Por enésima vez al Partido Popular le crecen los enanos. Esta vez y según El Mundo y El Confidencial, el PP intentó contratar a detectives para investigar al hermano de  Ayuso por una supuesta comisión a raíz de un suministro de mascarillas a precio de máscaras venecianas.

Uno, por desgracia, está ya acostumbrado a los hermanismos en política. No es la primera vez ni tampoco el PP el único partido en practicar ese indecente deporte. Como tampoco los hermanos son los únicos destinatarios, también reyes, hijos, yernos y padres, se han beneficiado de estas prácticas desde María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de Isabel II, hasta nuestro emérito.

Y no me remonto a tiempos anteriores porque los absolutismos no tenían que dar cuenta a nadie, pero sí las democracias.

La realidad nos obliga a aceptar esas prácticas ancestrales porque, la ciudadanía, castiga en muy pocas ocasiones esos abusos. La política del tú más, sirve de excusa para que no haya escarmiento.

Sin embargo, quiero hacer hincapié en una regla general. Los destapes de esas corrupciones siempre vienen de los bajos –me refiero a los subterráneos– de los propios partidos.

La lucha por el poder, las envidias, la eliminación intelectual y política del otro, de la otra, son los motivos por los que aparecen hermanos y parientes con el culo al aire. También hay otros motivos menores, como que no te invitaran a la boda de la hija de Aznar. Pero, principalmente, es por un interés espurio de tus propios compañeros de partido… o de cama.

Y no lo digo solo yo, lo asegura la propia Ayuso: Nunca imaginé que la dirección de mi partido iba a actuar de un modo tan cruel contra mí. Y añadía insensata: Como no han podido acabar conmigo van contra lo más importante que tiene una persona, que es su familia.

Es decir, ni el partido ni su hermana cuestionan a Tomás Díaz Ayuso, supuestamente un comisionista más de la larga nómina de parientes políticos de este país. Lo importante para Ayuso es huir de los dientes de sus correligionarios y lo primordial para Casado es ser el único gallito del revuelto gallinero del Partido Popular.

La pregunta que queda ahora en el aire, y tómenlo como metáfora nunca como insulto, es si antes será el huevo de ojos grandes o el gallo de las tesis.