Mientras se sigue debatiendo si fue fraude o golpe, Evo Morales es asilado en México luego de presentar renuncia a la presidencia y abandonar el país debido a las movilizaciones sociales en las calles; la sociedad boliviana se divide por lo menos entre tres partes: los que votaron por Evo, los que votaron por la oposición y los que ahorita no quieren a ninguno y solo exigen paz.
Actualmente se tiene una presidenta de transición por sucesión constitucional que procede de un partido opositor a Evo, pero también se tiene a la segunda mujer del país, que es presidenta del congreso recientemente elegida por los dos tercios que todavía ocupa el partido del MAS (de Evo). La transición solo debe durar 90 días para organizar nuevas elecciones, el congreso a la cabeza de Eva Copa debe elaborar la respectiva ley que debe ser promulgada por el ejecutivo a la cabeza de Jeanine Añez, dos mujeres clave para el urgente desenlace.
Las protestas sociales en el país están divididas, antes de la salida presidencial quienes predominaron en varias ciudades fueron los que votaron por la oposición que aproximadamente son la mitad de la población mayor de edad. Luego de la renuncia y abandono, quienes votaron por Evo encabezan las protestas tanto marchas en las calles como otras medidas, una de ellas fue la toma de la planta gasífera de Senkata ubicada en El Alto, que corría grave peligro de explotar y tuvo que ser controlada por militares con el resultado de varios civiles fallecidos.
En medio de este caos cabe resaltar una de las medidas de presión que están llevando adelante las comunidades rurales que rodean a las ciudades de La Paz y El Alto, que han instalado un cerco alimentario, es decir, no dejan pasar vehículos ni alimentos en esta temporada que curiosamente todavía es de siembra, habiendo muy pocas cosechas entre verduras, tubérculos y frutas que llegan a la ciudad ya que la temporada alta está entre enero y junio, siendo la importación y el contrabando los que realmente alimentan a la población.
El cerco alimentario exige la renuncia de la actual presidenta transitoria bajo acusaciones de racismo sin proponer con claridad ninguna solución democrática que se fundamente en la Carta Magna, a pesar de haber sido renovada y aprobada como uno de los históricos avances del gobierno de Evo en el año 2009.
Así las cosas, el cerco más significativo es a los camiones de alimentos extranjeros, lo cual como es de suponer, facilita a los gremios de intermediarios la especulación de precios, donde un plátano ha subido de 0,30 centavos a Bs 1 y la cebolla que ha subido de Bs 3 la libra a Bs 6.
Para equilibrar y contener en algo la situación, la alcaldía paceña ha establecido puntos de distribución de pollo y carne vacuna, para organizar la venta con un muy discutible control de precios, ya que el transporte no ha sufrido incremento y la carne que está llegando del oriente boliviano a pesar de tener a un mercado seguro por la coyuntura, ha incrementado el precio de la pulpa especial de Bs 42 a Bs 55, el maple de 30 huevos de Bs 26 a Bs 80, tratando de regularse a Bs 45 en los días más recientes.
Es curioso analizar cómo el cerco alimentario de los movimientos campesinos favorecen el comercio agroindustrial procedente del oriente boliviano, a quienes la citada presidenta Jeanine Añez es su representante política, nacida en el Beni y postulada por UD – Unidad Democrática (que es una especie de consorcio partidario empresarial) configurado por empresarios entre ellos los agroindustriales que han sido favorecidos por el gobierno de Evo Morales año tras año con autorización de ampliación de frontera agrícola, perdonazos de multas por incendios forestales en la amazonía o créditos procedentes del fondo de pensiones.
En esta cuarta semana de conflictos, se han instalado filas que llegaron a mil personas para comprar esos pollos, huevos y carne vacuna por lo cual el monopolio empresarial está en su máximo auge, habiéndose gestionado el denominado puente aéreo que facilita vuelos y carreteras libres de bloqueo para la llegada de esa comida del agronegocio.
El cerco alimentario ha sido decisión aprobada en reuniones campesinas, inspirados por el propio Evo Morales, y se han cavado zanjas para impedir el paso de los carros y la gente se ve obligada a movilizarse caminando si tiene necesidad de salir a la ciudad. Además, han establecido varios puntos de control en la salida de las comunidades para revisar los bultos de la gente por si alguien estuviera sacando alimentos para vender y controlan los lugares de cultivo y carpas solares para ver si alguien está cosechando. Por este motivo, ya sintiendo la autoasfixia económica, una familia decidió sacar 4 conejos y dos gallos faeneados, escondidos para vender en la ciudad, contraponiendo literalmente un imperceptible microcontrabando interno, habiendo vendido cada pieza en el doble de su precio habitual solamente porque inspiraron un brote de solidaridad (no mencionamos qué familia ni qué comunidad por respeto a la confidencia de los testimonios).
De esta forma se consolida y ensancha la abismal brecha económica entre una agricultura y la otra, evidenciando la falta de entendimiento del contexto nacional de parte del campesinado evista con respecto a las políticas agrarias llevadas adelante durante 13 años de gobierno en el que la madre tierra y la cara indígena solo han sido mercancía política para convencer a mayorías étnicas del occidente sin dejar de privilegiar a las minorías agroempresariales del oriente.
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