En Madrid, el esfuerzo realizado por el consistorio para superar a Vigo, aunque sea multiplicando por cinco el presupuesto de la ciudad gallega, emociona a algunos. Entre ellos a su alcalde que se precipita en la cuenta atrás en el momento del encendido. Totalmente excusable, le pudo la emoción y le preocupaba la falta de luces. Me recordó, me lo recuerda siempre, a Milhouse, el amigo de Bart Simpson.
Luces, muchas luces para descubrir entre la alegría ciudadana deseando un mundo mejor, a los que pretender manipular a la sociedad y apagar sus derechos y libertades. Y como este es un artículo amigable, dedicado a las luces y no a las sombras, no mencionaré a Vox.
Sentencias sobre mala utilización de los fondos públicos; las de la Gürtel descubriendo que el PP financió con dinero negro a Jiménez Losantos; que el oscuro Carlos Fabra ha cambiado de partido para irse más a la derecha… donde la luz no existe; la violencia machista que no cesa; la contaminación atmosférica que tanto preocupa y la España vaciada que tan poco preocupa, nos producen, además de tristeza, oscuridad. Por eso es necesario algo de luz. Aunque sea colgada de los árboles y de cordeles que atraviesan calles y plazas. Luz.
Luz para esas mentes que creen que la mujer es de su propiedad y que esperamos que se enciendan hoy día 25, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Ni una menos: ni una mujer menos ni una luz menos. Aunque las sombras oscuras traten de impedirlo y tergiversarlo. Tal vez lo hayan olvidado, pero, para nacer, una mujer tuvo que dar a luz.
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