Al parecer iban a denunciar el uso sectario y arbitrario de los fondos europeos. Armados con sus tortillas de patatas para el viaje y repasando su oxidado francés o su olvidado inglés, se han plantado en la sede comunitaria, sin conseguir ser recibidos por ningún responsable de los dineros de la UE. El riesgo de alimentar el euroescepticismo escuchando quejas basadas en una oposición cada vez más delirante, ha disuadido a Paolo Gentiloni, comisario de Economía y a Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, de recibirles; como tampoco lo hicieron con Pablo Casado un par de días antes.
Solo tuvieron corteses encuentros con cargos pertenecientes al grupo del PPE, sin papel alguno en lo referente al reparto de los fondos. Actuaron de anfitriones Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea a cargo de Estilo de Vida Europeo y con Dubravka Suica, vicepresidenta del Ejecutivo comunitario para Democracia y Demografía.
Esas quejas, irresponsables, partidistas y falsas, solo hacen que crear dudas sobre la gestión de los fondos, perjudicando la credibilidad española, a pesar de que, en varias ocasiones, las autoridades europeas encargadas de la distribución de los fondos han elogiado a España por su plan de resiliencia y su ejecución. El Partido Popular se convierte en el único partido europeo que critica la gestión de los fondos. Todo vale para ejercer una oposición cada vez más agresiva y miserable.
No sé si la visita posterior de los alcaldes al Manneken Pis, les aportaría alguna nueva visión del asunto. Tampoco sé si Almeida saltaría de alegría alrededor de la fuente al comprobar que él es más alto que el niño meón. Sin embargo, espero que la visión de la estatua les diera una lección y aprendan, una vez por todas, a no mear fuera del tiesto.
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