Uno de los convencidos era Mañueco y se le ocurrió imitar a Isabel a la búsqueda de la tormenta perfecta en Castilla y León. El escenario parecía idóneo, al margen de las peregrinas encuestas del CIS,  la izquierda retrocedía y Ciudadanos se desmoronaba; alcanzar la mayoría absoluta parecía posible.

Sin embargo, el efecto mariposa tiene un gran peligro y es que está vinculado a la teoría del Caos. Y lo que parecía un aleteo entre flores se ha convertido en una jaula dorada. El PP ha ganado las elecciones pero cambia a un socio tranquilo y centrado por el enjambre extremista de VOX. Las consecuencias pueden ser devastadoras. No me pregunten quién vota a VOX, pero les puedo asegurar que los errores de hoy de algunos, pueden llevarnos a todos a un incierto futuro.

Los escenarios suelen ser tan distintos como los colores de las mariposas. No es lo mismo Madrid que Castilla y León o que Andalucía y si la jugada de la Comunidad madrileña les salió bien, no significa que eso se repita en otros lugares sin tener que pagar peaje a la extrema derecha. Una derecha fraccionada puede funcionar, siempre y cuando los distintos componentes sigan las reglas del juego que impone la democracia, pero jamás cuando hay un jugador que no cree en ellas. En política como en física, ciertos tipos de acuerdos complejos y no lineales son muy sensibles a las variaciones, sobre todo cuando el caos está presente.

Mañueco puede seguir siendo presidente de Castilla y León, pero las consecuencias de su innecesaria precipitación parecen imprevisibles, peligrosas y hasta caóticas.