Desde el asiento de atrás, a mi espalda, llegaba como rumor:

<We will we will rock you>

Y me puse a la tarea de hacerle un “análisis”…

La forma me resonó, inmediata,  griega y trágica. El coro popular: “we-will-we-will”. Un himno (o un gospel) contemporáneo: el pueblo opina que sì, que mucho, que bien: we-nosotros, puede que incluso en un “todos-juntos-Jaivas-Chile”…

Luego el recitativo y el personaje:

<Buddy you’re a boy make a big noise

Playin’ in the street gonna be a big man some day

You got mud on yo’ face

You big disgrace

Kickin’ your can all over the place

Singin…’>

La Reina cruceña en el horizonte de co-incidencias (o matrimonios) con el Rey del camino –bajando por la llanura abierta del Oriente boliviano…

1

Hace ya cien kilómetros que paseamos estas “tierras bajas”. Adelante –y atrás-, una estela y una columna que, abajo y arriba, cantan: We-will-we-will..

Luego comenzó el atardecer. Un atardecer de “tierras bajas”. Patètica. Esta diferencia, tan notable, de tierras altas y bajas. Qué mínimas y ampulosas, y determinantes, diferencias bajo el sol. Del Altiplano a la llanura Oriental, unos 3 mil o màs metros de diferencias de altitud –nada, la nada misma en alguna escala solar de distancias y años-luz.

Y esta humilde Tierra exhibiendo sus delicadezas: entre la llanura cruceña y la olla de La Paz, todo parece diferencias (incluso de país-Estado). ¿Cómo (o sea: ¿cómo habríase de comprender) el aparecer de tanta riqueza y extrañezas mutuas en tan poco? ¿Còmo este infinito pequeño contiene y multiplica el grande?

<Un moco de proporciones

–ah, pero, qué deliciosas piscinas

Al costado de la carretera con

Hamacas refrescadas de hojas de plátano>

2

Los bloqueos de caminos no salieron de las pantallas y de las portadas de los diarios. Al menos ier martes y durante los poco menos de 500 kilómetros de CBBA a Sta Cruz.

Una bella carretera: primero subiendo, quizás unos 500 metros-s-n-m, por encima y al este de Cocha. De allí bajar por varias horas. Y comenzar las laderas a ponerse plataneras, las tierras rojas –las pocas visibles entre los verdes –y los ríos, primero pedregosos de montaña y quebradas; luego anchos, apacibles y aburridos –como pensando monótonamente el mar a miles de kilómetros y cientos de horas allá delante.

¡Amanece!

Nublado, no hay ni aurora ni amanecer de sol. Solo luz densa y gris sustituyendo la oscura. Y unos pájaros finamente sabios de estas diferencias de iluminación, a los cuales siguen ruidos de motores madrugadores por las calles –haciendo real eso de: <ciudad moderna = gente y movilización total> (Ernst Junger, el de la guerra real y mística; el antimoderno[1]).

3

Ier debió iniciarse una “Marcha sobre La Paz” por Calacollo, Oruro. La última noche en CBBA, en el salón del Colegio Mèdico local –frente del hostal-, hubo una fiesta tipo “de gala”, donde llegaron, toda la soirée, cientos de niñas con trajes sexy, vestidos largos con cortes subiéndoles el muslo, telas de terciopelos y lentejuelas y escotes … Y varones formales con corbata. A eso de las tres de la mañana, no quedó nadie al frente y pude abrir la ventana pa’ qu’ entrara más fresco.

Había apagado antes la televisión nacional, imbuido entre las intenciones d’ un monólogo bastante repetitivo (aunque desafiante) de Luis Arce presidente –interpelando a su adversario en medio de la pantalla-, y los partidarios de Evo Morales  respondiendo toda clase de demagógicas obviedades….

Interrumpo este rècit pq me acaban de llegar noticias de hartos “bloqueos” por La Paz **

 

[1] Ernst Jûnger. Criticó la frágil e inestable democracia de la República de Weimar, afirmando que “odiaba la democracia como una peste”. Más explícitamente, en <Tormentas de Acero>, describió la guerra como una experiencia mística que revelaba la naturaleza de la existencia.

Según Jünger, la esencia de lo moderno se encontraba en la movilización total para la eficacia militar, que ponía a prueba la capacidad de los sentidos humanos.

En 1932, publicó <Der Arbeiter>, que pedía la creación de una sociedad activista dirigida por guerreros-trabajadores-eruditos.

En el ensayo <Sobre el dolor>, escrito y publicado en 1934, Jünger rechaza los valores liberales de libertad, seguridad, tranquilidad y comodidad, y busca en cambio la medida del hombre en la capacidad de soportar el dolor y el sacrificio.

Por esta época, sus escritos incluían el aforismo “lo que no me mata me hace más fuerte; y lo que me mata me hace increíblemente fuerte”.