instituciones-estudian-Grecia-evaluacion-Eurogrupo_EDIIMA20150710_0342_4La pretensión de Dracón de Tesalia fue la de quitarles a los nobles atenienses algunas de sus prebendas e iniciar el camino a la Democracia; sin embargo, fue Solón quien consiguiera, con su alma de poeta, tener la suficiente habilidad para avanzar en sus objetivos democráticos. Se enfrentó sabiamente a los graves conflictos que tenía la sociedad de su tiempo donde los seupátridas concentraban toda la riqueza y el poder político en el Ática. Redactó una Constitución en el año 594 a.C. con grandes reformas para el campesinado, estrangulado por un régimen señorial que lo ataba a los terratenientes y que les conducía a la miseria y a la esclavitud.

Hoy, después de las últimas exigencias de la U.E. parece que regresemos a un pasado nada deseado. Las medidas draconianas en la última reunión han puesto a Tsipras a los pies de los caballos. Según el semanario alemán Der Spiegel fue un “catálogo de atrocidades” lo que el Gobierno griego se vio obligado a firmar. Fuentes del Ejecutivo griego aseguran metafóricamente que se vieron obligados “con una pistola en la sien”. Ahora queda que el Parlamento de Atenas apruebe la aceptación de estas medidas cosa harto difícil porque la sociedad griega, los socios de Syriza y algunos de los diputados de la formación de Alexis Tsipras han mostrado su desacuerdo.

Sea como fuera la U.E. ha conseguido el doble objetivo de humillar a Grecia y cargarse de paso la esperanza que suponía Syriza; un gobierno incómodo para las formaciones que mandan en Europa. Varoufakis cree que Grecia será un “vasallo del Eurogrupo” porque  ha cedido a las pretensiones; pero ¿Qué remedio queda?

Por si esto fuese poco los nacientes y pujantes grupos políticos que reivindican una Europa más social y más justa no acaban de entenderse entre ellos. Resultado de las ganas que tienen de llegar al poder muchos de sus miembros, precisamente cuanto tanto se castigó a los sistemas piramidales y de clientelismo interno que tienen los partidos tradicionales. ¿Por qué no dejar que el pueblo invente sus propias herramientas de participación política?

La respuesta, como diría Dylan, está en el cielo. La política de los partidos obliga a la sumisión interna, así se aseguran plaza los menos preparados. Y esta obediencia será el barro que moldee a los políticos que luego tendrán responsabilidades y cargos en la U.E. (España pocos, después del fiasco de Guindos). Tampoco podrán enfrentarse al entramado financiero y a los lobby europeos, porque precisamente son ellos los que bendicen el ascenso o caída de los políticos de turno. Y a eso aspiran, a contar con la bendición de los seupátridas y la de los tiranos pintados de demócratas para seguir en los sillones que tanto juego dieron a los dibujos de Forges.

El cambio ha de ser de mentalidad, de objetivos sociales y de forma de organizar la política y no me refiero solo a Grecia, hablo de toda Europa. Los viejos sistemas están muriendo, aunque sea de éxito, y debemos inventar la nueva política sin partidos rígidamente estructurados que solo cambian en las formas y no en el fondo y someter a permanente vigilancia a quienes les hemos dado nuestros votos, evitando que tengan la tentación de enquistarse con el sistema que dicen abominar. Las agrupaciones y movimientos ciudadanos podrían ser la solución, pero como hemos podido comprobar no vale que triunfen en una ciudad, o en un país europeo: el objetivo tiene que ser general. Porque el sistema al que nos enfrentamos es global y de medidas injustas y draconianas; se llama capitalismo.