SOFLAMAS Y CARTELITOS ELECTORALES
Hay campañas y campañas, hay formas de potenciarse frente al rival político y hay malas formas de actuar y de hablar.
Hay campañas y campañas, hay formas de potenciarse frente al rival político y hay malas formas de actuar y de hablar.
En medio del fragor de la batalla del Covid19, una guerra global, unos cuantos siguen a lo suyo en un intento milenario e involucionista.
Llevo varios días dando vueltas a la cabeza sobre lo que está sucediendo en nuestro País ante el avance de la extrema derecha, de la cual pensábamos estar vacunados. Craso error.
Ante una Convención Nacional de entusiastas y enardecidos militantes del PP, su líder Pablo Casado se ha mostrado exultante y hasta feliz. El hombre se ha tragado aquello del presidente andaluz Juanma Moreno de que: “La ola de cambio del sur no para en Despeñaperros, llegará a La Moncloa.”
Cuentan que cuando Dios creó el mundo, trató de ser lo más justo posible y repartir bondades e inconvenientes para con todos los pueblos y establecer un equilibrio razonable entre ellos. Sin embargo, enamorado de Andalucía, la dotó de tantas prerrogativas: clima, mares, orografía, belleza y salero, que hicieron palidecer a los demás pueblos. Así que se congregaron para reclamar al Señor mayor ponderación al respecto. El Creador escuchó a todos y tratando de encontrar un inconveniente que nivelara la balanza, puso en la Tierra a los señoritos andaluces.
A primeros de este siglo, allá por el año 2001 o 2002, apareció un juguete que era un peluche robot bajo el nombre de Furby. El bicho mecánico tenía la facultad de decir algunas frases según el momento; incluso era capaz de “aprender” de los propios niños. Su inteligencia artificial básica apoyada en una programación elemental permite una simulación de aprendizaje comunicativo y dar la apariencia de que concibe un carácter y personalidad propia. Los Furbys empiezan hablando únicamente en “Furbish”, un idioma propio de pocas palabras, de expresiones simples y sonidos varios, pero está programado para hablar cada vez menos “Furbish” y más en el idioma del país de implantación. Una de las frases y acciones ya incorporadas por el fabricante “Tiger Electronics” era la de aparentar asustarse cuando se apagaba la luz y lanzar un quejoso y asustadizo: ¡Uy, qué miedo!