Huérfanos, hambrientos, sin hogar,
pequeños guerreros inconscientes
deambulan en busca de comida.
“¡Jakula! ¡Jakula!”, gritan.
No conocen el miedo
sólo el del hambre.
Almas vacías, abandonadas,
ajenas al terror de la muerte,
ayudan allí, al regimiento,
donde se usan las armas para sobrevivir,
donde agua y fuego
apoyan vidas inmaduras,
preparándolas para la oscuridad.
Los niños soldados avanzan
armados hasta los dientes,
avanzan en primera línea,
enviados allí por los grandes
que, cobardes y vagos,
les prometen pan.
Matan los niños soldados,
matan contra su naturaleza,
obligados a beber alcohol,
listos para apretar el gatillo
y a enfurecerse en las entrañas
de la tierra ensangrentada.
Mueren los niños soldados
como hormigas aplastadas
en la cabeza,
como olas rotas
en las rocas
entre las paredes desnudas y negras
de una infancia que nunca tuvieron.

 

Orfani, affamati, senza casa,
piccoli inconsapevoli guerrieri
vagano alla ricerca di cibo.
“Jakula! Jakula!”, gridano.
Non conoscono paura,
solo quella della fame.
Anime vuote, abbandonate,
ignare del terrore della morte
aiutano lì, al reggimento,
dove le armi servono per sopravvivere,
dove l’acqua e il fuoco
sostengono vite immature,
preparandole all’oscurità.
Avanzano i bambini-soldato
armati fino ai denti,
avanzano in prima linea,
mandati lì dai grandi
che, codardi e pigri,
promettono loro il pane.
Uccidono i bambini-soldato,
uccidono contro natura,
costretti a bere l’alchol,
pronti a premere il grilletto,
a infierire nelle viscere
della terra insanguinata.
Muoiono i bambini-soldato
come formiche schiacciate
sulla testa,
come onde frantumate
sulle rocce
tra le pareti nude e nere
della loro infanzia mai avuta.

Autora Elisabetta Bagli

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