En menos de un millón de hectáreas conviven infinidad de especies en este ecosistema tan rico como frágil, y cuyo origen es incierto.

Un conglomerado de animales y vegetales habitan en este trocito de selva forjado durante millones de años y en el que los expertos destacan que, debido a la baja densidad de individuos de cada especie por kilómetro cuadrado, cualquier injerencia externa puede alterar su destino para siempre.

El Yasuni, la zona con mayor densidad por metro cuadrado de la Tierra

“El Yasuní es la zona de mayor diversidad por metro cuadrado de cualquier otro lugar en la tierra, incluso los niveles de biodiversidad son más altos que en cualquier otro lugar de la Amazonía”, explicó David Romo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito y experto en la Amazonía ecuatoriana.

Las cifras hablan por sí solas: con dos mil 274 especies de árboles y arbustos el parque contiene más del total de especies nativas de Estados Unidos y Canadá juntos, a los que hay que sumar casi 600 especies de aves identificadas, 200 especies de mamíferos, 150 de anfibios, 120 de reptiles y una media de cien mil insectos por hectárea.

Nutrias gigantes que nadan en pareja, murciélagos adormecidos en el tronco de un árbol, loros cantarines camuflados entre ramas, juguetones monos o impasibles caimanes que aguardan por una presa fácil son sólo algunas de las especies que se ven y, sobre todo, se escuchan en este paraje.

El bosque húmedo tropical se caracteriza por una alta diversidad y muy pocos individuos por especie, lo que implica que un mínimo cambio pondría en riesgo su continuidad.

Jaguares, monos araña, murciélagos de nariz larga, armadillos, búhos e incluso el chichico de manto dorado, que sólo se encuentra en estos parajes, corren un enorme peligro por múltiples factores.

Según señalan los expertos, el avance de las madereras, la caza ilegal, las petroleras y la presión ecológica que ejercen los colonos que habitan la zona son los principales peligros para el futuro del Yasuní.

“La explotación petrolífera implica abrir nuevos caminos para que los colonos lleguen y para la sobre-cacería. En el pasado sólo se cazaba por subsistencia, uno encontraba un grupo de cuarenta o cincuenta cerdos salvajes y se cazaban dos o tres, porque no había manera de preservar la carne”, secundó Narváez.

Los intereses petrolíferos en el Parque Nacional del Yasuní son enormes, pues se calcula que en su subsuelo yacen más de 7.000 millones de dólares en barriles de crudo.

El Gobierno de Ecuador propuso un plan alternativo -la iniciativa Yasuní-ITT-(Ishpingo-Tambococha-Tiputini) que consiste en la no explotación indefinida del área, si la comunidad internacional contribuye con al menos la mitad de lo que representaría a Ecuador explotar los campos de la zona.

Sin embargo, el proyecto no parece haber cuajado entre países y organismos internacionales y, de momento, se han recaudado unos dos millones de dólares provenientes de España y Chile, a los que hay que añadir ofertas que podrían sumar los 39 millones de Perú, Bélgica e Italia, entre otros.

El Gobierno de Ecuador dio un plazo límite hasta diciembre para conseguir 100 millones de dólares. Entonces se analizará la situación, pero si no hay compromisos reales, se optaría por el ‘plan B’: la explotación del yacimiento.

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