Pese a la crisis, donde lo fundamental parece ser que son las continuas necedades de las agencias de calificación, el gobierno Noruego ha pensado que los garbanzos y las judías serán nuestro único futuro cuando descubramos que  la  Standard & Poor’s, la Moody’s y la Fitch, solamente trabajan para la confusión y que el dinero ocultado en Suiza no puede masticarse.

Para cuando esto llegue, que está al caer, y tengamos que volver a la madre Tierra, los noruegos han financiado el proyecto Svalbard Global Seed Vault,  bajo el mantenimiento de  la Global Crop Diversity Trust, para la búsqueda de la protección permanente de los alimentos de todo el mundo.

Se trata de una enorme despensa subterránea de semillas de miles de plantas de cultivo protegida en el interior de un bunker situado a medio camino entre Noruega y el Polo Norte, concretamente cerca de Longyearbyen  en el archipiélago noruego de Svalbardes. Allí se conservarán copias de cada una de las muestras de semillas de todo el planeta, con la sana intención de proteger la diversidad y asegurarnos de poder disfrutarlo en el futuro.

En la construcción del bunker  se ha tenido en cuenta la resistencia de los “tesoros” al paso del tiempo y su protección frente a los desastres naturales o los provocados por el hombre. Según expone Global Crop Diversity Trust en su página web, www.croptrust.org, la bóveda “garantizará durante siglos millones de semillas representando cada variedad de cultivo importante disponible en el mundo hoy”.

La idea, además de genial, es práctica y tiene sus precedentes. Los científicos israelíes ya han logrado germinar una semilla, de más de 2.000 años de antigüedad, de un tipo de palmera extinguida hace siglos y procedente de la fortaleza de Masada junto al Mar Muerto. La semilla fue bautizada como Matusalén en honor al longevo personaje bíblico. La directora del proyecto, Sarah Sallon, aseguró que pronto sabrán si la palmera es hembra y por tanto capaz de dar frutos. Hasta ahora, la semilla más anciana que se había conseguido germinar con éxito era de un cactus de 1.300 años de antigüedad y que fue  encontrada en un lago seco en China.

Ahora habrá que esperar que los que mueven las grandes finanzas y quieren tenerlo todo no se den cuenta del valor de la noticia, porque entonces son capaces de volver al pasado cuando los intercambios comerciales se hacían con semillas. Entonces el bunker no estaría en Noruega sino en Suiza y el presidente del Santander tendría su propia cajita de habas de la que solamente pagaría el diez por ciento de las habitas a Hacienda. Me imagino a las poderosas señoras ricachonas luciendo magníficos collares de garbanzos o de huesos de cereza y de aceituna. “Cosas veredes, amigo Sancho”.