Madre,
cúbreme los ojos que no quiero que vean
los cuerpos rotos hendiendo la tierra,
rompiendo el silencio de arenas muertas.
Madre,
¡escucha!
Ayer vi a pintores de almas chapoteando en el
barro,
oliendo el hedor del miedo bajo sus pies descalzos
en tierras de espigas.

Madre,
cúbreme los ojos que no quiero ver los días
borrados de vida,
de desterrados azules, de blancos teñidos,
y de ojos sesgados contemplando cielos vacíos.

Madre,
protégeme del diablo qué, musitando bellas
melodías,
nos invita a bailar sobre sus olas negras,
fragor de silencios en playas sin orillas.

Siento madre, como delgadas cicatrices de rojos
anaranjados,
deambulan en el horizonte rasgando el aire con
rabia,
con pena, ululando aterida la tierra.

Quisiera tanto escuchar el silencio…

¡Tápame los oídos madre!

Que no quiero que oigan como se deshacen las
tormentas
y se pierden las lágrimas
en vientres secos.

Madre, tengo frio.
Cubre mi cuerpo de palabras vestidas
con sentido y déjame partir
que quiero divisar otras tierras
sin alambradas espinosas, sin fronteras,
de cielos azules y escuchar la melodía de una risa.

 

Madre,
coprimi gli occhi che non voglio che vedano
i corpi spezzati che spaccano la terra,
rompendo il silenzio delle sabbie morte.
Madre,
ascolta!
Ieri ho visto pittori di anime sguazzare nel fango,
annusando il fetore della paura sotto i loro piedi
nudi
nella terra di spighe.

Madre,
coprimi gli occhi che non voglio vedere i giorni
cancellati dalla vita,
di esuli azzurri, di bianchi macchiati,
e con occhi obliqui che contemplano cieli vuoti.

Madre,
proteggimi dal diavolo che, mormorando belle
melodie,
ci invita a ballare sulle sue onde nere,
fragore di silenzi su spiagge senza sponde.

Sento madre, come sottili cicatrici rosso-arancio,
vagano per l’orizzonte lacerando l’aria di rabbia,
con dolore, mentre ulula intirizzita la terra.

Mi piacerebbe tanto sentire il silenzio…

Coprimi le orecchie, madre!

Non voglio che sentano le tempeste andare in
frantumi
e le lacrime perdersi
nei ventri aridi.

Madre, ho freddo.
Copri il mio corpo con parole vestite
di significato e lasciami vedere
se scorgo altre terre
di cieli azzurri,
senza filo spinato, senza confini,
per ascoltare la melodia di una risata.

 

Autora: María del Carmen Aranda es miembro de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y Vicepresidenta del Capítulo Reino de España.

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