Explíqueme el panorama político y económico argentino antes de las Primarias Parlamentarias…
Veníamos de una situación compleja; por un lado un Gobierno Nacional que tenía legitimidad de origen, profunda, con el 54% de los votos obtenidos en la elección Presidencial de 2011. Lo que provocó que ese 54% se tradujera en actitudes que se desviaban de las propicias para la Democracia y la convivencia pacífica. El Gobierno comenzó a creerse impune, y con ello comenzaba a delinear una estrategia de poder – en base a la billetera y los fondos públicos del Estado Nacional – que lograse reeditar la victoria de 2011 en las elecciones Parlamentarias de 2013 para con ello asegurarse el pase a la reforma de la Constitución Nacional que entre otras cosas bregaba por la eternización en el poder de Cristina Kichner y más allá de ella, sostenía la constitucionalización del Populismo, los poderes delegados, y un arquetipo jurídico e institucional que perpetuara al Partido Justicialista en el poder (al Peronismo). Iba en contra de los resortes republicanos y desde luego, que tenían la vocación de agigantar el poder estatal sobre las personas, creyéndose impotentes y con la garantía de una mayoría que ya preveíamos en caída. No supieron leer la realidad y allí tuvieron su peor consecuencia: la derrota.
¿A partir de Octubre con la derrota del Justicialismo Kichnerista, cómo es que queda configurado el mapa político del país?
Argentina es un país con mucha potencialidad, y por lo tanto vive en conflicto permanente, ebullición constante. Esto obedece a que los que nos gobiernan actualmente no supieron y saben o no quieren traducir esa tremenda potencialidad – quizá, a pesar de los achaques, el país agrario, mineral, humano e intelectualmente más potente de Latinoamérica – en oportunidades concretas. En base a esa premisa la ciudadanía votó y se expidió: derrotó en las urnas el desvío autoritario y corrupto de la gestión Kichnerista. Es un hecho que el mapa político ha cambiado, pero quizá va costar que el mismo cambie sustancialmente para desterrar de raíz estas actitudes de los que Gobiernan y ganan elecciones con amplio apoyo y por ende creen tener la suma del poder público. Es un germen que existe dentro de la filosofía, la idiosincrasia, y el vedetismo y travestismo político del Partido Justicialista que está tendiendo cada vez más a ser un modelo muy similar al PRI mexicano. No hay cambio posible en la argentina si el Justicialismo no entiende la dimensión Republicana e Institucional en el andar diario del común de la ciudadanía y en lo clave del sistema productivo, de la arquitectura normativa, de la trama social, de todos los aspectos vitales y gubernamentales. Lo tendrá que entender por las urnas sostienen algunos encumbrados especialistas, cosa que es esperable en un país que debe salir adelante y a través de esa salida, concretar una DEMOCRACIA sólida y una República Social fuerte, con los cimientos Institucionales intactos.
El desafío del amplio sector NO Justicialista que tiene origen en el Centro, y que corre hacia el Centro Izquierda es construir una alternativa real de poder político, con vocación de representar a las mayorías, con un programa auténticamente popular, desarrollista, que tienda al progreso sin caer en la decadencia, que sea estratega e inclusivo y que atienda los problemas de manera urgente fortaleciendo aquello que se hizo bien, y desterrando aquello que se hizo mal. Pero que sobre todo asegure GOBERNABILIDAD, para sacar ese mito de que argentina es sólo Gobernada por el PJ (Peronismo), tan nocivo y tan difundido por ciertos grupos corporativos que pertenecen a un sector conservador de la prensa y demás intereses que piensan más en ellos mismos que en el conjunto del pueblo argentino.
¿En qué situación encontramos a su país ante este fin de año?
La situación es difícil. La pérdida del valor del salario producto de una inflación no controlada y a su vez tergiversada por las estadísticas públicas – manejadas por el gobierno nacional -, la pérdida de oportunidades excepcionales que tuvimos los últimos años – como consecuencia del valor de nuestros productos en el mundo -, hacen que argentina sea ante todo un país agro exportador que no ha podido modificar sustancialmente ese aspecto; cuando las divisas que entraron a nuestro Banco Central en forma de reserva pública nacional pudieron haber servido como la fuente de financiación para regenerar un nuevo sistema productivo, un nuevo tejido social sustentado en el empleo formal, la salud y la educación pública de calidad. En fin, materializar el crecimiento a tasas chinas (8 – 9 % anual) en desarrollo socio-económico e institucional de largo plazo, sencillamente, la cuestión que hemos perdido estos años. Estos factores sumados al poco crecimiento del empleo, estancado en el formal y apenas con relieve en un sector de los servicios, con subsidios a las clases más bajas que ya son insuficientes porque la inflación devoró la entrada de dinero al hogar más pobre, la inseguridad pública y la poca eficiencia del Gobierno para manejar estos ejes: economía-inflación e inseguridad, han sido los explosivos para que los saqueos se hagan efectivos en las últimas semanas en todo el territorio nacional y junto a ello una excusa perfecta, el amotinamiento de las fuerzas de seguridad que durante 10 años han sido incapaces de reformular y democratizar aun más.
Sumado a ello el condimento de la interna del PJ que es tan nociva que logra llevarse puesto el país por delante. Una interna voraz sustentada por los intereses económicos nacionales y transnacionales que prefieren que argentina siga subsumida en este subdesarrollo profundizado por los errores de quienes nos gobiernan. Para algunos medios de comunicación la salida del Kichnerismo es a través de una faceta más simpática del PJ: los ex kichneristas que han sido cómplices de los errores estratégicos y protagonistas del saqueo y la corrupción deliberada y bochornosa de los últimos 20 años en argentina.
¿Qué desafíos tiene la dirigencia política argentina para con el país, en los próximos años?
Hay muchas responsabilidades, la de la dirigencia política, la de los medios de comunicación y formadores de opinión, y la de la ciudadanía. Primero porque la dirigencia no nace de un repollo sino del conjunto social, es reflejo de ello. Segundo porque los grupos de formación de opinión pueden ser claves para derribar una salida positiva para el país. Tercero porque la ciudadanía debe aprender de los errores y deben contribuir a la gestación de la salida que anteriormente expuse.
Debemos como dirigencia política dejar atrás los años de decadencia. Argentina no puede tolerar más un Gobierno que apele con tanta impunidad a tergiversar la realidad y ver a la corrupción como un hecho normal. No es serio, no sucede esto en un país que quiere ir sin parar hacia el desarrollo, o que por lo menos lo intente. Debemos corregir los errores en materia económica y fundamentalmente en materia energética (fuente de la producción y el desarrollo). Debemos recuperar autoridad frente al mundo y exponer nuestras potencialidades con humildad pero con seguridad, debemos convocar a seguir profundizando – como se ha logrado en estos años con el esfuerzo de todos – a recuperar protagonismo como región, aunando esfuerzos y tendiendo puentes cada vez más sólidos con nuestros países hermanos. Una alianza regional estratégica desde lo económico-político y cultural. Debemos seguir fortaleciendo el mercado interno como una vía de consumo y generación de riqueza directa, pero debemos atender urgente los problemas de exportación e importación de productos. Debemos poner en pie el sistema industrial, de una buena vez, para generar empleo masivo, formal y de calidad, asegurando la expansión de nuestros mayores logros: valor agregado de los productos agrarios, alternativas de producción diferentes y la creación de más y mejor tecnología, mucho más que una visión del sector servicios, tecnología de punta como el Software, entre otros. Debemos regenerar el sistema tributario – sumamente injusto en argentina – por otro progresivo y de avanzada.
Debemos repensar el sistema público educativo que asegure la formación de calidad y el compromiso con el cambio y el futuro, ese sistema que tanto en la administración justicialista de los kichner y las de su socio Carlos Menem han sido clave para desmejorarlo – siendo nuestra educación pionera y líder en la región sur desde antaño -, a pesar de los esfuerzos – de los últimos años – en materia de inversión educativa, producto de la falta de planes y programas abarcativos de la realidad socio-cultural. La salud pública debe ser fortificada y mejorada, atendida en la raíz del problema. La cuestión de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos deben ser reformulados, pensados de otra manera, ya que atenta incluso contra una economía sana y previsible la distorsión producto de los efectos de los mismos. La ayuda social que el estado argentino asumió como política debe ser contenida y también en esa contención, re-definida; llevamos más de 10 años en argentina que los valores de la responsabilidad y el trabajo no son tenidos en cuenta, producto de un sistema clientelar aplicado por el PJ con el solo hecho de no asistir económica y políticamente a los más necesitados, sino mantenerlo en esa situación de pobreza como excusa perfecta para que a través del voto afiancen ese sistema perverso, y con ello aseguran el éxito electoral en las zonas de mayor peso poblacional. De allí la re-definición de un transparente, inclusivo, plural y democrático sistema de ayuda social que el Estado DEBE asegurar a cada argentino necesitado para garantizarle las mismas posibilidades, materializar la igualdad, a todos los ciudadanos que carezcan de las herramientas suficientes para ser ellos los ejecutores económicos y sociales de su propio proyecto de vida. En materia de Derechos Humanos, igualdad de derechos, igualdad de género y diversidad sexual y cultural, debemos defender lo conquistado ya que pone a Argentina en la vanguardia de ser la legislación social y cultural más avanzada del planeta como producto del esfuerzo de militantes y dirigentes de todos los Partidos Políticos y como efecto de una sociedad que está aprendiendo a tolerar y a convivir en la diversidad. Esa defensa debe servir para seguir avanzando en la cuestión.
En el campo político, para terminar, está el principal desafío que conllevará como efecto cascada a la concreción de los demás. Debemos contribuir a la alternancia en el poder, NO podemos los dirigentes políticos del arco NO Justicialista y que pensamos de manera similar a otras expresiones políticas del Progresismo – excluyendo, desde luego, a la derecha y a los sectores conservadores involucrados y relacionados con el mismo PJ – no unirnos en base a los denominadores que nos ponen en una misma vereda, para asegurarle a ese pueblo argentino ansioso de un proyecto político integral y alternativo la salida que corresponde. No podemos retroceder hacia atrás. La receta neoliberal fracasó y hundió al país en lo más profundo, aún estamos en todas las materias de Gobierno pagando las consecuencias de diez años de gestiones peronistas vinculadas al consenso de Washington y las relaciones carnales. Por lo tanto tenemos un doble desafío: parar la corrupción como método del ejercicio del poder político y asegurarle una salida honestamente progresista y republicana que asuma la responsabilidad de garantizar gobernabilidad por fuera del peronismo y que sea ella misma desde una postura demócrata social la protagonista del cambio político, económico, social y cultural del país, que no regrese hacia atrás y que mire al futuro con sentido de superación, pluralista y democrática, que forje de nuevo un país sobre valores y sobre los cimientos de un nuevo cambio que siga profundizando aun más la democracia como el sistema ideal para organizar la sociedad y que desde esa democracia se salden las cuentas que la misma aún mantiene con la ciudadanía. De eso se trata y es un deber moral concretarlo.
Verónica Passucci
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