Éste es uno de los resultados que los científicos del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina de la Asociación Helmholtz han traído consigo al término de la expedición número 26 al Ártico, del buque científico Polarstern.
En su travesía, el barco ha cubierto más de 11.800 millas náuticas a lo largo de 16 semanas.
Una de las preguntas más importantes para la investigación era: ¿El hielo marino se derritió en una extensión mucho mayor este verano, haciendo que la masa total restante fuera más delgada que en los años precedentes?
Para contestarla, los físicos especializados en el hielo marino, encabezados por Marcel Nicolaus y Stefan Hendricks, emplearon un instrumento de medición referido como “Pájaro Electromagnético”.
Esta sonda, en forma de torpedo de casi cuatro metros de longitud, sobrevuela el hielo portada por un helicóptero, y mide su espesor por medio de un método de inducción electromagnética. De esta forma, los físicos crearon un perfil del grosor del hielo ártico en una distancia total recorrida de 2.500 kilómetros.
Su conclusión es que en los lugares donde en las últimas décadas el hielo marino solía estar compuesto principalmente de témpanos viejos y gruesos, ahora lo que más abunda es hielo de un año de antigüedad con un espesor medio de 90 centímetros.
Los físicos sólo encontraron cantidades importantes de hielo de varios años en la Cuenca Canadiense y cerca del Archipiélago ruso de Severnaya Zemlya, en el norte de Siberia. Por regla general, este hielo viejo tiene entre 2 y 5 metros de espesor.
Los investigadores no han encontrado diferencias entre las mediciones actuales y las realizadas en 2007, cuando la extensión del hielo marino había disminuido hasta una cantidad mínima récord de 4,3 millones de kilómetros cuadrados.
El hielo no se ha recuperado. Este verano parece haberse fundido exactamente en la misma magnitud que en el de 2007. En el verano de 2011 ese hielo ha alcanzado el mismo valor mínimo de grosor de hielo estival que el año récord, 2007.
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