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Una pérdida de tiempo, creando una pequeña retórica –cuando “retórica” no significa lo qu’ en Aristóteles, sino el discurso “vacío-ampuloso-engañoso”…

Comienza –y, por estos rincones, los inicios y “la-primera-vez” son “decisivos”-, cuando equivoco el destinatario de este wasap:

<[1:14 p.m., 28/8/2024] fervc55:  “¡Es tan entretenido Bolivia!  En La Paz està todo tan ordenadamente desordenado. Por la calles, en las conversaciones,...>.

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Me responden con una convención que incluye esta frase: “Una forma de ser también”. Pues, una forma, pase. Pero “de ser”… “Es” que, precisamente, la doctrina tradicional del “ser” consiste en “definir-como-fijar” –lo que resultaría una variante del “ordénate”, y la constitución del dualismo doctrinario de <orden/desorden> (o podría fácilmente deslizarse a ello). Cuando aquí se trata de aventurarse en un “otro” de ese dualismo. ¿Acaso esta meditación quedaría, de principio, suspendida?…

Por tanto, se me activa un “onda-de-sol”.

Escribo a este Ser Humano desgreñando el “ser”: “Sí. Me encanta este pueblo. Sabe (tiene un sentido de «orden», entrecomillas) cómo atravesar una esquina de dos avenidas y cuatro calles pequeñas juntas, sin semáforo y donde ningún vehìculo se detiene completamente respecto de todos los demás. Cada uno «va-encontrando» su espacio y tiempo en la rotonda de plaza El Estudiante, en Pérez Prado –espacio/tiempo que calza «intuitivamente» con el de todos esos demás (hasta ahora, ante mí, sin choques ni siquiera roces de carrocerías). Unos “otros”-como diríamos en discursos algo formalizados-, que no se conocen entre sí; que muy probablemente nunca volverán a encontrarse en la rotonda; y de l@s cuales, por tanto, ningún@ sabe de “estados subjetivos”, voluntad o intencionalidad (fenomenológica también). Habría que sospechar qu’ en esa rotonda habita lo suprahumano”.

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“Lo chileno”, en cambio, de esa esquina, sería una batería de semáforos computarizados. Y la eminencia de al menos un carabinero de pie observando –mientras su moto BMW descansa a tres metros (impecable, reluciente), y este oficial detrás de sus lentes con filtros y antibalas (probablemente). Mientras, pareciera qu’ a cualquier descuido suyo, ahì están dos santiaguinos alegando porque acaba de ocurrir un “choque-por-alcance”.

Simplemente en La Paz ni la fórmula verbal ni el fenómeno se dan.

Acá nadie se choca pq alcanza a un “otro”. Sino que se fluye con “eso”.

Y, el “carabinero” -no ya el hombre con uniforme y carabina-, sino el policía siglo XXI chileno: una imagen cuasi perfecta del “macho-Alfa” contemplando todo un mundo-humano en sometimiento de su Mirada y Ley. Despierta temor. Incluso quien ahora mismo maneja ese BMW de cien mil dólares (“de alta-gama”), no osa “coimearlo” si lo detiene simplemente para consultar la vigencia de la “Licencia-para-conducir”.

En la plaza El Estudiante –con un “héroe-patrio” in/visible hace mucho, y montado en el centro sobre su digno corcel, desde hace unos cien años ya-, un policía es un “ser-confundido”, pero no en algo subjetivo, sino fundido con la presencia de la “diosa-del-transitar”, la única verdadera dueña de la Avenida Pèrez Prado de La Paz. Una mismísima Pachamama “controla” la rotonda -como una divinidad que simplemente “es” el colectivo humano en acción y manifestación…

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Aquí su presencia resulta omnipresencia. “Es” la estructura y la “ley interna” de este moverse en el fluir, donde cada cual conoce, en cada instante, su lugar –y el siguiente lugar.

En el Chile del: “todos los días enormes y desastrosos accidentes-de-trànsito”, la norma formal sigue llegando de un Congreso de la República que multiplica los efectos e interpretaciones punitivas de la Ley Nº 29 mil y tantos, casi sin resultados (y, muchas veces, sin aplicación fáctica), mientras, en la rotonda, la regla “no-escrita-y-fáctica” dice: “ordénense-como-puedan-que-siempre ustedes-pueden” (y con esa amabilidad de temple de la divinidad protectora).

Tampoco en La Paz hay verdaderos “tacos” –o bouchon, en francaise. Un taco se caracteriza, fenomenológica e intencionalmente, por la tensión, la frigidez y una alta retención de energías mas bien destructivas del entorno. Por acá, imposible: nunca ocurren verdaderas “crisis-de tensión-afectivas”, no hay verdadero “estress-contemporàneo”, sino una especie de “jugar-a-ser-muy-modernos”.

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Por eso la cholita con Iphone es usual. El uso indiscriminado de cualquier IA a la mano està por todos lados –incluso, se omite, como sobreentendido, el prefijo de wasap de los números telefónicos. Inútil “pérdida-de-tiempo” andar repitiendo lo que todos ya saben (y “desde-siempre”: el <+591>. Mientras, en chilito, uno “debe” mencionar el <+ 569> como un mantra indispensable para “entender-de-què-hablamos”.

La diosa “invisible”; las divinidades fuera de la sensibilidad cotidiana (pero omnipresentes) del  Janaq Pacha/”mundo-de-arriba”, no “cielo-ideal-simbólico” sino de un “arriba” que ya lo dice todo; la “dueña-y-señora-de-la-calle”, y sus “hijos-los-humanos” que nos movemos, siempre estamos moviéndonos, del nacimiento a la muerte…

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Entonces, con mi interlocutor (por supuesto, muy “chileno”), comenzó un “discurso-de-orden” muy insistente:

<1:50 p.m., 28/8/2024] Pto. Montt: Es un desorden ordenado para un chileno o para mí. Pero que surte efecto. Dicen los bolivianos de si mismos que son impuntuales>.

A lo cual hube de responder:

<[1:54 p.m., 28/8/2024] fervc55: “Es tan curioso e intenso este fenómeno: no sabría (y debe tener poca importancia, aunque creo que sí importa), si hay que decir como tu: «desorden-ordenado», o como yo: «orden-desordenado». Pues yo siento que no dicen lo mismo las dos frases -aunque no me atrevo a decir cuál serìa la diferencia>.

Hasta que surgió esta pieza clave: El “qué es/debe ser” primero y qué después:

<[2:15 p.m., 28/8/2024] Pto. Montt: “Para mí el desorden es primero y el orden después, jaja. Pero eso es parte de la idiosincrasia, y me parece estupendo. En la India u otros países es caos también pero funciona. En Chile no se camina en línea recta, como hacen los franceses. Se camina en vaivén, como si estuviéramos ebrios…>.

Y mi remate, entonces:

<[2:21 p.m., 28/8/2024] fervc55: “Pues, se me ocurre qu’ esta «estructura»: Desorden, primero/anterior, y Orden, segundo/posterior, está completamente dominada por una «pulsión-lógica-de-lograr/recuperar-un-orden». El solo fenómeno de poner el desorden primero, como señalándolo, denuncia a quien “desea-orden”. ¿Y si te dijera que tus palabras me hacen sospechar que una especie de «orden» ocurre primero, y todo lo que sigue constituye alguna especie de “desorden”. Ahora me recuerdo, al respecto, dos imágenes: que algo parecido dice el Segundo Principio de la Termodinámica, el del aumento inevitable de la entropía (o “des/orden” real), mientras casi todas las mitologías pro/ponen un “tiempo-anterior” de alguna perfección: el “huevo cósmico”, el “paraíso terrenal”. Y ambos devinieron. Comenzaron un movimiento de diferenciación indefinido, que los humanos experimentamos, muchas veces, como indiscernibles angustia-y-éxtasis…>.

Me detuve justo cuando se apropió de mi lo más filosófico: un abstracto “El Segundo Principio de la Termodinámica expresa que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo.Este principio establece la irreversibilidad de los fenómenos físicos, especialmente durante el intercambio de calor”.

Los chilenos, pues, la cultura chilena, resultaría una lucha-contra lo entrópico, mientras lo boliviano una entrega a ello. Un culto de las divinidades católico-universalistas, y un culto de la diosa-de-la-rotonda…