En tierra, a 40°C bajo la sombra, cuadrillas de mineros brasileños, colombianos y venezolanos devoran una de las zonas de mayor biodiversidad del mundo en busca de oro, diamantes y coltán que, según autoridades locales, sacan clandestinamente del país con ayuda de la guerrilla colombiana de las Farc.
Como ocurrió a principios del siglo XX con la fiebre del caucho, los fabulosos precios del oro -que triplicó su valor en la última década- han hecho florecer un millonario e ilegal negocio que sabotea los esfuerzos del Gobierno venezolano por frenar la deforestación en el pulmón del planeta.
Organizaciones no gubernamentales de derechos indígenas, como Survival International, calculan que hasta 4.000 mineros ilegales -o garimpeiros- actúan en las entrañas del estado venezolano de Amazonas, enclavado entre Colombia y Brasil.
Y según el gobernador Liborio Guarulla, lo hacen protegidos por miles de combatientes de las Farc que se esconden del lado venezolano de la frontera de 2.219 kilómetros de selva.
“La presencia de garimpeiros y guerrilleros en territorio venezolano es evidente”, dijo Guarulla, un indígena de la etnia baniva que gobierna Amazonas desde el 2001.
El político de 59 años, opositor al presidente socialista Nicolás Maduro, recibió recientemente a un grupo de corresponsales extranjeros en su despacho de Puerto Ayacucho, la capital de Amazonas a unos 540 kilómetros al sur de Caracas.
Durante una conversación en la modesta construcción de techo de paja y paredes mohosas, acusó al Gobierno de no cumplir su compromiso con el medio ambiente.
“La explotación ilegal de oro”, dijo “se hace de alguna manera con el beneplácito de las Fuerzas Armadas. Cuando los indígenas se quejan, inmediatamente son reprimidos”.
Autoridades venezolanas no estuvieron disponibles para comentar las denuncias, pero en el pasado han negado acusaciones similares. Maduro ha criticado a Guarulla por abandonar la coalición de partidos que apoyaba al Gobierno y se ha referido a él como “muy corrompido, muy borracho”, a pesar de que el gobernador jura ser abstemio.
A diferencia de antaño, cuando los garimpeiros se abrían paso en la selva a machetazos, autoridades de Venezuela y los otros siete países amazónicos han denunciado que ahora emplean maquinaria pesada para desviar ríos, deforestar y remover una tonelada de sedimento para hallar apenas unos gramos de oro.
Además, contaminan ríos y tierras con el letal cianuro que usan para recuperar metales mediante el proceso de lixiviación.
Representantes de naciones amazónicas reunidos en octubre en Brasilia dijeron que, muchas veces, las transnacionales de la minería esperan a que los garimpeiros descubran una gran veta para tomar el control, apareciendo como los salvadores del daño ambiental con su tecnología de punta.
Se trata del programa denominado Agroforestería y Restauración de Bosques para la Conectividad Ecológica, la Reducción de la Pobreza y la Conservación de la Biodiversidad en Cerro San Gil, ubicado en el departamento caribeño de Izabal.
Con la participación de habitantes de 20 comunidades que viven en esa reserva, organizaciones ambientalistas cultivarán durante 20 años 3 millones de árboles de diferentes especies, comentaron fuentes ligadas al programa.
El proyecto, el más grande de reforestación de los últimos años en el país centroamericano, es el primero que apoyará en América Latina el Fondo Liverlihoods, creado en 2008 por el Fondo Danone para la Naturaleza durante una conferencia ambiental en Corea del Sur.
La misión de este fondo es luchar contra el cambio climático mediante proyectos dirigidos a la restauración de humedales específicos que aporten una contribución significativa al secuestro de carbono.
Este programa de restauración se centra en los manglares, las especies vegetales con un alto potencial de fijación de carbono y las que desempeñan un papel esencial para la biodiversidad.
La Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (FUNDAECO) de Guatemala, será la coordinadora del proyecto ambiental en el que participarán el Instituto Nacional de Bosques (INAB) a través del Programa de Incentivos Forestales (PINFOR).
También el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) y las autoridades locales del Cerro San Gil.
En el Cerro San Gil se cultivarán los 3 millones de árboles forestales, frutales, de hule y agroforestales con el fin de apoyar la seguridad alimentaria, la generación de ingresos económicos y la sostenibilidad de sus comunidades.
Entre las especies a plantar están cítricos, café, cardamomo, cacao, rambután, pimienta, hule y árboles nativos como santa maría, caoba, laurel, san juan y cedro.
El Fondo Livelihoods destinará 2.3 millones de dólares para este ambicioso programa que será ejecutado por 20 comunidades q’eqchi’s y ladinas que viven en el bosque tropical del Cerro San Gil y beneficiará a 500 familias.
Este innovador proyecto de Carbono Forestal, tendrá múltiples beneficios económicos, sociales y ambientales porque los agricultores se beneficiarán con una producción sostenible de productos agroforestales de alto valor comercial.
Además, recibirán los beneficios ambientales de la recuperación de sus bosques a través de los cuales se espera la captación de más de 1.8 millones de toneladas de carbono (CO2e), contribuyendo así a la mitigación del cambio climático planetario.
El Cerro San Gil es una de las 170 áreas protegidas que tiene Guatemala, y en sus bosques húmedos se encuentra el 50 por ciento de las aves que habitan en el territorio de este país centroamericano.
El sitio es uno de los principales atractivos para el aviturismo, además de que la naturaleza muestra en todo su esplendor su flora y la diversidad de su fauna.
La diversidad de senderos con los que cuenta el Cerro San Gil pueden ser visitados a través de guías de las mismas comunidades que han sido capacitados para atender a los turistas.
El Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) lo considera como la Reserva Protectora de Manantiales por los nacimientos de agua natural con los que cuenta.
También sobresalen las más de 450 especies de aves en su bosque, ya que más del 90 por ciento de lo utilizan como sitio de hibernación o descanso, lo que convierte al Cerro San Gil en un santuario para los observadores de estos animales.
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