transcrito, sería un acto de justicia.

Si un banco es conocedor de que algunos de sus clientes son delincuentes, es su responsabilidad y deber, denunciarlos. Pero si además es consciente de que, ésta interesada protección, significa un grave perjuicio para los países y por ende para la Humanidad y persiste en su actitud de protegerles, ya no sólo es cómplice o encubridor y debe ser imputado. Sí quieren justicia que empiecen por ellos mismos.