La España de la que yo hablo no puede verse, solo percibirse (¿habéis leído El Principito? Lo esencial es invisible a los ojos): Es la voluntad y el gusto de vivir juntos, una especie de fórmula superior de lo que conocemos como Ayuntamiento.
Todos saben lo que es una yunta: Eso que se pone a los bueyes para mantenerlos unidos. Ayuntar y ajuntar, o simplemente juntar, son palabras que significan lo mismo y Ayuntamiento significa ajuntamiento, es decir el acto de juntarnos unos con otros hasta formar una unidad, pero no obligados como los bueyes, sino porque nos da la gana.
La mayoría de vosotros ha oído hablar de un tipo llamado Vincent Van Goh. Algunos menos sabrán que además de cortarse su famosa oreja para mandársela a su amada, pintar su camita de Arlés y muchas otras cosas, cultivó el género epistolar mediante un extenso conjunto de cartas a su hermano. Algunos quizá sepan también que esas cartas están publicadas en forma de libro bajo el título CARTAS A THEO. A mí me tocó leerlo en tercero de Historia, en la asignatura de Historia del Arte Contemporáneo.
Pues bien, creo que deben ser realmente pocos los que estén al corriente de que en una de esas cartas el artista hablaba a su hermano no de orejas ni cuadros, sino nada menos que de la patria. “Tú no sabes tal vez qué es la patria”, le escribe , y añade algo tan peculiar como que “la patria son esas muchachas que pasan junto a ti y sonríen”. El mensaje es simple: La patria es un conjunto de afectos colectivos, algo puramente espiritual.
Tampoco los gobernantes, malos o buenos, son la patria. En nuestro caso, muy malos. Es difícil sentirse identificado con una cuadrilla de ladrones y peligrosos sociales como los que mandan sobre nosotros, en este caso los del PP, que como todos saben ya, es un partido con contabilidad B cuyo Ministro de Hacienda debería inspeccionar y denunciar primeramente a los suyos.
¿Habéis visto esas escenas de pillaje en comercios que siguen a un desastre natural? ¿Sois capaces de encontrar alguna diferencia entre esas turbas enloquecidas y embriagadas por el saqueo y lo que hacen nuestros políticos? Yo no. Unos y otros comparten un propósito común: Aprovechar el momento para llevarse lo más posible en poco tiempo.
Si yo hubiera nacido en Cataluña quizá intentaría mantenerme a salvo votando por la independencia (y forzándome a la ilusión, más bien la ficción, de que los políticos catalanes no roban). Lo que pasa es que soy de Cartagena y amo a esta España tan desafortunada por alguna razón profundamente escondida en algún rincón del inconsciente, que por descontado escapa a toda razón, valga la redundancia.
A mi juicio, el daño que Don Arturo está haciendo a España va mucho más allá de su intento de romperla y de su brillante éxito en la tarea de crear fractura social en Cataluña. He escuchado decir a un señorito de la burguesía andaluza llamado Javier Arenas algo muy estremecedor: Que las opciones para las próximas elecciones generales son o una mayoría amplia de su partido o un gobierno sustentado por PSOE, Podemos y los independentistas. No importa que sea un análisis intencionadamente simplista y descaradamente demagógico (ahí radica precisamente su rompedora eficacia: Si apelas al miedo la verdad no importa), sino el triste, a la par que tenebroso, mensaje subliminal que de él se desprende al sugerir que ante la tibieza de Pedro Sánchez y el misterio de Podemos, el único garante de la unidad de España es su partido.
No votaría ni a punta de pistola a ese esbirro del Nuevo Orden Mundial y fiel servidor del capitalismo salvaje que es Pedro Sánchez, ni a su creo que tonto proyecto de Estado Federal, desde luego tampoco a Podemos (por su rechazo al Manifiesto 2012 como sabéis) y menos a ningún independentista. Y me parece especialmente trágico que el único partido realmente comprometido por un país unido sea una banda de ladrones que debería haber sido disuelto por orden judicial si lo jueces no estuvieran involucrados en política.
De forma paralela, considero una triste paradoja de la política que Don Arturo, de forma involuntaria, se haya convertido en un aliado electoral con el que Rajoy ni siquiera se atrevía a soñar. Si los estrategas del PP saben aprovechar el regalo catalán, y me consta que sabrán, puede que tengan pocos votos en el Noreste, pero en el resto de España su resultado puede ser de impresión, porque la impotencia de los españoles ante el arrogante desafío del individuo ese, sólo puede ser aliviado con un voto a los únicos que, aunque sean delincuentes de cuello blanco, son los únicos que tienen Costa la idea de España.
Esta paradoja y esta situación aterradora puede sintetizarse en algo parecido a una ecuación: Cuanto más Más (perdón por esta segunda redundancia), más Rajoy.
Lo mismo que su primera victoria éste último se la debió al flipado Zapatero, una posible nueva victoria en las siguientes se la deberá a Don Arturo, y así todos ellos podrán seguir robando y saqueando el país cuatro años más.
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