Si no han estado en Despeñaperros les aconsejo que lo visiten. Es un lugar de salvaje belleza, un desfiladero natural excavado a lo largo del tiempo por el río del mismo nombre y que esconde mucha historia entre sus abruptas paredes de cuarcita. Pero olas, lo que se dice olas, nunca las han visto en aquellos lares. Su vegetación es la común a la de toda Sierra Morena oriental, es decir, bosque mediterráneo. Tal vez eso fue lo que confundió al flamante presidente andaluz, imaginando olas mediterráneas, atravesando el paso camino de La Moncloa. Eso, o la vista de los abundantes alcornoques de la zona, tan familiares para Moreno.

Por el momento Pablo Casado se ha dado un baño de masas frente a sus huestes sin necesidad de olas marinas. En el aniversario de aquella refundación popular de hace treinta años los enemigos a batir siguen siendo los mismos… y los mismos que cuarenta años antes: los rojos, los separatistas, los batasunos y los ateos. Nada ha cambiado en la mentalidad y en el talante de los populares a pesar del tiempo. Siempre estarán, en palabras del propio Casado: Frente a aquellos que quieren destruir nuestros derechos y libertades, y la concordia e igualdad entre los españoles. El mismo discurso que entonces y que negaba que nadie, salvo ellos, defendían los derechos, las libertades y las igualdades. Siempre y cuando los derechos sean para los de siempre, las libertades condicionadas y las igualdades relativas; como ocurría con los cerdos de Orwell, en Rebelión en la granja, que colocaban un cartel que decía: Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros. Y tómenlo como una fábula no literal.

En fin, quizás no será a base de oleajes, pero me temo que la metáfora de Moreno tiene bastantes posibilidades de éxito, porque hay mucho votante que se siente identificado con ciertos postulados creyendo que, en la mítica granja orwelliana, le dejarán jugar a las cartas con los ricos granjeros y con los animales dominantes, mientras el caballo muere de agotamiento.

Dense, dense una vuelta por Despeñaperros y comprobarán que allí no hay olas. Tampoco, como decía la canción, hay playa en la Moncloa; sin embargo, hay mucho despistado que cree que sus libertades y derechos coinciden con los de la élite del PP… y que si les fallan siempre les quedará Vox.