Esta misma mañana me preguntaba: ¿Que hubiese sido si…?. ¿Qué me hubiese encontrado en ese solitario camino que deje a un lado y ni siquiera pise?. ¿Qué sensación hubiese sentido al estrechar aquella tendida mano, que un día en mi duro recorrido rechace?. ¿Qué nuevos aires a mi vida hubiesen entrado si aquella puerta, entre abierta al menos la hubiese dejado?.
Hoy soy fruto y resultado de todas mis vivencias, de mi pasado, de lo que pude y no quise ser.
Nuestra vida es como una gran masa a la que debemos agarrar con fuerza, moldearla y atraparla sin dejarla marchar, porque ese tiempo no vivido, no volverá jamás
Atrevámonos a inventar cada día nuestra propia historia, alcémonos de entre los muertos, no conformándonos a la rutina, al aburrimiento, a la apatía y sigamos abriendo puertas sin miedos.
Maduremos y crezcamos con la plenitud y con el sentido, dejemos la nostalgia de un futuro aún por venir y esa muerte a plazos de un, ¿qué hubiese sido si…?.
Verdaderamente sutil y emotivo, Gracias Carmen.
Hola, María:
El relato que te has inventado hoy, efectivamente está entre la duda y la apatía, argumentos muy generalizados entre los seres humanos, porque, en muchísimas ocasiones, nos falta la valentía de dar ése paso que, sugún la ocasión, puedría ser positivo o todo lo contrario, en otras ocasiones, lo que nos debe llevar a discernir cuándo es el momento oportuno.- (Mi humilde punto de vista).
Saludos-
Evidentemente en la vida y su desarrollo hay «puertas» que abrir o «bifurcaciones» en el camino por las que decidir seguir caminando; por supuesto podemos decidir «abrir» o «encaminarnos» por unas o por otras; y creo que es bastante saludable aprovechar las consecuencias que recibamos por esas decisiones, intentando sacar todo lo positivo de las mismas y nunca preguntarnos ¿que hubiese pasado sí hubiese abierto la otra?, porque creo que es «hacer de menos» a la «puerta» que abriste o al «camino» que escogiste. Un beso. Salva.