fotoÉste fue Félix Rodríguez de la Fuente, el creador de la célebre serie documental El hombre y la Tierra, quién perdió la vida en un fatal accidente de avioneta en Alaska el 14 de marzo de 1980, hace ya 30 años.

El naturalista español fue un hombre adelantado a su tiempo que luchó por reconciliar al hombre con la tierra. Nacido en Burgos el 14 de marzo de 1928, en un hogar donde se respiraba un importante ambiente intelectual -su padre era notario y fue quien lo educó-, pronto se interesó por el medio ambiente. Su afición por la naturaleza le lleva a convertirse poco a poco en un gran conocedor de la zoología. En una de sus excursiones observa como un halcón captura un pato, momento a partir del cual se interesa por la cetereria, un arte que por aquel entonces llevaba siglo y medio sin practicarse en España.

Uno de los áspectos menos conocidos del burgalés es su licenciatura en Medicina, carrera que estudió obligado por su padre. Su especialidad, Biología, la aprendería de forma autodidacta. En su etapa de unviersidad, ya destacó por tener el don de la palabra, ya que conseguía las mejores calificaciones en las pruebas orales. Y también fue un gran aficionado al deporte, logrando ganar el campeonato universitario de 400 metros lisos.

Después se dedicó a la odontolgoía hasta que llega la muerte de su padre, momento en el que cambia los utensilios dentales por las botas de montaña. La naturaleza, su pasión, ocuparía su vida. Sin embargo su salto a la fama tardaría en llegar.

Primeros pasos

En 1964 tuvo que realizar un encargo muy especial del Gobierno español: capturar dos halcones y dárselos al Rey Saud de Arabia Sadí. Su primera intervención en televisión llega tras organizar las Jornadas Internacionales de Cetrería, que por primera vez se celebraban en España, en la provincia de Guadalajara. Félix Rodríguez de la Fuente entró en los estudios de Televisión Española con un halcón en el puño enguantado y demostró sus grandes conocimientos con pasión. Sus apariciones en televisión fueron aumentando hasta que se convirtió en un rostro popular, más conocido como Félix, el amigo de los animales.

Uno de sus grandes triunfos llegó en 1966, cuando consigue, desde el seno de la Sociedad Española de Ornitología, la protección en España del halcón peregrino y de las rapaces nocturnas, lo que convierte al país en un referente, pues es el primer estado en que se aprueba una normativa así. Esto, unido a su labor divulgativa en diferentes medios de comunicación, es una de las grandes recompensas que el burgalés ha dejado en la sociedad española.

Mientras se dedicaba al estudio de los lobos, otra de sus grandes pasiones, no se separó de los medios. En 1967 dirige y presenta la película Alas y garras, más tarde realiza un programa de televisión propio Fauna, que contó con el reconocimiento de la audiencia, lo que le permitirá grabar Animalia , Vida Salvaje y Planeta Azul, emisión muy reconocida en el ámbito hispanohablante; y asímismo, colabora en la radio en diferentes espacios.

El hombre y la Tierra, su gran obra

Entre 1974 y 1980 graba para televisión su serie más famosa, El Hombre y la Tierra, espacio documental que se convirtió en un referente mundial y que filmó a animales que nunca antes habían sido captados, como el desmán de los Pirineos. La serie estaba dividida en tres partes: la sudamericana, la ibérica y la norteamericana, que se quedó sin terminar. Emitida en numerosos países con gran éxito de audiencia y premiada internacionalmente, la obra maestra de Félix Rodríguez de la Fuente utiizaba animales troquelados, habituados a la presencia humana pero que conservan sus pautas de comportamiento, consiguiendo imágenes impactantes como la caza de un muflón por un águila real, la más recordada.

Sin embargo, Félix Rodriguez de la Fuente también recibió duras críticas a lo largo de su trayectoria. La filmación de la muerte de animales para sus documentales con la intención de concienciar de la importancia del equilibrio ecológico, la grabación de reportajes con animales acostumbrados a la presencia humana -en lugar de especies salvajes- y su fuerte personalidad, vehemente y apasionada, que le llevaba a exigir a sus colaboradores que mantuvieran el mismo nivel de trabajo que él era capaz de desarrollar, fueron algunos de los dardos envenenados lanzados hacia el burgalés.

El espíritu ecologista del naturalista español no cesó durante estos años. Nunca se olvidó de las causas conservacionistas de relevancia, como el salvamento de distintas especies animales en peligro de extinción, entre ellos el lobo ibérico, el lince, el águila real y el águila imperial. En un momento en el que no existía conciencia ecológica en España, él se ató a la bandera de la naturaleza y luchó por salvar a los animales más indefensos.

Gracias a todo a esta labor de concienciación y divulgación, Félix Rodríguez de la Fuente se mantiene vivo no sólo en todos áquellos que han entendido su forma de ver el mundo, desde una perspectiva natural, ecológica, saludable y de máximo respeto al medio ambiente, sino también en las plantas y animales que él amaba y por los que se dejó la vida.

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